Mañana martes, con la certeza de un plazo cumplido, el Señor Presidente se dirigirá a los dos Méxicos.
El real, cuyo retrato no cabe en la imaginaria circunstancia de la palabra infatigable, y el imaginario, nutrido de realidades inexistentes, promesas incumplibles y un trazo de oro en cuya amplitud caben la felicidad, el progreso, la bonanza, el destierro de la corrupción, la doma de la pandemia y la felicidad de los muchos pobres y los pocos ricos.
Todos en la asamblea de la descripción feliz, donde no hay quiebra económica ni enfermedad mortal, donde todo apunta hacia el cielo como la flecha del arquero empeñado en llegar a la Luna.
Pero eso no tiene nada de original. Todos son iguales, los de antes y los de ahora. Los informes históricamente han sido el autoelogio, la promesa jamás lograda, la descripción de un México inexistente a lo largo de la historia.
“ ( 1911)… en esta ocasión, como en tantas otras, (el pueblo) sabrá sacar avante a la República de las dificultades que la rodean y mantenerla en la alta situación de prosperidad y cultura que le ha conquistado la estima y el respeto de las demás naciones”. Porfirio Díaz.
Lázaro Cárdenas, para no ser menos, decía:
“…señalar los escollos que haya por remover para lograr la más amplia y definitiva conquista de nuestra clase en todos los problemas que le afectan, desde los de la educación, de perfeccionamiento, de unión y de prosperidad…” Conquistas cardenistas, prosperidad porfirista. Bla, bla, bla. Pero vamos a tiempos más cercanos: “.. La verdadera dimensión de lo alcanzado está aún en la entraña del tiempo. Será fecunda si, como estoy cierto, con la Revolución Mexicana y con la Constitución de 1917 proseguimos, todos, ¡Arriba y Adelante…!” dijo Luis Echeverría. José López Portillo se despachó de este modo:
“…Ya pasó lo peor. “No desandemos camino; afiancemos lo que hemos logrado. “No lo tiremos, para volver a empezar...”
Decía Miguel de la Madrid:
“…El país se fortalece con la renovación: la perspectiva de México es positiva. El enorme esfuerzo realiza por el gran pueblo de México, que con orgullo he conducido, nos está sacando adelante…”
Carlos Salinas se dirigió así al país:
“Como Presidente de la República, seguiré́ gobernando para todos mis compatriotas, sin distingos y sin excepciones, pero trabajaré más para los que menos tienen…” Primero los pobres, pues.
Ernesto Zedillo se fue de largo:
“…Ese México de progreso, más democrático, más justo, exige la suma de nuestras voluntades y el vigor de nuestro afán. Hagamos nuestra tarea para cumplirle a nuestros hijos…”
Y Fox:
“…Aportemos sin regateos. Sumemos de buena fe.
“¡Yo haré mi parte, y la haré bien!
“¡Vamos juntos por México!”
Felipe Calderón incurrió en esto:
“…Es posible transformar a México porque su gente esta inconforme con su situación… porque tiene en sus raíces y en su historia una sólida identidad… si es posible transformar a México…”
Para Peña Nieto el panorama era luminoso:
“…De continuar esta tendencia México podrá erradicar la pobreza extrema antes de concluir la siguiente década…”
Y el presidente de la “4-T” no ha sido menos optimista. Al menos no lo fue en su primer informe formal, porque suele informar cada tres meses, por lo menos, además de repetirlo en sus comparecencias de cada mañana, todos los días.
as.
Quizás hayamos tenido 200 informes, pero el de mañana será de obligatoria constitucionalidad.
Algo parecido a esto nos dirá el Señor Presidente. Y no se necesita llamar a Casandra:
“…es mucho lo alcanzado en pos de los ideales de honestidad, justicia, legalidad y democracia. (…) Bastaría para demostrar que no estamos viviendo un mero cambio de gobierno sino un cambio de régimen…”
Quizá la novedad será la circunstancia. Nunca se había entregado al Congreso un documento elaborado con la mitad del país enclaustrada por una epidemia, ni se había enviado un mensaje nacional en circunstancias de generalizado contagio viral.
Pero eso –como anillo al dedo–, será utilizado para exhibir los grandes logros en materia de salud. Sin embargo más de 60 mil personas ya no podrán conocer esos avances. Están muertas.
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Aportemos sin regateos. Sumemos de buena fe.
¡Yo haré mi parte, y la haré bien!
¡Vamos juntos por México!
Ese México de progreso, más democrático, más justo, exige la suma de nuestras voluntades y el vigor de nuestro afán.
Hagamos nuestra tarea para cumplirle a nuestros hijos.
Me gustaron los extractos de don Porfirio, de Zedillo y de Felipe Calderon eran creíbles y congruentes von su momento.