La única verdad en el áspero campo de las relaciones entre México y Estados Unidos (indispensables, inevitables e inmejorables) es su obligatoria necesidad a partir del reconocimiento de una inferioridad geopolítica desastrosamente incurable y absolutamente inicua para México.
Dicho de otro modo, con los Estados Unidos jamás hemos podido. Ni podremos.
En esas condiciones el sigiloso “absolutely” de Donald Trump en su fugaz respuesta, inaudible para casi todos los presentes, excepto para quienes lo promovieron y divulgaron, ha sido una falaz oportunidad para golpear al presidente Enrique Peña por no haber respondido gallardo y colérico al pronto del Presidente Trump quien con toda certeza sabía de esta irruptora pregunta a mitad de un “photo table”.
Peña, en cambio, dejó correr algo fuera de agenda y centró sus afanes en discutir aquello de lo cual se puede negociar y no ´perder el tiempo en el bizantinismo de si se alza el mutro y quién va a pagar por su edificación.
Como todos sabemos esa explosiva palabra fue usada por Trump durante la primera reunión bilateral entre los presidentes de Estados Unidos y México, en el ámbito de las posibilidades de encuentro rápido (menos de 30 minutos) durante la reunión hamburguesa del G-20, y hay quien dice, “¿Trump dijo absolutamente sí o absolutamente no?”; lo cual ya son ganas de practicar la tripodología felina, es decir, buscarle tres patas al gato.
México no puede pelear con Estados Unidos así nos lo aconsejen esas gringas de la academia metidas a conciencia nacional desde las cómodas páginas de los diarios. Tampoco se pueden seguir los consejos de las redes sociales ni mucho menos de quienes hablan de la faena sin haber pisado el ruedo.
Nadie en este país ha tenido oportunidad de negociar con Donald Trump de presidente a presidente. No son lo mismo los tratos de negocios entre empresarios. Esas son otras cosas. Tampoco alguien conoce los detalles fuera del ojo público. Nadie más es Jefe de Estado. Sólo Peña sabe cómo tira gañafonazos el marrajo de la Casa Blanca, para seguir con el símil taurino.
Y si estamos en esto, cuentan de “El Gallo” (Rafael), gigantesco matador español quien toreaba y sudaba el terno frente a un animal resabiado y con sentido, peligroso hasta por el rabo. Un aficionado se desgañitaba desde el tendido: ¡Más cerca, más cerca, “Rafaé”…!”
Furioso, el torero le dio un respiro a la bestia y se arrimó a las tablas. Encaró al gritón: “más cerca no se puede hijoeputa”, le dijo.
–“No “mataor”, más cerca de donde estoy para verlo bien…”
La verdad yo no sé cuál postura quisieran ver (en serio) algunos gritones del tuiter y las redes y algunas locas de la sociedad civil. Pedirle a Peña un duelo de dimes y diretes en un foro internacional en abierta confusión entre la verdulería y la diplomacia es demasiado.
Quienes tuvimos la oportunidad de estar en la reunión del G-20, vimos la corrida un poco más cerca de quienes nada más leen las redes sociales y sus pantallas de I.pad.
Como aquel exigente aficionado, vimos las cosas más de cerca y comprendemos (quizá sin aplaudir) esta declaración del presidente de México:
“…la reunión que sostuve el día de ayer con el Presidente Trump, la primera que tengo como Presidente de la República y la que él tiene en ese carácter de Presidente de los Estados Unidos, la primera vez que nos encontramos, que se había diferido este encuentro por marcadas diferencias, por todos conocidas, que son diferencias claramente expuestas, y donde claramente hemos fijado nuestra posición del todo conocida.
“Y, más bien, como en su momento lo conversamos el Presidente Trump y su servidor, dejar de lado las marcadas diferencias que tenemos, particularmente en lo que tiene ver con quién paga el muro, que no debe prestar, no debe ocuparnos hoy nuestra atención, sino concentrarnos en los temas que verdaderamente hoy significan generar condiciones de bienestar para nuestras sociedades…”
“…Y, finalmente, sobre las expresiones de ayer, déjenme decirles que creo fueron muy claras, las que tuvo el Presidente Trump y las que tuve en la declaración conjunta que hicimos a los medios de comunicación.
“Y frente a lo que se suscitó después de este encuentro, claramente nuestra relación bilateral no puede estar marcada por murmullos, como los que, eventualmente, ayer tuvieron lugar.
“Nuestra relación tiene que abocarse a buscar generar respeto mutuo, a generar confianza y a trabajar en una actitud positiva.
“Puedo dejar aquí testimonio de que aprecié en el Presidente Trump esta actitud y, evidentemente, estamos encontrando, buscando la forma de poder construir en esta relación que es tan importante, la de México para con los Estados Unidos y la de Estados Unidos para con México”.