Debe ser terrible en verdad tener siempre la razón. 

Triste no haber leído o comprendido a tiempo aquellos versos maravillosos de Efraín Huerta quien aconsejaba con meridiana limpieza poética:

“…Nunca digas a nadie que tienes la verdad en un puño,

o que, a tus plantas, quieta, perdura la virtud…”

Casarse con ella y llevarla del brazo a todas partes, lo mismo a la cátedra o al libro ilegible, pero sincero; lo mismo en asuntos políticos o en observaciones religiosas, sanitarias y hasta deportivas debe ser difícil. Ardua condición de este Sísifo de la persuasión, de este caudillo de la propaganda, de este cantor del único tono, la nota sola, la eterna música, la misma canción. Duro, pues.

La razón como credencial, como equipaje, como valija, como carga interminable cuya densidad agobia el paso y quizá hasta nuble el entendimiento, porque cuando alguien tiene la razón, esa sola convicción de papal infalibilidad, hace innecesario pensar. 

¿Para qué pienso, si la razón me asiste? Narciso siempre tuvo la razón cuando miraba el agua. 

Cómo debe ser abrumadora la luz de la razón insomne, cuyos párpados no se cierran ni de día ni de noche. No deja ver. Deslumbra, como en sentido contario hace la oscuridad de la ignorancia o la sinrazón. El sol total y la negrura absoluta no permiten ver. 

Y esa condición describe muy bien la reacción de nuestro Señor Presidente cuando alguien se manifiesta o actúa en contra de sus verdades. En contra de su razón o sus razones.

No existe causa genuina cuando ésta obstaculiza un capricho o un dogma presidencial. 

Las mujeres enfurecidas por once feminicidios cada día, sin solución ni procesos, quienes se manifiestan en contra de un candidato sospechoso de abusos y violaciones, no son víctimas de nada, son marionetas, muñecas de hábiles ventrílocuos opositores, manipuladas por los adversarios de la Cuarta Transformación y como tales merecen el desprecio, la valla y el gas. 

No merecen más y agradecidas deberían estar por la oportunidad de votar en favor del verriondo cebú, a quien el voto del hambre va a llevar a Chilpancingo.

Si los jueces perciben fallas constitucionales en las leyes cuyo sentido va en contra del texto mayor, entonces están al servicio de las empresas extranjeras y por so deben ser investigados por el Consejo dela Judicatura y también, ya encarrilados, por la Unidad de Inteligencia Financiera, esa sembradora del terror fiscal y en cuando a las transnacionales, esas deben comprender cómo se ha terminado aquí la tierra de conquista.

Las únicas empresas extranjeras bienvenidas son las vendedoras de vacunas para atender la epidemia del Covid 19 y eso porque hemos sido malos investigadores peores farmacéuticos (en toda nuestra historia no hemos descubierto nada superior a los “chiqueadores” y las “limpias”) pero buenos compradores, porque Marcelo salió con las alforjas llenas. Así pues, bienvenidos los extranjeros, pero no todos. 

El Señor presidente parte de un principio inamovible: él tiene la superioridad moral en todo este país. Nadie se le iguala. 

Y si tiene la moral, tiene la bondad y también la razón. Y si esta le pertenece, entonces no la tiene sus adversarios, quienes actúan por mezquinos motivos, por puro conservadurismo ansioso de recuperar los privilegios perdidos.

El la Italia fascista un lema tapizaba las calles y las conciencias aturdidas por la inclemente e incesante propaganda de Mussolini: “Il Duce ha sempre ragione”. 

Siempre tiene la razón. Aquí soportamos un equivalente, lo mismo ante un recurso de amparo (recuerdan el sabotaje jurídico con los amparos por Santa Lucía); una auditoría reveladora de las condiciones del despilfarro o una marcha por el descontento femenino.

No importa si las quejas salen de su propio partido. Un manotazo a tiempo aplaca a las insumisas. Y estas, acostumbradas a la obediencia, se callen al instante El toro va o va, ha dicho. Y así ha sido y así será.

La propiedad monopólica de la razón y la verdad, lleva –inevitablemente—a la intransigencia. Mezclada esta con el poder, conduce al autoritarismo. No hay remedio, no hay otro camino.

Es como dijo el estalinista Siqueiros: no hay más ruta que la nuestra.

LUNA

Gran cacique de Álvaro Obregón, Leonel Luna murió ayer en un accidente sospechoso para muchos. 

«No quisiéramos pensar que estamos entrando a un escenario en el cual comenzarán a presentarse sucesos criminales con motivaciones políticas», dijeron Jesús Zambrano y Nora Arias.

Pues si no quieren pensar en los hechos criminales, ¿cuál es el sentido entonces de hablar de ellos? 

–0–

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta