Con un interés jamás manifestado cuando el parque de Chapultepec estaban bajo su responsabilidad como jefe de Gobierno del entonces llamado Distrito Federal y debía cuidarlo y protegerlo (bosque es una palabra excesiva e imprecisa para su actual condición), el Señor Presidente de la República ha comprado y puesto en marcha, una idea delirante y terriblemente onerosa: convertir las extensiones recuperables ante el avance urbano entre Molino del Rey y Santa Fe, en un enorme espacio ecológico-cultural.
Una vez más confundimos lo grandioso con lo grandote.
“el más grande del mundo”, nos ha dicho el SP, mientras el planeta entero, de Namibia a Alemania; de China a Machu Pichu, se estremecía de envidia.
Si dejamos de lado “la cultura” como uno de los pretextos más recurrentes para justificar cualquier capricho o una forma elegante de la propaganda (la ex Casa Presidencial de Los Pinos es una muestra), esta ciudad quizá requiera más agua potable, más seguridad, más empleo, menos contaminación y algunos hospitales (para no convertir autódromos en pabellones para enfermos de Covid), y menos museos, pues tiene demasiados y muchos absolutamente sin importancia.
Algunos museos son geniales, decía un humorista: de día nadie va y de noche están cerrados.
Pero como en la política no se cometen errores, sino uno inicial del cual los demás son consecuencias, el proyecto magno de toda magnífica magnitud, le fue encomendado a un vivales del esnobismo, el maestro Gabriel Orozco (pepenador Fifí, le dice un blasfemo), quien en casi 18 meses no ha dado pie con bola, bueno, ni siquiera pie con alguno de los balones ponchados de su desinflada exposición aquella en “El eco”, instalada como todas las “instalaciones”; para regocijo de quienes se instalan como diletantes.
Pero quien ha convertido una caja vacía de zapatos en una obra de arte (y también en una buena pila de billetes de algún junior juguero dispendioso y apantallado por el rollo), ahora quiere iniciar su desconocido proyecto con una “calzada flotante”, con lo cual nos prueba algo insólito: si en Babilonia colgaban los jardines, en la IV-T, los puentes flotan.
La tal “calzada voladora”, no es sino una lengua de concreto por encima del Periférico para conectar dos puntos. En total el proyecto, en tiempos de austeridad cuando se cuentan los chiles y las computadoras, es de 10 mil millones de pesos y el tiempo de ejecución entre 4 y 5 años. Dos mil millones por sección.
Pero si la austeridad resulta traicionada con esa magna e innecesaria obra también parece haber un manejo muy sucio del dinero. Con reforestar y reservar toda esa zona; demoler casas en barrancas y zonas supuestamente protegidas, retirar caballerizas y pavimentos, sería útil y suficiente para la ciudad, se prefiere lo caro carísimo.
Un vecino bien informado de los nulos avances y las dimensiones del margallate, integrante del Consejo Ciudadano Rector, me ofrece estos datos:
“…El reporte de avance de presupuesto e inversión de la SCHP muestra en ‘Desarrollo cultural’ un ejercicio de enero a mayo de 2020 por mil 766 millones, de los cuales mil 680 se fueron al Proyecto en Chapultepec.
“Novecientos 65 millones para 2 puentes y un túnel por debajo de Constituyentes y la pista ecuestre del Estado Mayor Presidencial (1.5 kilómetros). Y “módicos” 268 millones para «Estudios de preinversión para las 22 obras planeadas».
“El primer puente para unir la 1ª y la 2ª secciones; –‘La Calzada Flotante’– es un proyecto ya asignado por 186 millones, a una constructora “patito” de un prestanombres de Víctor Hugo Lobo y señora: “Fredel Ingeniería”.
“La obra con una longitud de 300 metros de largo y 12 de ancho, arranca de la ‘Plaza de la Lealtad’ -Molino del Rey- “flota” sobre la prolongación de Parque Lira y sigue entre el Periférico y el 2º. piso de tal vialidad, hasta aterrizar muy cerca del extremo norte del área de juegos mecánicos de la antes ‘Feria’. Al visitar el lugar se comprueba que aún flotando, cientos de árboles le estorban…”
Pero lo más notable no es la habilidad de estos mercaderes, sino su ineptitud: llevan 18 meses sin poder entregar un proyecto serio.
Puros retazos de ocurrencias en los cuales meten a la secretaria de Cultura, (“Fraustita”, le dice Lázaro Azar en memoria de aquella actriz y maquillista de las cintas de Juan Bustillo Oro, Dolores Sepúlveda Camarillo); a la jefa de Gobierno doña Sheinbaum y a la invisible secretaria de Ecología de la CDMX, Marina Robles. Como decir, “Las tres conchitas”.
«En su sesión ordinaria del mes de abril de 2019 –sigue mi informante—, este Consejo recibió la visita de la Secretaria de Cultura del Gobierno Federal, Alejandra Frausto, así como del maestro Gabriel Orozco, quienes nos confirmaron la iniciativa del Presidente de la República para llevar a cabo un ambicioso proyecto para el Bosque, incluyendo la integración de una cuarta sección en terrenos que actualmente ocupa la industria militar.
“Desde entonces, el maestro Orozco y su equipo de trabajo nos han presentado avances de sus trabajos. Se trata de proyectos aislados, de diferentes escalas y grados de avance, sin la articulación física, ambiental, social y financiera que permite un Programa de Manejo.
“En la sesión extraordinaria que se llevó a cabo el día 9 de los corrientes, se nos informó que próximamente se presentará un documento que contendrá una idea de conjunto, que se hará del conocimiento público y que podrá ser la base para un nuevo Programa de Manejo para el Bosque.»
“Al inepto Orozco, le ha tomado casi 17 meses NO ENTREGAR el proyecto del Jardín Imperial que le encargó el C. Presidente. Lapso mes y medio menor al tiempo -19 meses- que le tomó al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, iniciar, desarrollar, construir y entregar a otro López (Adolfo López Mateos), el Museo Nacional de Antropología e Historia, con todo y Tláloc a la entrada”.
La carta del Consejo Rector Ciudadano a los vecinos remata:
«Como es de su conocimiento, la Ley Ambiental otorga a este Consejo, entre otras atribuciones, las de evaluar y sancionar los programas y proyectos que se pretendan desarrollar en el Bosque.
“La autoridad competente para expedir el Programa de Manejo del Bosque es la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad. De acuerdo con la misma ley, la iniciativa que está desarrollando el Gobierno Federal, a través de su Secretaría de Cultura y bajo la coordinación del maestro Orozco, habrá de adoptar la forma de un nuevo Programa de Manejo del Bosque de Chapultepec, que sustituya al actualmente vigente.»
Hay algunas cosas claras en todo este asunto, pero la evidente es la incapacidad de Gabriel Orozco para algo más allá de sus proyectos personales o del reetiquetado de papitas fritas en una tienda OxxO, para cambiarle el nombre y ponerle (¡Oh!, genio) “Oroxxo”.
Cuando Diego Rivera firmó un contrato con Rockefeller por 21 mil quinientos dólares de entonces (1933, cuando un auto costaba 260 dólares), se convirtió en el artista mejor pagado de México. Pero nada para competir con el maestro Orozco, quien coordinará (“pro bono”, dicen) un presupuesto de 10 mil millones de pesos.
Y un dato adicional de la empresa capaz de construir un puente (calzada) cuya capacidad flotante vencerá la ley de la gravedad: todas sus obras (bastante rascuaches, por cierto, como la remodelación del cine Futurama de Lindavista), se han hecho en la delegación Gustavo A. Madero, por adjudicación de la alcandía, y antes de la delegación.
De granito en granito…
Vale la pena reflexionar acerca de este dispendio tan lejano al discurso de la austeridad. También se puede uno preguntar: ¿para esto se rifan hasta los aviones, sin avión?
En febrero de este año, “Oroxxo” le dijo a “Proceso”:
“…Está “a punto de terminarse un plan maestro general”, consistente en doce a quince nodos principales (infraestructura ya existente o por hacer, como el Castillo de Chapultepec, por ejemplo). A presentarse públicamente en breve”.
Pues su noción de brevedad es sumamente elástica o por decir algo congruente con la patraña, bastante flotante.
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