Las revelaciones de Donald Trump sobre los aciagos días cuando México puso parte de su ejército al servicio de los intereses transfronterizos de la xenófoba y antimexicana del gobierno de los Estados Unidos son realmente indignantes.

Pero no lo son solamente por la arrogancia americana sino por la sumisa colaboración del gobierno nacional.

Cuando Donald Trump, en el curso de su campaña electoral para regresar a la Casa Blanca cuenta ufano y alegre cómo fácilmente dobló al gobierno de México, al canciller Ebrard y al presidente López Obrador, uno se siente indignado por la majadería, pero también avergonzado por las respuestas a sus dichos insolentes.

Quizá las cosas ni fueron tan simples como en el arrebatado discurso las chismeó Trump en Ohio, pero de todas maneras ocurrieron como él lo dijo: los soldados mexicanos (la GN), se desentendieron de otras labores y fueron destacados en números cercanos o menores a los dichos, pero ahí estuvieron.

Nunca se había sabido del uso de nuestras fuerzas armadas para satisfacer el interés extraterritorial de los Estados Unidos. Un grave precedente.

“Un oscuro favor”; dijo Porfirio Muñoz Ledo durante la memorable (por grotesca) reunión de Tijuana, cuya finalidad era desagraviar al país y terminó con una sarta de discursos elogiosos para el presidente, incluyendo la inexplicable verborrea de Farela, el pastor de la IV-T.

Ahí comenzó el ocaso de Muñoz Ledo en este gobierno. Pero eso es otra cosa. Es asunto del pasado.

Pero estas palabras son cosa del presente y realmente ahondan la vergüenza. ¿Cómo puede el presidente de México, después de todo, expresar públicamente su simpatía personal por un barbaján del tamaño de Trump?

Quizá por una mala lectura de Maquiavelo quien dijo (Discursos sobre las décadas de Tito Livio):

“La modestia no aplaca a un enemigo, jamás: le hace, por el contrario, más insolente y vale quizá más verse quitar algo por la fuerza, que por el temor de la fuerza”.

Ni siquiera el temor de la fuerza justifica esto:

“…Pues, a mí me cae bien el presidente Trump, aunque es capitalista (intento de chistorete). Lo cierto es que nos entendimos y fue bueno para las dos naciones… es muy bueno que se sepa que nosotros no vamos a permitir a ningún partido de los dos de Estados Unidos, ni a ningún candidato, que utilicen a México como piñata y que nos van a tener que tratar con respeto, como lo hacemos nosotros, que somos respetuosos con otros pueblos y con otros gobiernos.


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“…También decirles a nuestros paisanos que tienen origen mexicano y que votan en Estados Unidos, y no sólo a los mexicanos, a todos los hispanos que tienen también ciudadanía estadounidense, para que, si se maltrata a México o a algún país de América Latina, del Caribe, no voten por esos partidos y por esos candidatos, sean del Partido Demócrata o sean del Partido Republicano.

“Que no olviden sus orígenes, lo que dice la canción de Rubén Blades, que no lo olviden, el que no quiere a su patria no quiere a su madre…”

En esas condiciones ya no queda mucho por decir. El patriotismo y la defensa nacional, se expresan con una canción de Rubén Blades.

A la patria ya no la defienden ni Benito Juárez ni el “Chapulín colorado”. Ahora la defiende Pedro Navajas, excepto si creemos estas mentiras de Marcelo Ebrard el canciller “doblado”.

“En cuanto a las declaraciones del ex-presidente Trump me consta el patriotismo del Presidente López Obrador en aquellos momentos críticos. Ante la amenaza de aranceles no aceptó el tercer país seguro que era la condición (¿y la guardia, apá?) de EU para no imponerlos”.

Y la cereza lambiscona en el pastel de la adulación:

“…En este gobierno somos patriotas (ándale, Juan Escutia) y no tenemos nada de que avergonzarnos. Muy orgulloso de servir a México y formar parte del equipo del Presidente López Obrador.”

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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