Quien sabe si los especialistas en el estudio de la conducta humana hayan analizado y descrito esa actitud por medio de la cual una persona asume para sí las consecuencias sociales y hasta políticas derivadas de la problemática conducta de sus subordinados.  

No se si sea una recompensa infalible en favor de quienes estuvieron firmes en los tiempos difíciles, ignoro si es gratitud por la adhesión pasada o simplemente una terquedad a prueba de balazos. Si es un pago, tampoco veo los rendimientos por tan malas inversiones del capital político.

No se si la vanidad valga tanto. 

Hasta en ese pecado hay grados. La vanidad de Luzbel nos obsequió al demonio, señor de los avernos, donde tantas y tantas almas moran la desgracia. Quizá el cielo tenga menos inquilinos.

En este sentido, no es lo mismo la soberbia del megalómano incapaz de rectificar sus apoyos y cobijos (tapaderas, les dicen en las mañaneras), junto a la pequeña vanidad del hombre simple. 

Los grandes hombres –o los poderosos, aunque no sean grandes–, cometen grandes errores. El resto de los mortales cuando mucho hacemos pendejadas. O pendejaditas.

En todo esto pensaba cuando leí la más reciente pataleta de  Sanjuana Martínez, una reportera facciosa de la izquierda cuya militancia fue recompensada con la Dirección General de la crónicamente inservible agencia estatal de noticias, Notimex, la cual se fue al caño por el peor de los caminos: un pleito patronal en cuyo curso la Cuarta Transformación se comportó como el peor de los patrones, asentada en los cuartos traseros de su empedernido pretexto de  luchar contra la corrupción.

Para no corromper la agencia, o seguir con el charrismo sindical o como haya sido, la condujeron a la huelga. Pero lo grave no fue solamente esa ineptitud política; emplearon los peores recursos incluyendo los desacatos de laudos laborales y la persecución de los adversarios. 

Total, la agencia está cerrada, quebrada financieramente; sin clientes, sin presencia y hecha pedazos. 

Y la señora Sanjuana Martínez,  quien desbarrancó la agencia y hundió la piragua, segura de su respaldo en el Zócalo, se niega a reinstalar a Adriana Urrea, secretaria general del sindicato   ( 384 días con banderas rojinegras) porque no le viene en gana. 

Y argumenta: “la lideresa Adriana Urrea no puede ser reinstalada, aunque así lo pidan las autoridades laborales. Urrea fue denunciada por un delito de peculado…”

Pues si el peculado llegara a probarse esa harina estaría en otro costal. nada relacionado con las violaciones contractuales, el derecho de huelga, la libertad de asociación, los derechos sindicales y todos las demás garantías atropelladas  en contra de Urrea y sus compañeros.  

La lideresa ha dicho: 

“…muchos de los despidos –como el mío– fueron por ejercer nuestra vida sindical, lo cual es completamente ilegal porque va en contra de la libertad de asociación. Ante esta situación, dados los motivos por los que nos despidieron interpusimos cada uno de los trabajadores una demanda individual. no es el primer laudo que se emite (el de Urrea), tuvimos algunos durante octubre…”

Y otros más tendrán y la envalentonada y sobreprotegida directora se los va poner de aretes o quizá se los cuelgue de otra parte. 

Si Notimex es una agencia del Estado, el jefe del Estado debería tener alguna palabra en este asunto cuya duraciòn ya es una vergüenza: exhibe al gobierno como incapaz de resolver hasta los problemas originados en su interior. Pero no es por incapacidad, es por terquedad y –quizá– complicidad. 

Y dejarlo en el regazo de la secretaria del Trabajo y Previsión Social es jugar a casita de las muñecas. Esa joven funcionaria cumple sus funciones recitando al revés y al derecho el catecismo de la 4T.

Así pues, los pecados de la señora Sanjuana tienen denominación de origen. Cualquiera se preguntaría si le sirve al presidente una colaboradora de estas características; si la política de comunicación social necesita una agencia cerrada y una mente más cerrada todavía. 

El problema estriba también en creer en una política de comunicación social. La hay de propaganda; no de comunicación. Pensar lo contrario es  darles a los responsables de esa  área una condición profesional de la cual carecen. Los medios del Estado, en manos del gobierno, tradicionalmente sirvieron para untarle al queso. 

Ahora ya ni queso hay. Bueno, si, el queso… 

GATINFLAS

Apenas ayer nos preguntábamos por la evolución del infectado epidemiólogo, cuando con sorpresa lo hallan en la colonia Condesa de paseo y apapacho noviero. Lindo…

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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