Ante la rabieta de los gobernadores “federalistas” y su creciente número de adeptos en diez estados de la República (la tercera parte del país), los sicarios mediáticos  y el gobierno responden con la eterna cantaleta: golpistas potenciales, “huertistas” en ciernes; imitadores de Augusto Pinochet con el SÍ, de aquella consulta austral o como dijo la senadora,  “cabrones”.

Pero sea como sea las formas de queja, oposición, inconformidad, desencanto, sentimiento de voto arrepentido tras la rueda de molino de la Cuarta Transformación, de la purificación de la vida nacional, del combate a la corrupción y todo es enorme etcétera, largo como un Tren Maya, son cada vez mayores.

Tanta es la inconformidad, tanto el incordio, como para producir el milagro de la brevedad oratoria del siempre vigoroso e infatigable verbo cotidiano del Señor Presidente, quien toma las de Villadiego apenas unos minutos después de iniciar uno más de sus sermones  en la montaña de Tamaulipas. 

–No hay condiciones, le dijeron mientras su Estado Menor Presidencial (el Mayor desapareció), le ajustaba un chaleco de cerámica,  descrito por los conocedores como un ensamblado de placas llamado 3-A Nivel IV (como la IV-T), de tres y medio kilos de peso, oculto bajo un incongruente gabán negro,  

Con esa protección y el maquinoff –a pesar de la elevada temperatura, no solo política–, el Presidente dio por terminada su presentación del día. Todo ocurrió el martes. 

Ese detalle, de por si poco importante, forma parte de un ambiente nacional inconveniente. Entre la inconformidad siempre puede haber oportunidad para un riesgo.

Ningún gobierno puede mostrar como una orgullosa evidencia de su eficacia y buen rumbo, tantos brotes de descontento. 

Se quejan los deportistas, los científicos, los cineastas, las madres y los padres de niños enfermos; los infantes cancerosos antes de morir le suplican medicinas, los laboratorios suben al cadalso, los industriales piden respeto al marco jurídico; los inversionistas extranjeros dudan, las calificadoras desconfían, las oposiciones se revuelcan, los intelectuales se sienten perseguidos (ahí esta el caso de Bartra); los periodistas ni se diga. 

Extraño cómo las mediciones de  popularidad van en sentido inverso  a la discordia, excepto si se mide en segmentos focalizados en los cuales se hacen las preguntas de la aceptación generalizada.

Pero la respuesta presidencial, al menos a las quejas en bloque de los “federalistas” es la misma: Tienen mínima importancia o ninguna. Son maniobras electoreras, dice:

“…Nosotros consideramos que esto es normal, es legítimo, respetamos esas posturas y como le tenemos respeto y confianza al pueblo, sabemos que no hay ninguna preocupación, no hay nada que temer, porque la gente ya no se deja manipular; aun cuando a nuestros adversarios o a la oposición los medios de información le (s)  den todos los espacios, todo el tiempo, ya la gente está muy consciente; aunque no va a gustar mi habla, ya la gente está muy avispada… 

“…Es una actitud propia de la temporada electoral. No sé qué estén viendo, qué estén sintiendo, qué les estará pasando. Y andan muy nerviosos, pero no sólo ellos, sino el Frenaaa 1, el Frenaaa 2; los medios, con excepciones, están buscando agruparse en contra de nosotros y están desatados…”

Así pues, nada sucede. Nada perturba la paz cesárea del Palacio. 

ONU PARA TODO

Es hasta jocosa la actitud del gobierno en cuanto a la Organización de las Naciones Unidas. 

–¿Vender un avión faraónico como no lo tuvieron Obama Iº ni  Ramsés II?

–Llamen a la ONU.

–¿Recuperar piezas de museos de Europa, tepalcates; códices  de Vaticano y un penachito de pilón?

–Llamen a la ONU.

–¿Conseguir vacunas?

–Llamen a la ONU.

Pero entre todo esto, ridículo de por sí, está la magnílocua declaración del Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard:

“…México está promoviendo, junto con los países de América Latina, la Cepal y otros países de mundo, que la ONU pueda ocuparse de la recuperación económica…”

—¿Cuándo la ONU ha logrado eso en su historia? Nunca. Ni la paz, ni el desarrollo. Ni cuando Wilson aspiraba a la Sociedad de Naciones.  Mucho menos una recuperación económica planetaria 

“…. (quizá) pueda haber una asamblea general extraordinaria sólo para resolver qué se va a hacer para recuperar el crecimiento económico y reducir el tremendo impacto social que está teniendo esta pandemia en todo el mundo…”

Pero  Ebrard usa la pantalla internacional, en su imbatible avance para hacerse de Morena y su candidatura, dijo Porfirio. Ya tiene lo primero. 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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