Proliferan en los medios, especialmente en las pantallas de la televisión y las bocinas de la radio, las mesas de análisis, la sesuda exhibición de los equipos de trabajo de los candidatos en el empeño de persuadir, explicar, analizar y debatir en una inconsecuente actividad cuyo provecho solamente es para los conductores y los concesionarios, quienes se colocan en el mismo plano de importancia, al menos en la fugacidad de las emisiones, en una especie de competencia deportivo discursiva, cuyos protagonistas tiene sus admiradores y seguidores y todo eso engorda el flujo interminable de los mensajes de las redes.

Y ahí los tiene uno en el –a veces patético–, espectáculo de lidiar contra la verdad; ofrecer lecciones de cómo nadar contra la corriente y sometidos a la fusta de los hechos cotidianos.

Los escenarios son dos, por ahora: las mesas redondas, los análisis de especialistas, el amplísimo portafolios de los comentócratas y las encuestas.

Denostar a los encuestadores por no haber acertado en tiempos viejos, criticarlos por sus clientelas, por sus formas, por su organización empresarial, no anula ni elimina los resultados de sus muestreos.

La estadística no es una ciencia definitiva, pero los ganadores se siente confortados por el soplo de la consulta y los perdedores se creen estafados desde el principio de un cuestionario. Ambos se equivocan.

Serán tres cuando se llegue a los tan ansiados como inútiles debates organizados por el INE. Los moderadores serán, como en todas las demás mesas, protagonistas involuntarios. Nadie podrá nunca ganar un debate de manera tan amplia como Julia y su vestido de tetamen panorámico. Nadie.

Por ahora las encuestas son apabullantes. El recurso de llamarlas parcialidades estadísticas a la medida de quien las ordena, ha quedado definitivamente desplazado. Ya no se lo cree nadie. Todas, absolutamente todas, dicen lo mismo: Andrés Manuel se perfila como el claro ganador de las elecciones del 2018.

Y la discusión ratonera de pelear por la veracidad del segundo lugar es no sólo grotesca sino ridícula.

Pero los medios han jugado un papel interesante. No son por sí mismos electores, pero empujan a los electores a tomar decisiones. Por eso su voz cuenta, en especial cuando se usan como eso, como medios, no como actores o jueces. ¿Cómo? Cuando se usan como plataformas o como escenario para decir cosas.

Tres ejemplos: la entrevista colectiva de Andrés Manuel con Milenio. Más allá de la sopapina propinada a los levanta cejas, eso permitió (die Aguilar Camín) un autorretrato. Sí, tan indulgente como suelen serlo los oleos frente al espejo.

Otro ejemplo es la carta del mismo Andrés a los capitalistas a través de las páginas de “El Financiero”, en la cual se vistió con un traje a la medida confeccionado con pellejo de cordero.

Y uno más puede ser el trabajo de explicación político económica de José Antonio Meade en el cual cimienta su política económica en el hipotético “Tu”·, como si fuera posible tener cien millones de policías por aplicar. La atomización de la oferta, los granulitos de atención para definir un todo, no pudo ser explicada de manera cabal.

Más bien se quedó el candidato en un ejercicio de puntos a favor y llamadas de atención de manera inversa, donde sólo un a idea rectora queda clara: si seguridad jurídica no es posible prosperar porque se pierden oportunidad, confianza y dinero.

Así lo expresa:

“…Creo en la sensatez y en el manejo responsable y escrupuloso de los recursos.

“Creo en la estabilidad económica y en el manejo profesional de las finanzas públicas.

“Creo en la apertura. Haremos de México un país de bienvenida: a las inversiones, a las ideas, al comercio, a los migrantes.

“Conozco México y conozco el mundo, y sé cómo conectarlos para que a las familias les vaya mejor.

“Pero el elemento más importante es el respeto al Estado de derecho.

“Éste es el elemento básico de mi modelo económico, el cual se construye a partir de respetar a las personas.

“Pero el modelo se queda trunco si nuestras metas y objetivos se ven impedidos por la incertidumbre. Y no hay nada que genere más incertidumbre que el desdén a las leyes y reglas, sobre todo si el que no las respeta es el árbitro.

“Lo que define a un buen modelo económico básico es que sobre él se puede construir y contestar muchas preguntas de forma viable y coherente”.

DURA LEX

Y si hablamos de asuntos de la ley, bien vale la pena anotar los desatinos de Javier Corral quien en su esfuerzo por denostar a los priistas y exaltar su lucha contra la corrupción, se ha echado en el seno el alacrán de la judicatura.

Impartidores de justicia en sus más altos niveles, simplemente le han dicho: “cállese”.

“El Poder Judicial de la Federación (EoL) respondió este domingo a las acusaciones del gobernador de Chihuahua, Javier Corral sobre un supuesto “madruguete” judicial en el caso del ex secretario adjunto del CEN del PRI, Alejandro Gutiérrez.

“Incluso, a través de un comunicado de prensa, se lamentó que quien no es capaz de convencer por la vía del Derecho, busque hacerlo cuestionando el actuar independiente de los juzgadores, quienes no dictan sentencias por popularidad”.

En vez de preocuparse por el ataque a sus escoltas, Corral se pone de picapleitos contra la judicatura.

Esto también es ridículo y grotesco.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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