En una tarde sin  registro ni memoria, cerca de los meses finales de 1952, mientras el tabaco soltaba nubes azules y la brasa roja iba del cristal a los labios, Juan Rulfo escribió esto:

“…Y de entre el humo íbamos saliendo nosotros, como espantajos, con la cara tiznada…”

Y así como los arrieros de negocio de cueros, de pellejos, cuando la peonada quería hacer la Revolución con el dinero de los ricos, según cuenta “El llano en llamas”, así fue saliendo, a tropezones de humo, la ciudad envuelta en un capullo de aire sucio, pasmada en sus hedores de gasolina quemada, de drenaje infinito, de ozono picoso y de sulfuros sulfatos (sus flatos); adormecida, atosigada y con los ojos rojos, rojos, como anuncio de colirio allá en la difusa esquina de Peralvillo donde aun se expenden las famosas tortas del Cine de la Villa, pero hoy condimentadas con partículas PM-02.5, las cuales nos llevan a otro grado de ponzoñas invisibles, porque tan breves y nanométricas son las briznas microscópicas, como para rellenar, sin ser percibidas, despacio, los alveolos, pulmones y plaquetas; micras de tizne, como la cara de los revolucionarios del llano llamarada , como para lograr la lenta sofocación de los pulmones hollinados, atascados con humos, polvos  y mierda de perro echada  a secar al sol de la banqueta.

Pero la ciudad se deprime con la evidencia de su indefensión: es como si un  tsunami de polvos denso y grises, formado por todas las miasmas volátiles imaginables, hubiera envuelto los edificios y las calles, como el infinito sudario de una momia impotente.

Nadie puede haber nada en realidad.

La humareda se ha salido del control de los cientos de incendios en los montes periféricos, de por sí pelones, rapados y deforestados hasta perder suelos y follajes, y quienes viven de administrar la dádiva y la demagogia, es decir, las “autoridades” no saben cómo reaccionar y cuando lo hacen es apenas para balbucear huevadas o cruzarse de brazos porque en el escritorio no encuentran recetarios o “protocolos” de los anteriores, sin  mirar cómo la escopeta de sus palabras le atina a la pezuña de sus desatinos, porque varios conspicuos actores del transformador “Morena” (cuando de otra forma se llamaban), fueron los responsables (¿responsables?), de la ecología en sucesivos gobiernos de izquierda cuya mala gestión nos tiene donde estamos, ¿o ya olvidaron su pasado, Alejandro Encinas y Claudia Sheinbaum?

Y como su fuéramos  una antigua tribu sometida al capricho de los dioses (o quizá nada más eso somos), apostamos todo a la ruleta de los “tlaloques” y anhelamos escuchar el coro de las ranas en llamado de la  lluvia y no percibimos ni  el trueno del temporal, ni oímos cómo se derrumban las madererías de Dios y alzamos la mirada al bajo cielo, al techo de humo y pedimos lluvia, por piedad, lluvia, siquiera una poquita, porque no se nos ocurre nada, ni siquiera tan estúpidamente ingenioso como aquellos ventiladores gigantescos propuestos por Heberto Castillo para lograr vientos de limpieza del aire desde los montes, cerros y volcanes de la cuenca de México, donde, en mala hora, se nos ocurrió, hace cinco siglos, dejar crecer con insólito gigantismo, la ciudad más grande del mundo, en el peor lugar del planeta.

Pero eso sí sabe hacer la autoridad: esperar en medio de recomendaciones tan imbéciles como no cocinar los alimentos ni con gas, ni con leña, ni con carbón sino –de seguro—con la mirada poderosa de Supermán o la concentración de la luz en una lupa.

Y también sabe restringir el uso de los automóviles y fomentar la manía ciclista y de patinetas, no obstante su propia recomendación de no hacer ejercicio al aire libre, mientras se espera la providencial intervención de Ehécatl, el dios del viento, primo de Eolo, Fujin, Raijín y Euro, entre otros.

Así se gobierna en la Cuarta Transformación, sin plan real, sin proyectos sensatos, más allá de los enunciados en ciento y cientos de papeles en cuya redacción se repiten discursos políticos, lugares comunes y cantaletas, mantras, salmos y encíclicas, con los recursos provenientes de la austeridad destinados al dispendio aparentemente caritativo, cuyo fin no es ninguno más allá de comprar desde ahora los votos de futuras elecciones, afianzar una clientela dócil, sumisa y agradecida para la cual unos pocos pesos son la prueba de ciudadanía negada por las malas condiciones de la injusta vida social del neoliberalismo, enaltecida ahora por un gobierno capaz de imaginar el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, excepto cuando quien roba es el pueblo mismo, como en el caso de los 11 mil millones de pesos adeudados por energía eléctrica en Tabasco.

Pero eso no es robo, es resistencia civil.

La ciudad, si a ella debemos volver, como siempre, vive sostenida del aire y el aire está sucio y resulta tóxico como las interminables balaceras de cada día.

No se le ocurre a la ciudad de los Pilares y las dádivas, de la innovación, absolutamente nada, ni siquiera cumplir con las teorías de sus propuestas de campaña.

Quizá el problema radique en la terca idea para confundir ecología con automóvil y atribuirle todo el desastre de la mala calidad el aire a los automóviles y dejar de lado las otras fuentes de emisión de contaminantes, a pesar de los innumerables y reiterativos estudios cuyo resultado prueba lo contrario.

Eso sin  contar la capacidad de simplificación (puerilidad), de algunos problemas.

Vea usted –sólo  como un ejemplo–, esta genialidad contenida en el proyecto de la señora Sheinbaum:

“Marco normativo para optimizar beneficios de transporte, mejorar atención del usuario y mitigar externalidades negativas de servicios privados y plataformas de movilidad (¡indimoder!).

“Líneas de acción:

“Regulación y mejora del sistema de taxis tradicional y del sistema de taxis basado en aplicaciones

“Regulación de nuevos sistemas de movilidad: bicicletas sin anclaje (y barcos sin pedales), patines eléctricos”.

Parece mentira pero si se leen las líneas de acción, del proyecto general, no hay una sola en la cual la ecología o la atención del medio ambiente sean una materia en si misma.

Vea esta subdivisión  temática:

“…Programa de ReconstrucciónPrograma de Gobierno, Movilidad sustentable, Estrategia para una ciudad de México segura y en paz, Propuesta de renovación funcional y tecnológica del C5, Estrategia de seguridad Paz y justicia de la Ciudad de México, Nuevo sistema de puntos y trabajo comunitario; en fin, aportaciones ala corrección política, pero diagnósticos de no se puede en algunos de los puntos.

Revisemos la profundidad del imposible proyecto de electrificación del transporte público y privado:

“Nuestro análisis del mercado internacional de fabricación de automóviles, motocicletas y autobuses con tecnología de punta, nos ha llevado a la conclusión de que hay algunos  obstáculos importantes para lograr nuestros objetivos.

1)  Los productos diseñados por las grandes armadoras que contienen innovaciones tecnológicas sustantivas en materia de eficiencia energética y de seguridad son de alto costo para una ciudad con las condiciones socioeconómicas como la nuestra. (Un autobús eléctrico cuesta casi 60% más que un autobús de diesel)

2)  Muchos de estos productos están diseñados teniendo como público objetivo los mercados de ciudades de países desarrollados, y no las condiciones urbanas y geográficas de ciudades de países en desarrollo. (Pocos modelos de autobuses de bajas emisiones de menos de 20 toneladas)

A qué los invitamos:

“Retrofit” (yo retrofiteo, tu retrofiteas…) de vehículos en uso

Incorporación acelerada de vehículos híbridos y eléctricos de menor costo

Diseño para la sustitución de moto-taxis (¿en vez de transportar “grapas” en Tláhuac?).

“Diseño de autobuses para la gran diversidad en la forma urbana, geometría de calles (como si no se pudiera modificar ), servicio requerido (¿no será el servicio propio de un autobús, el cual consiste en transportar muchas personas en un solo vehículo?), y orografía de la Ciudad de México.

“Incorporación de la movilidad como servicio (¿alguien podría explicar esto?)

Uso de las tecnologías de la información (¿Como pa’qué?, digo)

Lo grave no es hacer esto, sino considerarlo como algo serio.

Y no, esto no es serio.

*En recuerdo de Rafael Ramírez Heredia

–0–

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

1 thought on “Todas las esquinas de los ojos rojos”

  1. Propongo que en los segundos pisos se instalen trenes eléctricos o «metro» y eso además de democrático, ayudaría a recuperar la inversión de las constructoras más rápido.

Deja una respuesta