Dorada por los fulgores de su interminable autocalificación, superior a todos los demás banqueros del país, controladora de inflación, del tipo de cambio (a través de la comisión con Hacienda), dueña de las tasas y siempre calificada a la alza por su propio juicio en su propio tribunal de la efectividad, la élite del Banco de México se ha dado hoy un frentazo con la impreparada realidad de su añeja estructura.
Comprensible si le hubiera ocurrido a don Rodrigo Gómez, pero si a estos tecnócratas del monetarismo y la economía globalizada les ha sucedido, resulta para reír a carcajadas, porque sabe, usted, dejaron la puerta sin picaporte; la caja fuerte abierta y las arcas cibernéticas a disposición de quien quisiera entrar con la inexplicable e incontrolable llave de hacker.
Ya nos hackearon, no nos volverán a hackear; hubiera dicho el siempre memorable don José López Portillo, experto en tapar pozos donde ya se habían ahogado varios niños.
Pero el hackeo no es noticia. Tampoco el saqueo. O ya no son noticia. Lo fueron hace unos días. Lo verdaderamente revelador es cómo se ha descorrido un velo misterioso: el Banco de México no tenía una unidad de control de informática. Ni de previsión de delitos informáticos. No tenía su policía cibernética y navegaba a ciegas por las inmensas amplitudes del ciberespacio.
Eso es increíble, pero no en México donde todo puede pasar. Menos lo conveniente, como hacer, con ufanía de efectividad malograda, este anuncio:
“Tras el ciberataque al sistema de transferencias del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI), el Banco de México (Banxico) anunció la creación de una nueva dirección de ciberseguridad para fortalecer la protección de los datos que maneja el instituto.
“De acuerdo con el Banxico, la nueva dirección tendrá por objetivo el establecer políticas y estrategias institucionales para la seguridad de cualquier tipo de información, ya sea reservada o confidencial; además, podrá acceder a cualquier área, registro y sistema, así como a cualquier banco de información de la institución bancaria.
“Además, junto con la coordinación de la Información y de Sistemas y la gerencia de seguridad de tecnologías de la Información, dependerá de la dirección general de Tecnologías.
“Aclaró que los expedientes médicos de los servidores públicos, de sus pensionados y de los derechohabientes podrán ser consultados con previa autorización y por escrito, del Gobernador del Banxico.
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“El gobernador del Banxico, Alejandro Díaz de León, confirmó antier que la banca mexicana sufrió un ciberataque y que no fue el SPEI el que fue vulnerado, sino los aplicativos e infraestructura de los bancos para conectarse al SPEI.
“Vía telefónica, el funcionario aclaró que se desconoce si el agravio viene desde el exterior o del interior del país; no obstante, destacó que los recursos de los usuarios están seguros y que el ataque no afectó el dinero de ningún cliente, ni a los bancos en lo económico”.
Y aquí valdría la pena hacer una precisión para contradecir lo dicho líneas arriba. No, Banxico no navegaba a ciegas. Tiene unas oficinas llamadas “Coordinación de la Información y de Sistemas” y una “Gerencia de Seguridad de Tecnologías de la Información” y una “Dirección General de Tecnologías” las cuales brindarán apoyo a la nueva Dirección de Ciberseguridad, la cual nace precisamente por la incapacidad (o insuficiencia o ambas), de las anteriores.
Pero si grave fue el hackeo, peor ha resultado el manejo confuso de la información.
Mientras, el Director-Gobernador, Díaz de León reconoce esto:
“…Claramente ha sido un ataque que ha impactado a diferentes participantes de la cadena de pagos. Es un ataque de importancia y por lo menos en el Sistema de Pagos no teníamos antecedente…
“…se desconoce si el ataque se dio desde el exterior o el interior del país e incluso si ya ha concluido…no hay plena certeza de que esto ya terminó. Esperamos que así sea…”
Pues mientras esperamos, una veintena de instituciones financieras se han alejado del sistema de pagos del Banxico y 400 o 500 millones de pesos han adquirido alas para volar y nadie sabe ni dónde están ni quienes se los llevaron.
Pero el insólito Mario di Constanzo, mandamás (o menos) de la Condusef, nos dice, el dinero sustraído no es de los ahorradores. Y si el director del Banxico les ha tirado la pelota a los bancos, que fueron el último eslabón en la cadena de hackeo, entonces, ¿de quién eran los dineros sustraídos, si los bancos no manejan casi capital propio, pues el 90 por ciento de sus fondos son de los ahorradores?
No pasará mucho tiempo para saber la verdad. No toda la verdad, pero una parte de ella: los hackers son empleados del sistema bancario.
Y si usted no lo creer ahora, lo va a creer después.