Algunas vestían de obispo y negro, colores asociados con el luto. Tapadas o descubiertas en la cuaresma opaca.
Silenciosas o escandalosas; gritonas o cantantes, en grupo –con hermanas y familiares, algunas con sus madres e hijas–, iban anudando la cadena enorme de una colmena irregular y policroma –verdes, azules, blancos–, cuyos brazos iban por la avenida Juárez o Hidalgo hasta desembocar en el Cinco de Mayo o Madero y llegar al Zócalo para, de una vez por todas expropiar el derecho a la Plaza Mayor.
El espacio central de México ya no es propiedad única de Morena, ni significa sólo el escenario de los grandes triunfos del Señor Presidente. Tampoco es más el patio externo de su casa.
Ayer, decenas de miles de mujeres, sin él y en contra suya y a su pesar; volvieron a meterle candela a la plaza, encendieron de nuevo comercios y calles, quebraron vidrios, hicieron una pira junto al poste de la bandera y alzaron su insignia de lumbre.
“Estamos muy encabronadas”, decía una pancarta altiva.
“Ni una más, ni una menos”.
Así coreaban y gritaban mientras miraban una instalación en el cemento de la plaza. Nombres de ausentes, conceptos, ideas contra la violencia por la cual padecen, sufren y se atemorizan por cosas tan simples como salir a la calle.
Detrás de las ventanas del Palacio estaba la otra cara del asunto.
Ahí vive el Presidente de la República y quien haya creído, como su secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero (Cordera, por lenguaje incluyente), en una marcha de protesta abstracta contra “las violencias”, se ha equivocado. Fue una marcha contra la incapacidad de gobierno , ya no digamos para contener o evitar esta violencia, sino para castigar justamente a quien hace de la mujer objeto de delito.
Del más simple al más grave.
Con niña Fátima, usada como símbolo mayor de la desgracia desventajosa de ser mujer en México. Y si además de mujer se es pobre e india, pues entonces ya la jodimos completita, ¿verdad?
Todavía ayer por la mañana y el mediodía el gobierno daba muestra de su incapacidad para entender este fenómeno social y político. La ya dicha secretaria Olga SC, para agradar al jefe, al jefe, enviaba este tuit:
“Quiero decirle a las mujeres de México, que desde la secretaría de Gobernación, las escucho y las acompaño en sus reclamos de justicia; estamos trabajando día a día para darle fin a las violencias machistas. Todas juntas, con sororidad, lo lograremos”.
Aparte del “leísmo” de decirle a las mujeres, en lugar de decirles a las mujeres (en plural), cosa propia de su escaso conocimiento gramatical, bien podríamos suprimir el tan socorrido y recientemente consagrado vocablo “sororidad”; el cual no es sino un mal “spanghlish” del inglés, “sorority”,cuyo significado más simple (dice el diccionario Appleton-Cuyas), es “club o hermandad de mujeres”, como esas famosas “Kappa, Alpha Theta”, “Chi, Omega” u otras muchas.
Así pues no imagino cómo la “sororidad” o formación de clubes femeninos, no de organizaciones políticas, pueda abatir la violencia contras las mujeres, en un país donde una niña en Chiapas o Oaxaca puede ser comprada por cuatro o cinco mil pesos, precio inferior al de una buena vaca, sin castigo alguno.
“Sorority, darling, sorority…”
Eso esta bien para quienes tienen casa en Estados Unidos; no en el Valle de Chalco. Pero en fin.
Durante el día, por otra parte, el Señor Presidente estuvo en Zacatecas. Ahí; como es su costumbre, con motivo de la efemérides del día, habló de historia patria y nos develó un profundo misterio relacionado con las mujeres, la Independencia y otros movimientos.
“–…Nada más imaginen. Si había un dirigente independentista, pues tenía a su compañera (no importa si era cura como Hidalgo, Morelos o Matamoros), y ¿qué?, ¿no platicaban?; ¿qué?, ¿no le decía él a su compañera cómo estaba la lucha?, ¿y qué? ¿no opinaba la compañera de ese independentista?
“Pues claro que sí, le daba su punto de vista (¡Ay!, Padre Miguel cuídese) , lo aconsejaba, lo asesoraba (yo creo José María, que deberías romper el sitio de Cuautla), ni modo que no participaran las mujeres…”
Y emocionado tras un largo recuento de virtudes femeninas y meritorias mujeres, el Presidente propone un Gran Salto contra el machismo:
“…Estamos en contra del machismo y todos tenemos que ayudar. El que no brinque, a ver, el que no se pare es machista.
“¡Ah!, ¿se van a quedar sentados?”
No, pos ya…