Con toda la maquinaria en marcha, con los eternos elementos para persuadir a los ingenuos, con mojiganga y música en el Zócalo, con exposiciones patrocinadas al vapor y recomendaciones a los medios de comunicación para disminuir decibeles en torno del femenino afán, a pesar de las mañaneras desbieladas; con declaraciones de oropel, con las agradecidas mujeres del presidente enmieladas en confusión entre empleo para ellas y derechos para las demás; con la simplona confesión del humanismo; contra viento y marea, con las críticas como si el viento acariciara a Juárez, con todo y contra todo, las mujeres han dado un  paso firme, y hoy –cuando estas hojas comiencen a ponerse amarillas bajo la luz del sol–, marcharán y sus pasos decidirán el antes y el después.

No importa si el Señor Presidente  grita a voz en cuello, ¡Vivan las mujeres! (nunca lo había hecho, ¿por qué ahora?, se pregunta el suspicaz),y obedece el griterío de las entusiastas del jolgorio y los acarreados a su mitin  de Calvillo, Aguascalientes, y besa a su señora esposa, doña Beatriz Gutiérrez, quien como todos sabemos suele cambiar de opinión en cuanto a las luchas femeninas, pero no ha sido así en  esa simbólica tarde, porque un día antes de la enorme marcha nacional y el más notorio paro de mañana, ha querido acompañar a su Señor Esposo  y juntos mostrar el afecto, el cariño, el amor conyugal, en un ósculo de fotografía como no mirábamos desde hace años cuando Vicente Fox y la Señor Marta expresaron su cercanía –no había coronavirus en esos tiempos–, con el telón de fondo de la Basílica de San Pedro, en el estado Vaticano.

Ellos luchaban por la anulación matrimonial; la actual pareja de habitantes del Palacio Nacional lucha por la Cuarta Transformación, lo cual es como el sagrado matrimonio entre la felicidad y el pueblo.

Pero muchas mujeres no lo han comprendido así. Si el Señor Presidente no las comprende a ellas, ellas ni siquiera deberían hacer un esfuerzo por entender a quien  las llama –entre otras cosas–, manipuladas del conservadurismo. 

Les ha dolido, ofendido y enfurecido el desprecio, mal disimulado hacia su bien conocida ausencia del lunes; les ha herido la puya del avión  en rifa, sobre cuyo sorteo se ha cambiado la fecha de venta de “cachitos”, inicialmente para el día nueve, fecha sobre cuyo significado social y político, el Señor Presidente fingió ni siquiera acordarse porque tampoco lo había colocado en su cabeza, y eso es extraño pues nunca ha perdido –al menos en el sentido político de las cosas–, ni rumbo ni brújula. Y para eso no hacen falta ni las Brujas del Mar, ni Frida Guerrera.

Su instinto superlativo y afinado, le impide equivocarse con tanta frecuencia y tozudez, como ahora cuando tosigoso quiere expulsar el hueso trabado en el esófago (iba a decir gaznate pero suena poco anatómico), en torno del único fenómeno de masas cuya dimensión lo ha rebasado de principio a fin y ante el cual no sabe cómo reaccionar. O mejor dicho, no sabe cómo reaccionar atinadamente.

Todas sus maniobras de control de daños, han sido ridículas, cuando no grotescas, aunque las quiera adornar con el elogio en boca propia, como su pueril, reiterativo e inaplicable decálogo sobre las rodillas, pieza de improvisación con la cual habría reprobado un  aspirante al premio de Oratoria del día de las madres en una secundaria.

Pero si eso fue de pena ajena, no lo es menos el “performance” de “Olga y sus muchachas”, las señoras de la “Gabineta” presidencial quienes quieren demostrar con su nombramiento la convicción de un gobierno al cual se le acaba el feminismo cuando no es una variable bajo su control. 

El problema de este desdén y esta suspicacia consiste únicamente en eso: el Señor Presidente rechaza como el vampiro a la cruz, todo aquello fuera de su creación, patrocinio, control o manejo político. El campo de la acción pública es suyo y de nadie más pues quien cruce la línea será únicamente porque desea acabar con él,  complotarse, perjudicarlo y quien a él perjudique actuará a no en contra de un hombre sino de un proyecto de Nación o de una nación proyectada con la sombra de una única voluntad e inteligencia: las suyas. Pues ya lo sabemos, suyos son el Poder y la Gloria. 

Lo primero ya lo tiene y no tolera rasguños a su monolito. Lo segundo, esta por verse. Si no hay gloria, al menos habrá glorieta.

La gloria, cuya puerta celestial se abre con el fin de la Pasión, tiene nombre de mujer, cosa medianamente notable hoy en este femenino Domingo de Ramos, al cual nadie le ha querido llamar por lenguaje inclusivo, “Domingo de Ramas”, pues las ramas en la puerta mostraban antaño un cierto oficio del cual ahora nadie va a acordarse. ,

El hecho es simple: esta movilización  ha sufrido el síndrome del Padre Amaro, el cual consiste en el fortalecimiento de algo cuando lo atacan desde el poder, como ocurrió con la SMI y aquella película basada en la vieja novela de Eça de Queirós. 

La iglesia amenazó casi con la excomunión y los jóvenes de entonces respondieron con una sonora trompetilla adquirida en Jericó. Norberto Rivera, como ahora el montuno cardenal Juan Sandoval, hicieron el ridículo y elevaron las ganancias de los productores y exhibidores de la película.

Mientras tanto en Sonora, la única entidad con gobernadora (CSP es Jefa de Gobierno y Regenta), se ha  admitido a trámite legislativo iniciativas para reformar las leyes estatales –Código Penal, Código Civil; Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos–, en lo relativo al “ciberacoso.”

A ese conjunto de iniciativas; enviado al congreso por la gobernadora Claudia Pavlovich, se le ha llamado “ley Olimpia”, en alusión a Olimpia Coral Melo, una veracruzana objeto de estigmatización y violencia social, por la divulgación de videos de contenido sexual. 

“En estos tiempos y ante la epidemia de violencia contras las mujeres, así responde Sonora dijo, la señora Pavlovich.  

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Un hombre, en la sobremesa, preguntó a otro. Comían varias parejas:

–¿Cuál es tu mayor miedo?

–Caer en la cárcel, respondió el otro. 

–¿Por qué?

–Sería horrible, te imaginas, la violación, el sobajamiento, la servidumbre, las golpizas, el trabajo de fajina, casi esclavo del jefe de crujía. No, ¡qué horror!

Los demás asintieron, pero una de las mujeres dijo: 

–Para sentir todo eso, para que te violen, te golpeen, te esclavicen, te limiten, las mujeres no necesitamos estar en la cárcel, nos basta con vivir en México, es suficiente con salir a la calle. 

“Aquí nos pasa eso todos los días, y cuando protestamos  nos dicen, piches viejas locas, no pinten la puerta, no rayen las paredes…”

Todos guardaron silencio.

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Uno no es profeta ni adivino, pero esto escribí el 20 de febrero:

“…la convocatoria matutina a los medios tiene como ya muchos lo han señalado, diversas facetas: es una especie de “town hall”; esto es de ágora. Es también un “reality” en el cual se exhiben sin pudor lambiscones y oportunistas, algunos con credencial y otros con disfraz de periodistas o “similares” de periodistas.

“Blogueros, tuiteros, “standuperos”, sacaplanas, acrídios del pasado venidos a más por su obsecuencia y lagotería; señoras de otoño tardío con la mano extendida para recibir el viático, veteranos de batallas perdidas, jóvenes ambiciosos en la ruta de la abyección, amigos a quienes el tiempo ha desconocido, antiguos compañeros de viaje, conductores de TV en busca de su eterno Doctor Livingston, menesterosos con ínfulas de importancia de siete a nueve y de cuando en cuando ingenuos cuya fe los lleva a creer —o al menos compartir—, las respuestas previsibles”.

Como si no fuera suficiente con lo ya sabido, ahora comienzan los problemas por los brotes de sarampión, enfermedad erradicada desde hace mucho tiempo y cuyo brote anterior fue en el 2005. 

Quince años después todavía andamos con problemas por la dotación de vacunas. 

Indudablemente la mejoría en el mejoría en el sector de la Salud en este gobierno es maravillosa. Nunca se habían visto tanta eficacia y diligencia. Hasta el Hospital de Petróleos Mexicanos en Tabasco podría ser puesto como muestra de servicios médicos a la altura de Escandinavia. 

La única diferencia es el calor. 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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