Uno quisiera desatarse de esta rutina triste de escribir día con día de los conflictos derivados del capricho incomprensible y obsesivo del presidente de Estados Unidos quien en franco atropello de protocolos, procedimientos, cortesía y reglas de convivencia internacional, golpea a México con asiduidad tenaz, pero los recientes acontecimientos obligan a una reflexión sobre sus actitudes, pero por encima de ellas, de las nuestras.
Todo comenzó con una nota de Dolia Estévez, la corresponsal mexiana en Washington cuya presencia en los medios ha sido siempre, por decir lo menos, incómoda. Hoy como nunca: se le identifica con la animosidad extrema de Carmen Aristegui (de quien es colaboradora) contra el gobierno de Enrique Peña.
De acuerdo con ese reporte, procedente de una fuente anónima (como suelen serlo todas) Trump habría tratado con la punta del pié el presidente de México a quien entre otras humillaciones le habría asestado la advertencia (así haya sido después matizada como oferta auxiliadora), de enviar tropas para actuar como debe hacerlo un Ejército, y no como lo hacen nuestras fuerzas armadas (mal trabajo dijo DT) en la lucha contra el crimen organizado.
Pero después la misma harina salió de otros costales. Ya no se trataba de la habilidad reporteril de la señora Estévez, sino de un plan de la Casa Blanca para ablandar aun más al gobierno mexicano. Las filtraciones (no los hallazgos periodísticos, no las hazañas de investigación; no, el oficio del correveidile, nada más) se extendieron ala Associated Press y a CNN. Hoy ya pueblan media prensa americana. Cada quien con sus versiones y sus tonalidades.
El gobierno mexicano se equivocó en su reacción: el mal no estriba en lo publicado o difundido por los corresponsales, el asunto reside en quien los utiliza. Le han respondido al títere, no al titiritero.
La primera fuente fue protegida por la complicidad de la imposible revelación de las fuentes, en el nombre de cuya sacralidad es posible inventar, agregar, tergiversa, adobar y hasta exagera lo inicialmente dicho por el filtrador.
Total, no puede reclamar abiertamente. Y si no existe, si es un colega, si es una “cosecha”, si es un murmullo, si yo soy mi propia fuente protegida; no importa, ya solté las palabras al aire. El crimen perfecto. Eso es muy viejo.
Pero la segunda y tercera filtraciones, ya hablaban de síntesis de la versión estenográfica de la conversación.
Para nadie es un secreto cómo siempre, de los dos lados, se graban estos diálogos presidenciales. Por muchas razones,, hasta para someterlas pruebas “poligráficos” mediante el análisis de la voz y sus inflexiones. Es un asunto normal. Todos lo saben.
El ejemplo más claro está en el “comes y te vas” de Fidel Castro. El desaparecido dictador dio una lección de cómo utilizar esas cintas (o bytes) cuando se trata de salvar el pellejo y no exponerse a un mentís. Pero no todos aprenden.
En esas condiciones el gobierno mexicano se apuró a desmentir con vehemencia el contenido de las filtraciones, en lugar de hacer algo muy simple: responderle a la Casa Blanca con su misma actitud. ¿Cómo? Divulgando íntegramente el contenido de la conversación.
Sin embargo eso no se hizo ni se hará.
–¿Por qué? Porque México reconocería públicamente su mentira. Relaciones Exteriores, a través de una funcionaria de quinto nivel, hizo desaparecer las amenazas, advertencias u ofertas de ayuda militar de Trump a un gobierno cuyo Ejército no le merece nninguna calificación positiva. En vez de defender a nuestros militares, la Cancillería defendió a Trump y le prestó al gobierno el mecate para amarrarse las manos con la única defensa posible: exhibir la grabación de toda la plática, por ríspida como hubiera sido, dijera cuanto diga.
Esa es una buena manera de perder una oportunidad. Como dicen los gringos: “He Never Misses an Opportunity to Miss an Opportunity”.
Una vez desmentido el contenido de la filtración, México se ha hecho responsable de todo el diálogo, como si fuera suyo, y de sus consecuencias, como si no le afectaran.
Esa historieta de la efectividad telefónica y la plática productiva, cuyo primer compromiso, no volver públicamente a lo del muro, se abatió por la parte gringa en menos de un minuto; ya no convence a nadie.
La firmeza en defensa de lo nacional debería comenzar por exhibir (con su propia voz, cuando ellos ya han divulgado una parcialidad del diálogo confidencial) la grosería, las amenazas y los malos humores del presidente de Estados Unidos.
–¿Y las consecuencias?
Pues como sean. De todos modos las estamos pagando.
Da la impresión que del lado del gobierno mexicano no hay alguien con el colmillo suficiente como para darse cuenta que los dichos y actos de Trump llevan «chanfle». Trump no va modificar su comportamiento, pero parece que de este lado no nos damos cuenta y seguimos tratandolo con formas y discursos que el ni entiende ni le interesa entender. El transmite en FM y nosotros estamos empeñados en responderle en AM. El está acostumbrado al mundo de los negocios, no al de los formalismos o prácticas de la política. El gobierno mexicano es golpeado, y en vez de responder con firmeza y contundencia (no majaderia), asume una postura dócil, no se para que.
Obviamente la presidencia de México no dará a conocer la grabación de la conversación teléfonica, ya que quedaría en entredicho el sometimiento de Peña Nieto y también daría a conocer la mentira de Peña que divulgó a nivel nacional en cuanto a la postura de México en dicha conversación que sostuvo con donald Trump.
En cuanto al famoso muro, el sr. trump es libre de poner el muro en donde su pinche cabeza le sugiera mientras sea en territorio de los Estados Unidos de América (es su país y si su gente apoya dicha construcción, que lo haga). En cuanto a quién pagará dicha construcción que la pague su pu…… madre !!!!. Nosotros los Mexicanos tenemos mucho más de que preocuparnos que de un muro (que por cierto, si no la saben ?, ya existe.., está a medio constuir. Las personas que emigran hacia el territorio estadounidense, que sepan que se les dificultará más estar de mojados en ese país, hay que procurar como país crear los empleos necesarios para que no haya necesidad de que nuestros paisanos vayan para allá.
También comento que necesitamos ir pensando que vamos a hacer en México con todos los centroamericanos, Haitianos y Africanos que están llegando por la frontera sur de México, se está haciendo un caos esta situación y no dudemos que gran parte de estas personas que ya no podrán emigrar más allá de nuestras fronteras se dediquen a delinquir en nuestro país (es muy fácil que caigan en la delincuencia organizada). Vayamos pensando que hacer.