Felices estaban los asistentes a la reunión de cumpleaños del PRD en el ex convento de San Hipólito donde en tiempos dieciochoescos bajo el dominio protector de Fray Bernardino Álvarez funcionaba un hospital de locos en la Nueva España.
Para tan importante sarao de la democracia no importaban los desdenes ni la pobreza celebratoria del asunto. Veintiún años y dos aproximaciones, varias terminaciones y ningún reintegro, como se dice en la Lotería Nacional, pueden ser suficientes. De todos modos, un mediocre doce por ciento de la más reciente votación nacional no sirve ni para avergonzarse. Nomás, no sirve. Punto.
Como tampoco sirven las palabras conmemorativas de los tiempos cuando el Partido de la Revolución Democrática era una esperanza y terminó en una desilusión mafiosa. Pero de eso no se habla en los cumpleaños. Hace unos días, a falta de figuras de peso el PRD recurrió a la promoción de la señora ingeniera Xóchitl Gálvez cuyo pasado «foxipanucho» parece no haber importado en la oportunista condición de quienes la quieren hacer gobernadora de Hidalgo. Saldrá muy caro el caldo y no va a haber albóndigas, pero en una campaña electoral todos ganan mucho dinero.
Se le llama la economía de la derrota.
Pero esa triste fiesta (“imaginad una pedrada sobre la alfombra de una triste fiesta…”, versificaba Carlos Pellicer cuyo alumno AMLO ni siquiera los tomó en cuenta y decidió brillar por su ausencia) también tuvo otra finalidad: dejarle la escena a Marcelo Ebrard para un discurso de múltiples interpretaciones.
La izquierda no puede ser bifronte. Debe ir con una sola candidatura, aunque fuera la mía.
“Es que Andrés ya nos tiene hasta la madre”, me dijo un colaborador cercano de Ebrard.
Pues valdría la pena recodar hasta donde los tiene precisamente en la fecha de hoy; pero el discurso de Marcelo, con todo y su cuidado diplomático no significa sino una cosa: el partido (o el cascarón del partido lleno de billetes) está con él.
Pero la escarcela de Andrés no ha sufrido merma y muchos de sus capitales provienen de las partes más oscuras del gobierno de la ciudad. Las extorsiones en las cárceles, el pase de lista; el “entre”, las tajadas de los programas sociales a pesar de todo bajo control de Martí Batres; los tolerados, las toleradas, los giros negros hoy agradecidísimos por la ampliación del horario: a más horario más “moche” y en general todo aquello ajeno al mundo de la contabilidad.
Marcelo dice estar dispuesto a pelear una única candidatura pero no le permite la escasez a López. Este lo deja hablar pero llegado el momento, como, ocurrió en Iztapalapa, la “Voz del amo” (como decía el lema con el terrier de la Víctor), es escuchada y obedecida.
Pero Marcelo sigue siendo un advenedizo en el PRD. La presencia de Manuel Camacho como un tutor de tiempo completo, desplazando a Cuauhtémoc Cárdenas y a AMLO, demuestra cómo el partido se ha “corrido” no hacia la derecha sino hacia abajo. Por eso vale leer este fragmento de la entrevista de Martí Batres en el sitio oficial del PRD del DF. Comienza por hablar del fraude panista contra el PRD.
–¿Cómo cambió el fraude al partido?
–Lo cambió como nunca, ni en las otras grandes coyunturas que he mencionado. Es difícil decirlo, había enojo, frustración, rabia y coraje, llegábamos a las grandes movilizaciones del Zócalo, te abordaba alguien y te decía “Martí, esto no es así, dile a Andrés Manuel que esto a “putazos” lo vamos a resolver”
“Recuerdo que en esos días había gran preocupación en todo el país, porque en las encuestas que se habían publicado a la pregunta de ¿Considera usted que la situación post electoral puede devenir en un conflicto armado? el 13% decía que si, incluso manifestaba su disposición a formar parte de el. Hubo gente que pensaba que solo representaba a una minoría, pero 13% con la percepción de que esto podía derivar en una cuestión insurreccional era demasiado, realmente esto te habla del gran cambio que sufrió el partido…
–¿Que pasaba mientras tanto con el candidato y la elección para Jefe de Gobierno del DF?
— “…No fue un proceso fácil como presidente del partido, las fuerzas que apoyaban a Jesús Ortega no querían que Marcelo Ebrard participara en la elección interna, decían que era externo, que no estaba afiliado al partido.
“Tuvimos que dar una batalla primero para que hubiera elección y no se decidiera al margen de la gente y después para que se respetara el derecho de Marcelo a participar en el proceso interno…
“…No es una historia tan pública pero también es una historia difícil que ocurrió dentro del partido. Si no hubiéramos estado al frente del PRD en el DF, la decisión se habría tomado en las cúpulas del partido sin permitir la participación de la gente, vulnerando los derechos de quienes querían participar y poniendo en riesgo la jefatura de gobierno”.
Hoy Marcelo y Chucho comen en el mismo plato. Quien sabe dónde vomiten, pero Andrés ya sufrió un “fraude” del PAN; no quiere sufrir internamente otro, ahora del “ChuchiPAN”.