Alguien, en mala hora dijo hace poco tiempo, el hombre más inteligente del gabinete del Señor Presidente, el más preparado, el más profesional, el de mejor carrera, el de más alta calificación política, es Marcelo Ebrard.

El aludido lo escuchó y terminó por creer tan apresurada definición. Claro, junto a la mayoría de sus compañeros de “establo”, es fácil creerse superior.

Pero a partir de allí, un día sí y otro también, Marcelo Ebrard se pasa (o se quiere pasar de listo), y en muchas ocasiones no hace sino meterse en complicaciones, caer en sus propias mentiras o seguir jugando al vivo, cuando sus argumentos se caen de maduros.

El más reciente desaguisado tiene relación con sus propias palabras. Recordemos cómo se metió al pantano.

Hace varios meses, en ocasión de un tirador solitario cuyas balas alcanzaron a mexicanos en El Paso, Texas, Marcelo armó un follón de los mil diablos. Todo está contenido en este despacho informativo. Como se ve, puro bla, bla, bla…

“Por primera vez en la historia, México presentará una denuncia por terrorismo en contra de nacionales de México en territorio de los Estados Unidos, así como la solicitud de extradición del ejecutor de la matanza en El Paso, Texas, adelantó el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón.

“También presentará una Nota Diplomática este lunes al gobierno de EU para solicitar con firmeza que fije una posición clara y contundente contra los crímenes de odio.

“Además, promoverá un encuentro de todos los países de habla hispana y de comunidades en EU, para impulsar la defensa correcta de acuerdo a la ley de derechos y cultura de habla hispana.

“Rechazo absoluto y condena de los hechos. México está indignado, pero no proponemos el odio contra el odio, actuaremos con la razón, con apego a la ley y con firmeza. Y entendemos que el pueblo de EU también está de luto; y nosotros aspiramos a lo vivido este fin de semana, nunca más se repita, nunca más’’.

Obviamente esto le permitió varias cosas: impresionar a su jefe (cosa en la cual parece experto, pues es el invitado más frecuente a las conferencias matutinas) y ganarse muchos titulares en los diarios por su firmeza en defensa de la patria. Pero haber llevado al extremo del terrorismo los asesinatos producto de una mente desquiciada bajo el estímulo de un verbo de odio promovido desde la Casa Blanca, ahora se le ha regresado.

Porque cuando los mexicanos, estremecidos por treinta mil muertes violentas en un sólo año (el año de la esperanza, el inicio de la tetramorfosis), solicitan lo mismo; declarar la violencia de los cárteles como terrorismo, en México, entonces doña Soberanía respinga y cruje.

Y ahí va Marcelo a la mañanera. Se envuelve en la bandera (como no lo hizo con la política migratoria, dócil y sumisa hacia Estados Unidos) y responde con singular modulación de patriota ofendido:

“…El canciller Marcelo Ebrard consideró ayer lunes innecesario calificar de terrorismo la actividad de los cárteles del país como pidieron al gobierno de Estados Unidos familias mormonas víctimas de la masacre del 4 de noviembre.

“El fin de semana, integrantes de la familia Le Barón pidieron al gobierno estadounidense calificar de terroristas a los narcos.

“En una misiva, que se puede leer en el portal Petitions White House, se hace referencia a que los cárteles mexicanos “controlan el flujo de opioides, heroína, metanfetaminas, cocaína, fentanilo” que se introducen de contrabando a Estados Unidos.

“Con recursos aparentemente ilimitados, ha resultado casi imposible detenerlos. Dirigen las principales redes de trata de personas. Secuestran y extorsionan con casi total impunidad. Sus actos desenfrenados de violencia y asesinato han invadido nuestras fronteras y creado una crisis internacional”, dice el texto.

“Alerta de que estas agrupaciones buscan “poder político” para crear un “narcoestado” y termina diciendo: “¡Son terroristas, y es hora de reconocerlo!”.

A raíz de este hecho, en la rueda de prensa de ayer desde Palacio Nacional, el canciller habló del concepto de “narcoterrorismo” y recordó que este tiene una implicación y un impacto jurídico internacional.

“Hay una legislación norteamericana que posibilita que cuando se declara, se determina, a un grupo como terrorista, entonces se invocan estas disposiciones para actuar de manera directa”, dijo.

“Pero esto “por supuesto, México jamás lo aceptaría”.

A la luz de estos argumentos uno se puede preguntar, ¿sirvió de algo la demagogia de El Paso?

Y en lo de Evo… ni hablar.

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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