De 1970 a la fecha he conocido a casi todos los embajadores de Estados Unidos en México. El más interesante de todos, sin duda, fue Fulton Freeman quien sirvió a su país, casualmente, durante el movimiento estudiantil de 1968.

Otro embajador notable fue Mc Bride, un diplomático de la vieja escuela americana, discreto y silencioso, sobre todo si se le comparaba con Joseph John Jova, capaz de subirse a la silla durante un banquete y agitar la servilleta en pleno estallido del alma llanera, mientras un grupo venezolano traído a México por Carlos Andrés Pérez saturaba la noche con arpas y guitarras.

Hubo otros embajadores discretos como Nava, un académico y otros apabullantes como Davidoff, quien incorporó al diccionario la definición más exacta de la relación México-Estados Unidos: un oso y un puerco espín, el cual –a pesar de su armadura—sigue siendo un puerco. Como un patio sigue siendo patio, no importa si es trasero o delantero, en abono de la amigable tesis de Joe Biden.

Esos embajadores, simpáticos o antipáticos, a veces tocaban el trombón como Freeman o salían a los desfiles gay como la señora Jacobson, una señora capaz de disfrazarse de cualquier cosa con tal de aparentar. Pero siempre me parecieron, en el fondo, representantes de los intereses del gobierno al cual servían.


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El caso más descarnado de dureza, junto a tantos desfiguros de gringos (y gringas) tropicalizados y oportunistamente guadalupanos, fue sin duda alguna John Gavin en los momentos del férreo reaganismo, cuya fuerza se hizo sentir de manera humillante contra México y su presidente.

La calumnia de Jack Anderson contra Miguel de la Madrid, por supuestos depósitos en Suiza, momentos antes de una visita del presidente mexicano a Washington, sigue siendo una muestra de cómo aplicar la perversidad de los medios para debilitar a un interlocutor.

Hoy esa fuerza es empleada desde dentro, para protestar contra un granjero ingenuo, deslumbrado por la seducción del Palacio Nacional de México.

Y esta declaración presidencial perjudicará a Mr. Ken en Washington:

«–El embajador de EU es mi amigo y un político muy responsable». ‘‘Lo que quieren conservadores reaccionarios es un ‘halcón’ en esa sede’’.

La frase recurrente es: Ken Salazar no representa a Biden ante Andrés Manuel; representa a López Obrador ante Biden. Por eso lo van a retirar.

MURAT

No es sorprendente la declaración. Sorprende por haberse publicado en “La jornada”, cuya orientación editorial todos conocemos sin necesidad de explicarla:

“El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, evalúa que en 2024 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) estaría en condiciones de ganar la Presidencia, si el candidato es fuerte y su principal alianza es con la gente. Ante la aceptación que mantiene el presidente Andrés Manuel López Obrador y si ello pudiera favorecer a cualquiera de los aspirantes de Morena, ataja: La popularidad no se traslada.

En entrevista con La Jornada, a cinco meses de terminar a tambor batiente su mandato, el gobernador de Oaxaca ratifica sus aspiraciones presidenciales: Estoy listo para ser el precandidato del PRI.

Por lo pronto, hasta la Guelaguetza ya está en la ciudad de México, gracias a una buena relación con Claudia Sheinbaum.

ALITO

Cuando jocoso en una mañanera el presidente dijo, lo mejor de esto es lo peor que se va a poner, no sólo repitió una vieja broma tabasqueña, sino también anticipó el porvenir de Alejandro Moreno Cárdenas quien está liquidado.

La impunidad con la cual Layda Sansores divulga los frutos del espionaje, sin preocuparse por las consecuencias legales, exhibe la protección de la fiscalía ante la flagrancia de la infracción. No importa. Todo tiene el mismo origen superior.

Y sin bien eso le podría servirle a AMC, para probar la persecución política, por otra parte, está el abandono de su propio partido.

Hoy “Alito” es un cadáver ambulante y su agonía lastra y frustra a la Alianza. ¿Quien gana?


Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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