Por: Guillermina Gómora Ordóñez
Completamos los primeros ochos meses del 2017 y los escándalos siguen a la orden del día.
Entre los más recientes están el de la bonanza financiera de la familia de Ricardo Anaya, alias “El Chico Maravilla”, y la dedodemocracia del partido Morena, que se chamaqueó al camaleónico Ricardo Monreal, delegado en Cuauhtémoc.
La botica política registra en sus anaqueles los productos Duarte, Borge, Lozoya, Moreno Valle, Socavón, Tláhuac… etcétera, etcétera. Una vergonzosa lista que me remite a la premonición del ex presidente José López Portillo al advertir en su segundo informe de gobierno, el primero de septiembre de 1978: “lo peor que le puede pasar a México es convertirse en un país de cínicos”.
Algunos descalificarán al autor de la frase, porque justo es uno de sus máximos representantes de los cínicos. Sin embargo, lo sucedido en lo que va del año, no deja lugar a dudas sobre la inmoral conducta de nuestros políticos, policías y camarillas que los acompañan.
Ahí está el caso del dirigente blanquiazul, que no ha podido explicar cómo es que la abundancia llegó a su vida. ¿Cuántas planas debió escribir, como Karime Macías de Duarte, “Merezco abundancia” para que su patrimonio empresarial y familiar registrara un crecimiento de mil 34 por ciento en 14 años?
Si bien es cierto que nadie inicia un negocio para fracasar, la utilidad obtenida por Ricardo Anaya y su familia es realmente digna de asombro y de envidia, en un país con más de 53 millones de pobres y donde 62 millones de personas, tiene ingresos por debajo de la línea de bienestar, es decir, son insuficientes para comprar la canasta de alimentos, bienes y servicios básicos.
¿Acaso la inexplicable fortuna del Chico Maravilla, suegros y cuñados, tiene sus orígenes en los principios humanistas que dieron origen al PAN? Sí es así, debieran escribir un manual para emprendedores; de lo contrario, que se investigue y castigue su voracidad.
En éste como en otros casos de enriquecimientos rápidos e inexplicables, el tráfico de influencias juega un factor determinante. Quienes conocen al ex secretario particular del ex gobernador de Querétaro, Francisco Garrido, entre 2003- 2009, afirman que ahí fue donde comenzó el ascenso económico e inmobiliario de su familia política.
Lo que me lleva a otra frase memorable del ideario político: “el que no transa, no avanza”, y de la cual tenemos varios exponentes entre los que se encuentra el gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval, quien está por dejar el cargo o ¿fugarse?
Hace seis años, en su campaña como candidato del PRI al gobierno de Nayarit, Sandoval se hizo llamar El candidato del pueblo, sobre todo para jactarse de su origen humilde, de tablajero y de migrante ilegal en Estados Unidos. Hoy tiene un rancho de 17 hectáreas con caballos pura sangre, El Ensueño, en el municipio de San Blas, valuado en aproximadamente 40 millones de pesos.
En fechas recientes, otro escándalo político salpicó a Roberto Sandoval, la detención de su compadre, el fiscal Edgar Veytia bajo acusaciones de conspiración para producir, transportar y distribuir droga; se encuentra detenido en Estados Unidos. Además, deja a Nayarit con una deuda superior a los 20 mil pesos millones de pesos.
Sobre el futuro del cínico mandatario, que niega todas las acusaciones, ya se cruzan apuestas sobre cuándo y a dónde se fugará.
Pasando a los escándalos en materia electoral, tenemos el “Compló” de Morena en contra de Ricardo Monreal, el político zacatecano que ha militado en cinco partidos y al que ilusionaron con que podría llegar a ser el primer Gobernador de la Ciudad de México.
Vaya tomada de pelo, llegado el momento lo mandaron al tercer lugar de la encuesta y entronizaron a la Doctora Claudia Sheinbaum, quien aguantó vara durante más de un año para ser nominada y restregarle a Monreal “hay que saber perder y sin chantajes”. ¡Órale!
Sí, el dedodemocratizador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, ya lo tenía decidido y por eso ahora guarda silencio y se ausentó durante toda la semana para no dar la cara y explicar el dedazo capitalino, ese que tanto cuestiona a su ex partido el PRI.
El líder nacional de Morena dijo que está más enfocado en sus giras al norte del país que en opinar respecto a la reacción de Ricardo Monreal, quien solicitó la revisión de las encuestas para elegir al coordinador regional de la Ciudad de México.
¿Dónde quedó, entonces, su espíritu demócrata, su voto por voto, su exigencia de transparencia, cuando él se presta al engaño y el secretismo? No puede exigir lo que no da. El control que tiene del partido Morena con sus hijos, Andrés y José Ramón López Beltrán, bien podría etiquetarse como su concepto favorito: “la mafia del poder”.
¿Hasta cuándo el país de cínicos en que han convertido a nuestro México? Vienen las elecciones, que nuestra flaca memoria no nos traicione a la hora de cruzar la boleta. Ahí está la clave del cambio.
@guillegomora.