La más reciente aportación al absurdo involuntario de una mañanera fue ofrecida ayer.

No, no fueron los dislates de Anita Vilchis, los cuales satisfacen la necesidad de reír de cualquier público de carpa, no. Fue una propuesta del ciudadano presidente de la República por la cual los ministros del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y todos los consejeros del Instituto Federal Electoral sean elegidos por votación popular.

Democracia participativa, le dicen.

Lo absurdo y a un tiempo genial de esta propuesta reside en una pregunta, porque la votación de jueces electorales y consejeros, como en toda elección debe pasar por un proceso de organización.

¿Quién va a organizar, la elección de los consejeros del INE cuando esta iniciativa anunciada por el jefe del Estado se apruebe, si se aprueba? ¿El propio INE cuyos consejeros aún seguirían actuando, a pesar de representar (dice el presidente) intereses oligárquicos y de partidos políticos mientras se cambian las reglas?

Porque la base de la argumentación es esa y no otra: los expertos, las élites, los especialistas; representantes de partidos y demás, no representan al pueblo, ni de él emanan, no. Son clasistas, racistas y todo ese enorme etcétera adverso al populacherismo.

Así lo dijo el señor presidente:

–Sí, porque, imagínense, cuánto tiempo, con la idea de que los órganos electorales y las instituciones tenían que estar en manos de gente de élite, ya sea de la academia o de la política.

–Porque dicen que tiene que ser gente preparada, pregunta el palero.

–Sí, sí, –responde el jefe del Estado–, porque desprecian al pueblo, porque siempre hemos hablado de que la política era asunto de los políticos, era asunto de los de arriba, el pueblo no contaba.

“Y era una formalidad el decir de que buscábamos la democracia, cuando la democracia es el poder del pueblo, cuando en una democracia el soberano, el que manda es el pueblo. Bueno, hasta el origen de la palabra: Demos, pueblo; Kratos, poder; poder del pueblo….


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“Entonces, cuando, a ver, que participemos todos, cuenta lo mismo un voto de un campesino, de un indígena, de un obrero, de un maestro, de un comerciante, que el voto de un banquero, de un potentado, de un científico, de un intelectual.

“Que, dicho sea de paso, no porque sean intelectuales hay gente brillante completamente reaccionaria, fascista, son cosas distintas.

“Entonces, ya basta de que los partidos arriba… Que también ni siquiera son autónomos, porque ¿ustedes creen que los partidos del conservadurismo toman decisiones de manera independiente?

“No, cuando aprobaron el Fobaproa intervinieron los empresarios… mi propuesta es que se elija, primero, que el pueblo elija a los jueces, que se propongan como candidatos a ser consejeros y a ser magistrados a gente con vocación democrática y de inobjetable honestidad, que los hay en el país, y que con los tiempos que tiene el INE…

“Y estoy proponiendo que el Ejecutivo, cumpliendo con ese perfil, haga una propuesta de 20, 10 mujeres, 10 hombres; el Judicial lo mismo, el Legislativo, ya son 60, y a difundir quiénes son, a qué se han dedicado y que de ahí salgan los que van a estar en el consejo; el que tenga más votos de todos, presidente”.

Así pues la democracia participativa se convertiría en una forma de democracia dirigida, como se decía en los tiempos del PRI, porque si el presidente va a proponer a los elegibles, pues entonces serán candidatos presidenciales; no candidatos del pueblo, si en verdad esa difusa noción se pudiera definir más allá del monótono discurso.

“Y que sea electo –agregó el presidente– que sea el pueblo, no las cuotas. Los que están ahora en el tribunal, antes de que los nombraran, yo estaba en una gira en Veracruz y hasta me adelanté a decir cómo iba a quedar la votación en la cámara…” 

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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