Mientras los taxistas inconformes, como hormigas rosadas o blancas se iban agrupando en tono de los puntos más transitados de la capital, la secretaria de Gobierno de la Ciudad de México, Rosa Isela Rodríguez, repetía como tarabilla la canción de la ineptitud: estamos  dispuestos al diálogo.

Diálogo, diálogo, palabra sin sentido cuando se le pronuncia fuera de tiempo.

–¿No han sido suficientes los años de negociaciones y la inevitable recurrencia al complejo del mesero (para todo poner una mesa)?

Y cuando se habla de años no se exagera. Esta información proviene de hace tres años, precisamente de un trece de octubre:

“CIUDAD DE MEXICO.- Cientos de taxistas bloquearon el miércoles el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México en protesta contra Uber y otros servicios de transporte solicitados vía telefónica.

“Las tensiones se intensificaron en ocasiones, cuando los taxistas empujaron y arrojaron piedras contra los autos de quienes sospechaban eran conductores de Uber mientras éstos trataban de abrirse paso por los carriles abiertos del bulevar.

“Los taxis rosas y blancos rodearon el Ángel de la Independencia durante horas, causando un severo embotellamiento vehicular.

“Para la tarde, las autoridades habían logrado reabrir una de las vías de Reforma, informa The Associated Press”.

“Encabezados por sindicatos de taxistas, los manifestantes insistieron en que Uber les afecta económicamente y es un servicio anticonstitucional.”

La vejez de estas líneas (y las hay similares aun de más lejana data), no impide su repetición. Cualquier reportero podría haber enviado ese despacho a su redacción ayer mismo, sin  quitar ni una coma, lo cual, significa –si Perogrullo no anda idiota–, la permanencia y prolongación del problema. No han podido con él ni los anteriores, ni estos cuya capacidad también sirve para untarla en el Camembert.

El problema de los taxistas siempre ha superado a la capacidad de los burócratas. Hoy es igual.

Más allá de quien tiene la razón –entre los concesionados y los “aplicados”–, lo importante es quien tiene el problema: la ciudad.

Cuando no son los electricistas son los policías federales o los ciclistas, pero esta es una ciudad destinada a la parálisis. La secretaría de Movilidad es un sueño de opio y el destino de las protestas es la desatención.

Para protestas, las mías, les dice el nuevo régimen con la vista puesta a su pasado de movilización, incendio y piedra. Grite y tuerzan, no nos vamos a mover. Y no resuelve el gobierno y no se mueven los inconformes. Tampoco se mueven  los taxis y las cosas crecen y aumentan y así se va pateando el bote sin poner orden en la capital mundial del desorden.

En la ciudad hay 140 mil concesionarios de taxi. Hay casi cien mil, “aplicados” y un número no cuantificado de “piratas”, controlados en algunos casos por grupos adheridos a Morena, especialmente en las delegaciones periféricas.

¿Cuál va a ser la solución de este problema del servicio público de transporte sin  ruta fija, como les decían antes a los ruleteros? Ninguna. No se va a solucionar jamás.

Van a sobar el problema, se instalarán “mesasdedialogo”; se van a anunciar recetas milagrosas y ocurrencias geniales y dentro de un mes o un año o dentro de otro mes y también dentro de un año, habrá otra marcha, bloqueo y demás, igual a la de ayer.

Y así a la eternidad.

Pero no solo en la ciudad se cometen dislates.

El fin de semana en Oaxaca al Señor Presiente le dijeron cómo sus promesas de atender a los pobres se quedan en escenográficos cheques para las fotografías de la propaganda. Es culpa de los anteriores, dijo.

¿Cómo puede la burocracia del pasado contaminar la entrega de dinero de un programa recientemente inventado, inexistente antaño? Un misterio.

Y cuando alguien protesta se le responde así:

“…No es lo mismo de antes, esto ya cambió. Y nos confundan, vayan respetándonos. Lo digo cariñosamente, no confundan la política con la politiquería.

“Eso tiene también que irse quedando afuera. ‘Ya chole’, como dicen los jóvenes. Si cae mal una autoridad, ahí van a estar cuestionando, cuestionando, cuestionando a la autoridadad.

ERRATAS.

Se publicó ayer en esta página: “En las transformaciones de la viuda en estas tierras…” y yo había escrito, “…en las trasformaciones de la vida en estas tierras…”

Y luego: “…una colisión cuyos efectos aun acerramos con fardo…”, pero el texto decía: “…cuyos efectos aun acarreamos como fardo…”

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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