No sólo las versiones difieren. Las posiciones son absolutamente divergentes.
Por un lado Ricardo Anaya, presidente del Partido Acción Nacional se disfraza de castañuela y suena y resuena con la alegría de sus triunfos electorales y dice de sí mismo en el dudoso elogio por la propia boca: estamos tan fuertes como jamás lo fuimos nunca. Somos la fuerza de las fuerzas; la majestad, el trono, la dominación, el trueno…
¡Bájale, bájale! le gritan a coro los otros dos aspirantes a la candidatura presidencial cuyo monopolio de propaganda Anaya ha confiscado en favor suyo y de nadie más.
¿Fuertes?, le dicen impíos y severos, Margarita Calderón y Rafael Moreno Valle. Y de paso le exhiben como trapo sucio en la cara el cuarto lugar en el estado de México, como si no hubieran sabido desde el principio la clase de difunta a quien le entregaron el proyecto de Toluca si alguna vez tuvieron en verdad proyecto alguno.
La señora Calderón, quien en el mejor estilo de su reeleccionista esposo amaga a cada rato con declararse “independiente” y salirse del PAN, le ha dicho esto a su jefe nacional:
“–Vázquez Mota cayó al cuarto lugar de las elecciones a gobernador del Estado de México con sólo 11.2% de los votos, detrás del PRI, Morena y PRD, por lo que la ex primera dama Margarita Zavala responsabilizó a Ricardo Anaya.
“Es una derrota estrepitosa del Estado de México, llena de responsabilidad. Muchos responsables y el principal es Ricardo Anaya, el jefe nacional, quien mucho se distrajo en el (20)18”…
“… (Se) le comentó a Zavala la opinión de Anaya, pues el dirigente del PAN decía que no había que culpar a alguien.
“A eso respondió Zavala:
–“Se oye muy bonito pero tenemos que hablarnos claro y con verdad. De nada sirve evitar la responsabilidad de la derrota en el Estado de México”.
“Si estuvo distraído (Ricardo Anaya en el 2018), de nada sirve negarlo”, señaló la aspirante presidencial.
Sobre si debe dimitir el dirigente de Acción Nacional, comentó que “no es asunto de renunciar, al contrario, le pido que sea el dirigente que el PAN necesita”.
“Que Anaya sea jefe nacional, ahí lo pusieron (otros, yo no) los militantes”, recalcó Zavala.
“Margarita Zavala reconoció además las victorias en los municipios de Veracruz y en el estado de Nayarit, además de que solidarizó en la «batalla electoral» que llevan en el Prep en Coahuila”.
Y Moreno Valle, quien busca lo mismo, pero de otra forma, sin reelección presidencial de por medio, ha sentenciado:
“…. (Cambio) en entrevista con Denisse Maerker y Loret de Mola, el ex gobernador poblano criticó la decisión de la dirigencia de su partido de elegir al candidato a través de encuestas y de no concretar una alianza
“Yo estuve impulsando que hubiera una elección entre la militancia (…) me parece importante que se les tome en cuenta para este tipo de decisiones, que se tengan a candidatos y candidatas que hayan ganado elecciones”
“Dijo que los comicios del Estado de México son “una lección de lo que no se debe de hacer”
“En ese caso (Estado de México) no hubo alianza, si se logra una similar a la que se construyó en Nayarit, en este momento estaríamos celebrando una victoria en vez de lamentando la derrota”.
“Insistió que “primero se construye el proyecto, después la alianza y finalmente el candidato”
“Además señaló que es necesario analizar que las encuestas no son el mecanismo idóneo para la elección de un candidato, ya que en el Edomex no funcionó.”
Como sea, movidos por la ambición propia o del cónyuge, como en el caso de la señora MC, los ambiciosos sin recato, están consiguiendo la polarización dentro del PAN (tan, tan).
Confrontación es preludio de derrota. Eso lo deberían haber experimentado en cabeza ajena, pero para eso indispensable tener cabeza.
Por definición un partodo no debe dividirse; ya es en sí mismo una divisióin ideológoica, una parte del todo polírico. Las pendencias son de pendencieros y de algo peor.
La llamada disciplina de partido es esencial para los tiunfos electorales. En el PRI, mientras hubo disciplina férrea y obediencia plena, las cosas marcharon bien (para elllos). En cuando comenzaron los juegos democráticos internos, el partido se resquebrajó hasta el punto actual: triunfos por los pelos y un futuro muy incierto.
Sin la indisciplina del PRI –por cierto–, no existirían ni Morena ni el PRD; entre otras cosas.