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Muchas veces los mexicanos tenemos una actitud cuyo nombre quiero ahora bautizar o describir: sordera cercana. Así como los ancianos tienen pérdida de la memoria reciente, pero conservan frescos recuerdos de tiempo atrás; así los mexicanos, especialmente desde el gobierno, no logramos escuchar las voces cercanas y sin embargo percibimos todo cuanto sucede afuera.

Los de aquí nos lo dicen, nos lo repiten y la sordera nos impide saber de las cosas. ¡Ah! pero viene alguien de fuera y nos repte la misma cosa, o la declara en una conferencia internacional o se lo lleva de adorno a una sesión de las Naciones Unidas, la OEA o el Fondo Monetario; la Casa Blanca o cualquier lugar remoto y entonces nos caen las cosas como novedoso balde de agua y a veces hasta caso hacemos.

Por eso le damos un extremo valor a los reconocimientos extranjeros. Por eso hasta quienes nunca en su vida han leído ni leerán un verso, hoy se dicen devotos de José Emilio Pacheco. “Le dieron el Premio Cervantes”. Y no se dan cuenta de algo muy simple: los poemas valen –y dicen– lo mismo con el premio o sin él y Pacheco se ha pasado cincuenta años de su vida en la joda de la literatura día tras día.

Esta digresión en materia de literatura se vale en todos los campos. Sucede igual en casi todo. Nuestro valor o nuestra reflexión sólo se estimulan cuando las cosas suenan fuera de nosotros. Tenemos sordera cercana y una extrema atención a lo distante.

Ahora le hacen caso a Ángel Gurría. No por su nuevo valor, sino por su nuevo cargo. Ya no es el “ángel de la dependencia”. Ahora es el secretario internacional de la OCDE; la poderosa y muy decorativa Organización Mundial para el Desarrollo Económico.

A mi me parecen las ideas de Gurría importantes desde hace mucho tiempo. Recuerdo cuando propuso una reforma fiscal integral y el Partido Acción Nacional, con la miopía de las oposiciones crónicas, se la bloqueó al gobierno priísta, no por estar equivocado o carecer de visión y pertinencia, sino por ser del PRI.

Pero hoy Gurría es escuchado de otra manera. Y una vez más vuelve a decir las cosas, ahora desde afuera, o con una representación internacional, así sea en un foro de reflexión organizado por el gobierno del estado de México al cual los panistas le hacen el fuchi por considerarlo un acto de preparación electoral de Enrique Peña Nieto.

Si bien el foro, como toda acción política tiene efectos a futuro, por ahora se trata de acopiar información y reflexiones para más adelante tomar decisiones, con base en aquella vieja certeza explicada con brevedad y profundidad por don Alfonso Reyes: entre todos lo sabemos todo.

El Foro de Reflexión, “Compromiso por México” es de contribuir con ideas, cuya aplicación permita encontrar un nuevo rumbo y transformar al país con reformas profundas. Al menos así lo define su promotor, el gobernador Enrique Peña Nieto, quien presentó la segunda fase de este esfuerzo intelectual los días anteriores.

José Ángel Gurría Treviño analizó las perturbaciones financieras y económicas de la crisis contemporánea y la describió –sobre todo en materia de empleo–, como la cara más dramática en el país. Veinte millones de desempleados (o subempleados sobrevivientes en el “tostoneo” de la vida) en un país cuya profunda caída ha sido calificada por la OCDE como una de las peores del planeta.

Además expuso: a pesar de haber logrado una importante estabilidad macroeconómica y monetaria, “aún no hemos sido capaces de generar un crecimiento endógeno fuerte, un crecimiento de largo plazo, impulsado por un mercado interno vibrante y por una economía competitiva”

El secretario general de la OCDE dijo sobre México: “tiene un nivel de desigualdad que es tres veces mayor al del promedio de aquéllos países a los cuales nos queremos parecer un poco más, desde el punto de vista de igualdad, desde el punto de vista de oportunidad, de calidad de vida”. La brecha es tan grande que tiende a paralizar el crecimiento.

Y por si eso fuera poco calificó como deficiente el estado jurídico nacional; habló del deterioro de la seguridad pública, y planteó la necesidad de una reforma integral del sistema de administración de justicia como “un imperativo político y social urgente”.

Posiblemente esa calidad en el diagnóstico y la crudeza de la vivisección sean los motivos complementarios de las críticas al gobierno de Peña Nieto. No hurgar, no rascar, no revelar ni mucho menos propalar diagnósticos incómodos; esa parece ser la tónica. Bueno, ni siquiera hablar mal de la selección nacional en sus entrenamientos con africanos tan africanos.

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Pero si se habla de diagnósticos incómodos, el gobierno se ha visto ante la necesidad de tragarse un sapo.

Mientras en México muchas voces han demostrado la equivocación fundamental de confundir un proyecto de seguridad pública con un esquema de seguridad interior y una posterior necesidad de seguridad nacional con una guerra contra un enemigo invisible, ubicuo y adherido al tejido social, en Estados Unidos acaban de llegar a la misma conclusión.

El Presidente Obama ha dicho: desde los tiempos de Nixon hasta ahora, esta guerra contra el narcotráfico no ha dejado satisfechos a los ciudadanos americanos. Es decir. No ha servido. O si se quiere, esa guerra, como la de Vietnam, se ha perdido. Y tardaron 40 años en darse cuenta, cuando todos, hasta ellos lo sabíamos.

El zar antidrogas de la administración Obama, Gil Kerlikowske, anunció un cambio en la estrategia de la lucha antinarcóticos, para “romper con el círculo vicioso” de la dependencia y la delincuencia en Estados Unidos y afianzar, al mismo tiempo, los lazos internacionales con países como México para destruir a los cárteles, así como poner fin a un trasiego cuya vigencia genera elevados riesgos para la salud de las personas y la seguridad de la nación.

“Desde que el presidente Richard Nixon declaró a las drogas como el enemigo público número uno [de la nación], hemos estado hablando de la guerra contra las drogas, y la verdad no creo que el pueblo estadounidense haya visto un gran nivel de éxito. “Seguirla llamándo ‘guerra’ nos limita en recursos. Tenemos que ver este como un problema de seguridad, pero también de salud”, dijo el Zar sin explicar cómo se rompe el círculo vicioso de algo vicioso de por sí.

Pero esas son minucias.

Sin embargo ese golpe de timón, al menos aparente, no es el batracio reservado para la cena de Felipe Calderón con Barack Obama en Washington y en cuya preparación el gobierno mexicano se esmera como una quinceañera frente a la promesa de su crinolina, su chambelán y si vals con todo y escalera de hielo seco. No.

El magnífico anuro lo ha adobado la señora Hilaria Clinton, si se nos permite la traducción de su bonito nombre cuyo santo se festeja, como, todos sabemos, el 12 de agosto.

Y si a usted le interna esta píldora de hagiografía, pues ahí le va la historia de esta desventurada santita. Santa Hilaria, madre además de la mártir Santa Afra. Oraba un día con sus criadas Digna y Euprepia (así se llamaba la pobre) junto al sepulcro de su hija. Allí la quemaron (se supone aun viva) sus perseguidores. Las dos criadas fueron decapitadas. Todo ello sucedió en el año 304 en Ausburgo y no, como podría pensarse, en Badiraguato o en Monterrey.

Bueno, pero decíamos de la señora Clinton antes de esta santificada digresión. La ilustre dama, cuya conducta ante el comportamiento lascivo de su esposo la ha llenado de buenos comentarios y de una aureola casi como la de Euprepia (además del nombrecito le cortaron la testa), le ha asestado este mandarriazo a los señores de Los Pinos:

“La secretaria de Estado, Hillary Clinton, afirmó (dice David Brooks) estar horrorizada por la violencia de los narcotraficantes en México, y dijo que no hay una estrategia efectiva en la lucha antinarcóticos en el país vecino y otras partes del hemisferio.

“La brutalidad, la barbarie de los narcotraficantes en México está simplemente más allá de la imaginación”, afirmó. En un discurso pronunciado en Washington durante la conferencia anual del Consejo de las Américas. No tiene Casio hurgar en la herida con el recuerdo de los comentarios de la señora Napolitano en torno de la poca eficacia del Ejército Mexicano.

“Clinton agregó: “Necesitamos estrategias más inteligentes, más efectivas para abordar esta amenaza continua a la sociedad civil, a la legitimidad, al ejercicio gubernamental en áreas que necesitan ser controladas… tenemos algunos buenos ejemplos de lo que sí funciona, pero no estamos ni cerca de lo que yo podría considerar una estrategia efectiva”.

“Estados Unidos, indicó, ha invertido muchos fondos en la Iniciativa Mérida, como en el Plan Colombia. Aun así, destacó, “ésta es una enorme amenaza a la gobernabilidad, las economías y la calidad de vida en América Latina, pero particularmente en Centroamérica y México”, y reiteró el compromiso estadunidense de otorgar toda la ayuda posible para apoyar esa lucha”.

Lo interesante no es todo eso. Ya se sabe, siempre antes de una visita mexicana a Washington alguien se encarga de poncharle las llantas a la limusina presidencial para ver llegar al invitado con ampollas. Siempre es así.

Lo importante es el lugar donde habló Hilaria y cómo saltó del tema narcótico los otros asuntos de interés americano. Habló en el Consejo para las Américas el cual no es sino un fondo con pantalla de investigación social de los Rockefeller; dueños originales de la Standard Oil. Y ante ellos ha Dicho:

“… se han visto algunos éxitos en Colombia y México en ofrecer mayor oportunidad económica de manera más amplia, pero hay más que hacer para lograr promover políticas apoyadas por los sectores público y privado para mejorar a los que están abajo y superar la desigualdad en esta región del mundo… Hillary Clinton indicó que la “seguridad energética” es uno de los principales.

Entre otros rubros que resaltó en el hemisferio, Hillary Clinton indicó que la “seguridad energética” es uno de los principales. Ante los empresarios reunidos en este foro, la funcionaria de la Casa Blanca afirmó que el gobierno “está preparado para invertir fondos gubernamentales y solicitar fondos del sector privado, a fin de intentar desarrollar los sectores energéticos”.

También reiteró la prioridad de promover el libre comercio (término de cada vez menor uso), indicando que aún se busca lograr ratificar los acuerdos de este tipo pendientes con Panamá y Colombia.

No se sabe si la furia de Obama por el derrame petrolero causado por las empresas a cuya inepta voracidad la burocracia neopanista mexicana pensaba concesionarles la perforación de nuestros recursos en las aguas profundas, conocido como “el tesorito”, forme parte de esa intención clintoniana de “promover” nuestro desarrollo energético.

Ya comienza a parecer el peine, pero mientras nos escarmenan con él, una frase de aparente cortesía:

“Mis amigos de México, quienes estarán aquí en gran número la próxima semana (por la visita de Estado que realizará el presidente Felipe Calderón Hinojosa), entienden que tenemos algunos retos en ese frente… pero estamos intentando resolverlos y estamos muy entusiasmados con la visita del presidente Calderón”.

Yes, Chucha, yes of course.

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Pero ese entusiasmo debería reflejarse en la veracidad del enfoque sobre otro asunto grave en las relaciones: la cuestión migratoria, el enfoque del exterminio de los migrantes.

Veamos parte de un estudio elaborado por la Quinta Visitaduría de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos el año pasado (antes la ley Brewer en Arizona), en el cual se incluyen análisis de fondo de especialistas binacionales en el tema migratorio:

“El control migratorio dejó de ser una atribución específica del Gobierno Federal estadounidense cuando algunos de los estados de la Unión Americana cuestionaron la eficacia de las acciones federales para contener la migración indocumentada, en particular la proveniente de países como México.

“En los años más recientes, el espíritu nacionalista de algunos ciudadanos estadounidenses conservadores ha acentuado con tintes racistas y xenófobos su oposición a la migración indocumentada que ha alcanzado la cifra de alrededor de doce millones de personas.

“De estos migrantes irregulares, se calcula que siete millones son mexicanos lo que les da el carácter de primera minoría.

“La idea de una “invasión mexicana” fue creciendo en el ánimo y en la animadversión de algunos sectores estadounidenses debido a la difusión de señalamientos en contra de los migrantes como que despojan a los ciudadanos de fuentes de empleo, que violan las leyes de migración sin recibir castigo, que usan servicios públicos sin el debido pago de impuestos, que son responsables del potencial colapso del sistema de seguridad social y, también, que son focos de infección social con criminalidad, pandillerismo y drogadicción, entre otras acusaciones.

“La reiteración de estas afirmaciones ha venido arrinconando al migrante, respecto del cual la discusión se ha centrado, en su mayor parte, en posiciones de rechazo más que en la búsqueda de soluciones estructurales.

“Algunos congresistas de legislaturas locales han optado por promover restricciones legales para los migrantes en cuanto a su acceso a derechos básicos como empleo, asistencia social, cupones de comida, licencias de conducir y atención médica.

“Ante la aparentemente positiva recepción que tuvieron algunas iniciativas antiinmigrantes, demócratas y republicanos encontraron en este nicho otro vehículo de convencimiento para sus electores. Posteriormente, sin embargo, los demócratas matizaron su estrategia y suavizaron sus propuestas migratorias y se encaminaran hacia el control de la migración y el respeto de los derechos básicos de los extranjeros en el país. Los republicanos, por su parte, acentuaron la criminalización de los migrantes”

Como se puede ver las cosas no son ni tan nuevas ni tan sorprendentes. ¿Dónde estaban los aguerridos defensores de la mexicanidad cuando todo esto ya se anunciaba y hasta se divulgaba por parte de un órgano autónomo del Estado mexicano?

Pues quizá estaban de compras en Miami.

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El asesinato del candidato panista Mario Guajardo Varela (además del crimen contra su hijo Luis Mario Guajardo Adame y el señor Fernando Treviño), no solo afecta la normalidad de la vida regional sino le hace un boquete a la necesaria estabilidad del gobierno en el proceso electoral en curso.

Por eso el gobernador Eugenio Hernández Flores pidió la colaboración del gobierno federal en el esclarecimiento de los hechos.

“En esta investigación -ha dicho– le pedí al Procurador y hablé con el Secretario de Gobernación, para que hiciéramos una investigación conjunta y aunque sea llevada oficialmente por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tamaulipas, están sumadas por supuesto las autoridades federales”.

Pero no solo eso, sinon también la intervención de autoridades de Estados Unidos.

De igual forma, el mandatario precisó que en esta investigación están colaborando también autoridades de los Estados Unidos, por lo que se tiene la confianza en el equipo que se ha hecho siempre con el gobierno federal y con las autoridades de ese país de Norteamérica de encontrar y castigar pronto a los culpables.

“Creo que en Tamaulipas vivimos una situación inédita que nos lastima a todos. Yo como gobernador lamento muchísimo estos acontecimientos y he reiterado mi compromiso con la sociedad, para trabajar conjuntamente con el gobierno federal en materia de combate a la delincuencia organizada”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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