Hace exactamente seis años, en agosto de 2011, a la edad de 94 años, murió en su casa de Florida el activista de Derechos Humanos e investigador de la cultura fundamental americana, Stetson Kennedy (sin parentesco alguno con la casta política), cuya atrevida aventura de infiltrar el Ku- Klux-Klan, produjo un sacudimiento en la hipócrita sociedad de los Estados Unidos, no por el racismo desvelado y descrito desde dentro, sino por las evidencias de cómo el Klan evadía impuestos.
Esas cosas no se permiten. En fin.
Desde entonces –en la década final de los años 40–, el Klan (a pesar de haber sido proscrito desde el siglo XIX), perdió su condición corporativa de llamarse, como lo diríamos en México, una “persona moral”, al menos en términos fiscales.
El trabajo de Kennedy; quien se vio alentado a conocer por dentro la extremista organización después de conocer el caso de un linchamiento en Key West, Florida, adquiere hoy una gran relevancia porque esa organización racista, antisemita, homofóbica y supremacista con delirios medievales de asambleas secretas en bosques umbríos, encapuchados con capirotes de verdugos o inquisidor, forma parte del ideario y la “ideología” del actual gobierno de los Estados Unidos, lo cual no había ocurrido jamás de manera tan evidente desde la disolución de este grupo por el presidente Ulises Grant, en 1871, casualmente cien años antes de la obra de Kennedy.
Ese autor, cuyos textos son poco conocidos en México, se compendia en las siguientes obras. Primero sus textos en el diario liberal “The Daily Compass” en las series “Inside the Invisible Empire” (“Dentro del imperio invisible”) y “Somewhere in Klan Territory” (“En alguna parte del territorio Klan”), y después –1954–, “I Rode With the Ku Klux Klan” (“Yo estuve con el KKK”), publicada de nuevo en 1954 como “The Klan Unmasked.” (El Klan desenmascarado”).
Woody Guthrie, el cantante y compositor cuya obra inspiró al premio Nobel, Bob Dylan, entre otros, escribió una canción para Kenndy cuando éste quiso llegar al Senado de manera más o menos independiente.
“Stetson Kennedy, he’s that man;/Walks and talks across our land;/Talkin’ out against the Ku Klux Klan./For every fiery cross and note;/I’ll get Kennedy a hundred votes.
No se sabe si logró algo más. Pero los cien votos prometidos para el hombre cuyo paso por la tierra con la firme denuncia contra el Klan; no le permitieron el activista llegar a la colina del Capitolio
El Klan; cuyo nombre proviene de la palabra griega “Kyklos” (círculo). La palanra Klan, escrita con K, fue un añadido posterior y el Ku lo mismo. Sin embargo algunos (hasta Connan Doyle) aluden a una onomatopeya; el sonido de un rifle de alto poder cuando la bala se mete en la recámara.
A pesar de haber sido fundado en los lejanos años de 1865 por una banda de veteranos resentidos de la Guerra de Secesión reacios a la unificación de la verdadera Unión Americana, no obstante haber sido proscrito por Grant en 1871, como ya se ha dicho, el Klan sigue vivo.
Mermado, disminuido, casi en los linderos de la prehistoria, hoy ese grupo supremacista está bien visto en la Casa Blanca. Esa es su nueva fuerza. No importa si ya echaron de ahí a Bannon; mantienen a un orate mayor, Trump, quien piensa como si él mismo fuera el “Gran Mago” o el “Halcón Nocturno”, como llaman los “klaneros” a sus vigilantes y agentes de seguridad.
Por muy ridículos como parezcan con sus ritos de iniciación y sus cruces en llamas, los miembros del klan significan la vigencia americana de una forma de pensar (o de no pensar) en una nación a la cual falsamente se idolatra por una imaginaria evolución cultural cuyos mejores momentos se oponen a este medievalismo trasnochado.
El problema no es pensar distinto. Lo horrible en pretender que quien no piensa como yo, se merece la hoguera y adjudicarse el derecho a ejecutar la sentencia.
Hace unos meses la conductora de televisión Ilia Calderón, una muy guapa mujer “afrocolombiana”, quien trabaja en Univisión, habló con Chris Barker a quien le hizo una extensa entrevista para la TV latina de Estados Unidos. Chris Barker es el líder visible actual de los KKK y sus declaraciones además de estúpidas, son repugnantes.
No vale la pena reproducir la sarta de pendejadas de Barker. De eso ya se encargó la señorita Calderón. Esta columna sólo reproduce una línea:
“A ti no te mataría; te quemaría viva”.
Que!feos!