La respuesta casi inmediata del Señor Presidente al intervencionismo post colonial de los diputados de la vieja Europa, es una lección de patriotismo y soberanía, cuya intensidad, profundidad, claridad , veracidad y sinceridad nacionalista, trascenderá los tiempos e iluminará como un faro de luz magnifica el futuro de la patria, y en cuya meridiana claridad las futuras generaciones van a hallar inspiración y ejemplo porque nunca, jamás en toda nuestra historia habíamos visto una prueba de talento político de estas dimensiones, –sobre todo porque para la elaboración de esta respuesta o mejor dicho, de este manifiesto cuya hondura también le servirá de inspiración a los hermanos mesoamericanos y latinoamericanos, antes de ser materia de reflexión para el resto de las naciones cuyo atraso relativo se debe a la explotación de los tiempos neoliberales, cuya cancelación no quieren los siervos imperiales, por lo visto–, no fue necesario el cultivo académico ni los diplomas logrados en las universidades extranjeras, sino simplemente la reflexión sincera y en el llano lenguaje del pueblo bueno, a quien basta decirle, mira, aquellos parecen borregos, para satisfacer su entendimiento con la onomatopeya feliz en cuya síntesis se reúne toda la critica social y política antes reservada a quienes viven en gabinetes encerrados en las torres de marfil de las facultades foráneas entregados a la satisfacción de las necesidades empresariales y del peor capitalismo, pero ahora tenemos este manifiesto soberano, escrito con la rapidez de las convicciones y simbólicamente, en las aéreas alturas de la patria, sobre nuestro feraz territorio nacional en un vuelo al sureste mexicano, lo cual demuestra cómo a la nación se le sirve a toda hora y en todo momento, y no hacen falta quienes –como el pobre Marcelo, tan hecho a un lado– tienen títulos de universidades extranjeras, basta y sobre con un periodista cuatroteísta (con pase de lista), como Jesús Ramírez para poner en orden algunos de los párrafos inspirados por nuestro máximo líder quien no sólo no teme a la crítica ni mucho menos a las palabras precisas, por eso, señoras y señores, quiero repetir íntegro el dicho documento, cuya brevedad nos permitiría inscribirlo en los pétreos muros de nuestra cancillería o grabarlo en el piso del Zócalo de la ciudad de México, para conocimiento y memoria de todo aquel cuya planta osara profanar nuestro suelo, así pues aquí esta el nuevo credo nacional; la nueva palabra, la llave de la recobrada dignidad de nuestra patria:
«A los diputados del Parlamento Europeo:
“Basta de corrupción, de mentiras y de hipocresías.
“Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que se opone a la Cuarta Transformación, impulsada por millones de mexicanos para enfrentar la monstruosa desigualdad y la violencia heredada por la política económica neoliberal que durante 36 años se impuso en nuestro país.
“Sepan diputados europeos, que México ha dejado de ser tierra de conquista y, como en muy pocas ocasiones en su historia, se están haciendo valer los principios libertarios de igualdad y democracia. Aquí no se reprime a nadie, se respeta la libertad de expresión y el trabajo de los periodistas. El Estado no viola los derechos humanos como sucedía en gobiernos anteriores, cuando ustedes, por cierto, guardaron silencio cómplice.
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“México es un país pacifista que ha optado por la no violencia y somos partidarios del diálogo, no de la guerra; no enviamos armas a ningún país bajo ninguna circunstancia, como ustedes lo están haciendo ahora.
“Si estuviésemos en la situación que ustedes describen en su panfleto, nuestro presidente no sería respaldado por el 66 por ciento de los ciudadanos, como lo publicó ayer la encuesta de la empresa Morning Consult que lo coloca en segundo lugar entre los principales mandatarios del mundo. Dicho sea de paso, con más aprobación que los gobernantes europeos.
“Para la próxima, infórmense y lean bien las resoluciones que les presentan antes de emitir su voto. Y no olviden que ya no somos colonia de nadie. México es un país libre, independiente y soberano.
“Evolucionen, dejen atrás su manía injerencista disfrazada de buenas intenciones. Ustedes no son el gobierno mundial y no olviden lo que decía ese gigante de las Américas, el presidente Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.