Al embajador non.

Quizá no haya sido un alarde diplomático, pero sí un ejemplo magistral con el estoque. 

“Recibiendo” y en todo lo alto.

Posiblemente Luis Almagro, nacido en la Banda Oriental del Río de la Plata, poco sepa de tauromaquia. En su país no hay fiesta de toros; hay fiestas de asado.

Sin embargo, su respuesta ante la embestida del secretario de Relaciones Exteriores de México, quien se quiso lucir -matoncito y cumplidor del encargo frente a su jefe- fue fulgurante y precisa. 

Marcelo -por otra parte- no actuaba como canciller de México. Apenas como abogado de Evo y Nicolás. 

“Recibir” con la espada al final del último tercio, consiste en llamar al animal con la muleta abajo, alzar la espada, aguantar  el empuje del toro quien con su avance hunde el estoque paso a paso. Hasta los “gavilanes” si hay suerte. Todo el impulso del toro concentrado en la punta de la espada.


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El “abogado” Ebrard, quien en el terreno diplomático tiene muy poca experiencia. Apenas unas semanas en la imaginaria cancillería de Manuel Camacho (otro improvisado) y este lapso de comprador de vacunas y fallido promotor del desarrollo centroamericano mediante la siembra de arbolitos secos, se puso abiertamente contra un verdadero “matador” de la diplomacia.

Almagro fue canciller con Pepe Mojica, fue embajador en China y comprende la izquierda continental, a pesar de sus pleitos finales con el Frente Amplio, porque ellos fueron capaces de echar a la calle a una sanguinaria dictadura militar y regresar al Uruguay a la democracia. 

En la OEA Almagro ha actuado en contra de la situación venezolana y se declaró adverso a los afanes reeleccionistas de Evo; los cuales a la larga le significaron el exilio en México y Argentina. Pero ese es otro cuento.

Las polémicas decisiones de Almagro, y su criticada gestión (la peor en la historia, dice MEC), no impidieron su reelección. Le ganó (23-10) a María Fernanda Espinosa. Eso de votar por el peor, suena conocido.

Pero el motivo de estas líneas es la respuesta de Almagro a las torpezas de Ebrard. Nuestro secretario de Relaciones, quien viene cargando un costal de dislates y una tonelada de incoherencias, escogió un mal momento para pegar el «arrión».


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Primero por el ridículo de la nota diplomática en contra del gobierno de Estados Unidos, por patrocinar a los conservadores golpistas a quienes el presidente acusó de recibir de la embajada americana, dineros y maíz con gorgojo.

Si bien Ebrard no es responsable de los gracejos y órdenes de su jefe, si lo es de ahondar los conflictos en lugar de procurar resolverlos, como solían hacer quienes entendían de esta  materia.

No hace falta ser Genaro Estrada o Matías Romero. Solamente se necesitan –para lidiar en la plaza de la OEA, como hacía Don Rafael de la Colina–, tacto y sabiduría, además de un rumbo fijo y no solo invocar “principios” cuya distorsión los convierte en “finales” y cuya aplicación se da en zigzag.  

Este espacio no alcanza para todos los dislates (insuficiente la edición entera). Quedémonos con la infausta memoria del entreguismo en decúbito prono ante Trump y la grotesca desorganización para la visita de Kamala Harris cuya invitación al Senado fue un delirio  zacatecano, por el cual hoy se traga gordo y se suda la ropa (términos taurinos).

El secretario general de la OEA le desea a Marcelo Ebrard la verticalidad y permanencia de las obras realizadas durante su gobierno en la CDMX. Es un buen deseo.

Y muy buena fue para Don MEC, la ignorancia (o amnesia) de Don Luis. No le recordó cuando lo corrieron de la policía ni los muertos del News Divine. Tampoco la fuga europea con la lumbre en los aparejos, por el metro hoy parcialmente caído. Pero con esta tuvo.

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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