Ocho meses y medio se han cumplido desde la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), en Zumpango, Estado de México, y esta obra ordenada por el presidente Andrés Manuel López Obrador pinta para ser una terminal regional, o en su defecto para vuelos de carga ante la indiferencia de viajeros nacionales y extranjeros que prefieren otros aeropuertos como el Internacional de la Ciudad de México o el de Toluca, por lo que el mandatario ante la desesperación para que este elefante blanco de algunos pasos, anunció que podría ordenar que se permita el libre espacio aéreo a aerolíneas extranjeras para que den servicio en destinos locales, lo que provocaría afectaciones en las aerolíneas mexicanas y como consecuencia sus quiebras.
“Vamos a permitir lo que se llama el cabotaje, que las empresas extranjeras puedan llegar a Cancún y se les permita pasar a Campeche y a la Ciudad de México, o sea, liberar todo lo que tiene que ver con el transporte aéreo”, dijo el presidente López Obrador en Palacio Nacional el pasado 6 de diciembre, sin estar consciente de lo que esta medida implicará para las aerolíneas mexicanas como Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobús, ya que al haber una competencia desleal, al dar luz verde para que aerolíneas extranjeras, principalmente de Estados Unidos den servicio en destinos locales estaría llevando al suicido a las empresas mexicanas.
El anuncio del mandatario no tiene otra lógica que la de buscar que su aeropuerto, el AIFA, el que él tampoco utiliza, tenga algo de vida en su espacio aéreo y en sus pasillos, ya que desde el 21 de marzo pasado a la fecha, esta terminal que se encuentra en el corazón de la base militar de Santa Lucía parece un pueblo fantasma.
Aunque el cabotaje anunciado por el mandatario es una medida que los gobiernos no permiten por estar fuera de las normas de aviación y por representar una competencia desleal, lo que se conoce como “quinta y octava libertad aérea”, permitirá que las aerolíneas extranjeras realicen vuelos entre destinos nacionales incluyendo los de mayor destino turístico.
Sin duda esta situación afectaría el tránsito de las líneas locales, ya que reduciría sus operaciones, lo que parece no importar a López Obrador, ya que su prioridad es ver que el AIFA, obra que tuvo una inversión de 88 mil 107 millones 344 mil 367 pesos, misma que no ha recuperado y presenta además pérdidas al no tener viajeros ni vuelos que compenses lo gastado.
Aunque el Ejecutivo Federal apuesta por sacar sus propios datos para justificar que si hay más vuelos en el AIFA, la realidad es que no puede negar que la principal terminal aérea del país con el mayor tránsito aéreo es el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), e incluso, el aeropuerto de Toluca tiene más vuelos que el Felipe Ángeles.
De acuerdo con información de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y de la administración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la operación diaria en esta terminal representa un gasto a las finanzas públicas por 748 mil 746 pesos por servicios, sin que hasta el momento haya cifras brutas de ganancias que haya presentado en el AIFA, por lo que la manutención de este elefante blanco sigue corriendo por cuenta de la 4T, que a través de la Sedena ha cubierto pasivos por 231 millones 813 mil 812 pesos de su presupuesto.
Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobús no han expresado aún su posición sobre la medida desesperada del presidente, de dar vía libre a empresas como United y Delta, de estados Unidos para dar servicio a servicios domésticos en suelo mexicano, lo que solo no ocurriría en EU ni en otras naciones donde no sería recíproca la medida, ya que la urgencia de la 4T es dar entrada a viajeros con líneas aéreas foráneas para dar vida a un desangelado AIFA.