No ven porque no quieren ver, o no quieren admitir la verdad ante sus ojos, ni acepta la derrota de su maledicencia, se sienten frustrados porque la realidad les ha puesto un hasta aquí en el interminable camino de sus murmuraciones, quejas, chillidos porcinos, con perdón de los marranitos, porque la Cuarta Transformación ya ha internacionalizado sus afanes y ha puesto en el cielo y en la tierra, de México a Caracas, el magno ejemplo de su gran capacidad para desarrollarnos sin salir del subdesarrollo, estamento al cual la modestia nos impele, porque no se puede tener un aeropuerto suntuoso, lujoso, en un país de menesterosos, porque ellos deben teñir con su modestia todos los escalones de la vida nacional y si pudiéramos hacer aviones de petate y pistas de tepetate, pues las haríamos, como hacemos los caminos oaxaqueños a fuerza de sudor, lomo doblado, pala y pico, porque somos así, labriegos de la historia, alarifes, pero mire usted nada más esta chulada de techumbre laminada y tubular, cosa de herreros magníficos, ya quisieran Norman Foster, Calatrava, Luis Barragán o Félix Candela, porque hasta nuestro señor canciller, Marcelo Ebrard tan viajado él, lo elogió sin cortapisas, cuando acompañó al, señor presidente a inaugurar el edificio del AIFA, bautizado con sorna por los pícaros del clasismo como terminal, avionera, hágame el refabrón cavor cuánta insidia, cuánto encono; si nada más basta ver la cantidad de empleos generados durante la construcción y cuantos más por venir, durante la operación, porque no me diga usted si no es un logro del gobierno de nuestro señor presidente haber iniciado el funcionamiento de la terminal, hasta con oportunos puestos de tlayudas por ahora en el piso, pero pronto con mesitas y bancas corridas como los puestos formales de barbacoas informales a las cuales nos invita, aquí nomás a la vueltecita, el señor gobernador de Hidalgo, don Omar Fayad quien tuvo el recato de no mencionar los pastes y el pulquito de Apan en su discurso de gratitud por la bienhechora obra, pero entre trompos de pastor, anafres, y chorizos, vamos viendo cómo el aeropuerto cobra vida y logra hasta la conversión de los rejegos, pues no queda nada sino sorprenderse de la flexibilidad intelectual y política de Alfredo del Mazo III, quien se tragó todos sus viejos dichos en favor del aeropuerto texcocano, y se puso a declamar sin maestro las glorias y victorias de la cuarta transformación nacional, y bien hizo porque ya ni llorar es bueno, y si la terminal, aérea no tiene caminos de acceso es porque él no los construyó a tiempo y no vayan a venir las horas del recordatorio y las reclamaciones por las fallas, así pues es mejor decir con voz y convicción, esta es la prueba de su determinación, señor presidente, este es el momento del laurel y la victoria, este es el bla, bla, bla, ¿verdad don Alfredo , quien dijo miedo?, pues no venga siendo y las pendencias palaciegas se extiendan a la Plaza de los Mártires y en una de esas nos den un llegue, mejor nos quedamos calladitos en cuanto a cualquier asomo crítico, y opinamos todos fraternos cuando se trata de los afanes nacionales, y entonces la suma de las partes nos da el todo anhelado, el todo conseguido por la persistencia del señor presidente y el empeño de las fuerzas armadas, siempre cumplidas, en el ejercicio de sus responsabilidades, pero esa inauguración dio oportunidad ver quién es quién, y cuánto vale cada uno, y darnos cuenta de cómo esa obra nos retrata y define, para ponerles a los críticos, aunque ya sepamos, su eterno encono y la rabia por haber perdido el negocio lacustre, no un cubrebocas por el Covid, sino un tapabocas, por el resto de sus vidas, como hizo el señor presidente en fecha tan gozosa, el 21 de marzo.
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