No se sabe si cuando los políticos hablan de marranos y marranadas lo hacen  mientras miran la ventana o cuando atienden el espejo.  Decídalo usted, pero su recurrencia sobre la piara,  genera por lo menos suspicacia.

Hace años Vicente Fox, experto en  zoología y entomología denigratorias, le dijo marrano al tribunal, electoral cuando ordeno retirar la  fotografía del candidato de las boletas electorales.

–Esas son marranadas, sentenció.

Tiempo atrás, en el segundo informe de  Ernesto Zedillo, Marco Rascón diputado entonces por el partido antecedente de Morena,  el PRD, se colocó una pieza de vestuario con cabeza de chancho y protestó ya nadie se acuerda por qué,  en  la Cámara de Diputados, en plena sesión de Congreso General. Se disfrazó de cerdo, pero todos supieron su identidad.

Diego Fernández de Cevallos se le abalanzó para quitarle el  capirote porcino, cosa lograda al final por Víctor Flores, el secretario general de los ferrocarrileros, quien  a su vez fue perseguido por ”El Pino” Martínez  de la Roca,  a fin de cuentas,  recuperador de la máscara.

No es nueva la injuria con  alusión al pobre chancho. Por siglos la inquisición les llamó  marranos a los judíos cuya conducta simulaba  el abandono de la  fe  mosaica, como se decía entonces, realizado con el único fin de protegerse y evitar las persecuciones contra los hijos de Israel.  Era una conversión simulada.

Más allá de lo injusto para los pobres cuinos, muchas maldades humanas se asocian con ellos. La anterior epidemia de virus, como la actual de Corona, y en  ese tiempo de H1N1,  se llamó de fiebre porcina, por la aparición de algunos casos en una granja de Perote, Veracruz,  y con máscaras de chancho recibían a los jugadores mexicanos de futbol en Honduras.

México le pidió oficialmente a la Organización Mundial de la Salud, limpiar el nombre de la epidemia y por favorcito no usar el tema por la fácil  asociación entre los humanos infectados y los cochinitos.  

Pero realmente los mejores momentos de la marranada política los tiene los  funcionarios de Morena. No se sabe la razón, pero casi,  casi cantan en coro.

Recordemos los dos casos recientes:

“(12 de enero).- Los empresarios que cuestionan el incremento de impuestos y la creación de otros en Baja California están “chillando más que un puerco atorado en un cerco”, dijo el gobernador del estado, Jaime Bonilla.

“En un evento este sábado en la Colonia Colorado 1, Bonilla defendió los impuestos aprobados con mayoría morenista el 31 de enero en el congreso local y acusó que hay empresarios que no quieren pagar impuestos.

“Mi posicionamiento ante muchos de los empresarios es que paguen impuestos, porque no pagan y están exigiendo que sus empresas estén vigiladas, que tengan luz mercurial, que tengan pavimentación… ellos sí. Y las poblaciones necesitadas, ¿quién los ayuda? Eso ya se acabó”, dijo el gobernador”.

Y apenas hace unos días, en reiteración de los expresado en una columna periodística suya, el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta , finísima persona, volvió a decir algo cuyo despectivo estilo venía como anillo en el dedo de los agredidos por otros “morenos” en la marcha por la verdad y la pacificación convocada por Sicilia y los Le Baron el domingo pasado. Primero les dijeron traidores; después, marranos.

“ Noticias MX.- Nuevamente se constituye en un escudero del presidente “a ultranza”, que emite su “juicio” y  después corrige o sale a ofrecer disculpas.

“Es el subsecretario de Gobernación federal, Ricardo Peralta Saucedo, en su más reciente affaire.

“Después de que AMLO hablara acerca de la Caminata por la verdad, justicia y paz en la conferencia mañanera de este 27 de enero, uno de sus muchachos salió al paso para defender a la 4T con un célebre refrán -por el que ya había sido cuestionado y criticado, Peralta aprovechó el contexto de la Caminata por la verdad, las declaraciones de Javier Sicilia y las protestas contra AMLO, para defender el proyecto de la 4T.

“Y el subsecretario de Gobernación tuiteó lo siguiente:

“A chillidos de marrano, oídos de chicharronero.#Refran de #FelizLunes.

Hace tiempo el ex presidente José López Portillo clasificó como un grave  riesgo democrático para el país al político chicharronero; ese cuya jactancia lo impele a decir cada y cuando  su capricho le manda: “Aquí nomás mis chicharrones truenan…”

Hay otras formas de la displicencia y la sordera ante le necedad,  como los oídos de cantinero para las torpezas del borracho, o como dijera poéticamente Efraín Huerta:

“A

“Palabras

“Necias

“La

“Silenciosa

“Sangrante

“Santa

“Oreja

“De

“Van Gogh”.

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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