Cuando usted lea estas líneas (si me hace el enorme favor), el presidente de México, Enrique Peña, estará a punto de reunirse por segunda ocasión con Donald Trump, presidente de los Estados Unidos (a pesar de todo). También ahora lo hará escoltado por Luis Videgaray, pero en un entorno absolutamente distinto de la primera ocasión.
En aquella apresurada entrevista todo fue inadecuado y equívoco: no por un acto de anticipación clarividente sino por fallas diplomáticas, se le dio a Trump una categoría inexistente, se le trató como un jefe de Estado cuando apenas era un candidato pendenciero de cuya victoria millones dudaban.
Hoy esos mismos millones no tiene dudas: Trump no se merece la posición actual, así este en ella de manera legal. A sus opositores en los Estados Unidos ahora se suman millones de personas en todo el mundo, quienes atónitas y sorprendidas miran a un impreparado en la exhibición de sus improvisaciones irracionales.
Algunos dijeron, con motivo de aquella reunión por la cual se modificó el gabinete en parte de mayor estabilidad, el área financiera y por consecuencia el orden de la baraja en el juego de la sucesión presidencial (Videgaray quedó prácticamente inhabilitado y se fue a servir a la Cancillería), cómo la entrevista con Peña le había ganado miles (o millones de votos a Trump). Nunca lo creí.
“(BBC. 31 de agosto 2006).- «Invité a México a los candidatos a la presidencia a Estados Unidos para conversar sobre la relación bilateral. Mañana recibo a (el candidato republicano, Donald) Trump».
Con ese tuit, el propio presidente de México, Enrique Peña Nieto, exponía este martes la razón oficial detrás de la invitación que levantó revuelo en México.
“Y de paso recordaba que les abrió la puerta a ambos candidatos, tanto a Trump como a la demócrata Hillary Clinton.
«Creo en el diálogo para promover los intereses de México en el mundo y, principalmente, para proteger a los mexicanos donde quieran que estén», explicó Peña Nieto”.
Pero a pesar del tiempo transcurrido y las explicaciones, la relación Peña-Trump no pudo ni puede ser peor.
Al gesto de apertura de la primera reunión, se le correspondió con un ensañamiento en las posturas antimexicanas y la cobranza del imaginario muro fronterizo. y digo imaginario como lo afirma el propio congreso americano; no hay dinero para tan babilónico y desmesurado proyecto.
Por otra parte, el empeoramiento de la relación entre estos dos hombres, se expresó en la cancelación del presidente mexicano de su visita a Washington, ante el torpedeo del propio Trump. Recordemos.
“(El país internacional. Ene 2017).- Nunca en las últimas décadas la relación entre Estados Unidos y México había pasado por un momento tan crítico.
“En el aire han quedado ahora mismo la supervivencia del Tratado de Libre Comercio para América del Norte y la estabilidad de una relación entre dos países que comparten más de 3.100 kilómetros de frontera e inmensos nexos demográficos, culturales y económicos.
“Para llegar a este punto, Trump se ha empleado durante meses a fondo y ha sacado sus peores modos. No sólo al inicio de su campaña a la presidencia, en que llamó violadores y asesinos a los inmigrantes mexicanos, sino ya en la Casa Blanca, escenificando con su vecino un juego de dominio y poder muy alejado de cualquier negociación al uso.
“…La noche del miércoles Peña Nieto vivió uno de los momentos más complejos de su presidencia. Tenía que decidir su próximo paso.
“…Ir a Washington significaba someterse a la humillación pública de sentarse con quien no dejaba de insultar a México; quedarse implicaba perder la posibilidad de negociar un tratado vital para un país que dirige el 80% de sus exportaciones a Estados Unidos. La solución que adoptó no contentó a nadie.
“A través de un breve mensaje grabado en vídeo, el presidente mexicano se limitó a reprobar la construcción del muro, insistió en que de ningún modo México lo pagaría, pero mantuvo su agenda abierta.
“Para el equipo gubernamental, se trataba de evitar un fracaso histórico y, ante todo, demostrar, la buena voluntad de los mexicanos en un asunto crucial para su supervivencia económica. El intento fue vano. Este jueves por la mañana siguiente, Trump, a través de Twitter, volvió a las andadas y lanzó su amenaza a Peña Nieto.
“El mensaje era tan nítido como salvaje: si no estaba dispuesto a pagar por el muro era mejor que no viniera a Washington. Con sus palabras, la segunda humillación en 24 horas, el viaje del presidente mexicano se tornó imposible. A media mañana, ante un país estupefacto y dolido, Peña Nieto anunció que desistía de la reunión de Trump («Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes»).
Y con esos antecedentes, México se enfrenta al cavernícola del peluquín zanahoria. Esta columna lo verá. –0–