Por segunda vez en menos de pocos meses el jefe delegacional en Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, se mete en el ojo, del huracán: por encima del permiso de la unidad de filmaciones del gobierno de la Ciudad de México, irrumpe en una filmación –o en sus preparativos–, y requisa los señalamientos, regaña a los técnicos y suelta una jauría de inspectores abusivos en contra de quienes trabajan con Alfonso Cuarón en una cinta cuya importancia ahora no es relevante.
La polémica anterior fue colateral: uno de sus hombres de confianza fue “accidentalmente” sorprendido con una buena suma en efectivo, dinero cuya procedencia no pudo explicar satisfactoriamente en el momento. El resultado fue simple: cesar al señor Antuñano quien ahora milita en las filas de la iniciativa privada, las cuales no había dejado del todo.
Pero si aquella ocasión Monreal fue víctima de una zancadilla, en esta ocasión él mismo colaboró en el incidente. No se entiende bien a bien cómo se transforma un jefe delegacional en inspector de vía pública. Y la fotografía en la cual se le muestra con los conos naranja en las manos resulta no solo elocuente sino inconveniente. Inconveniente para él.
Pero lo más raro de todo esto es la falta de sensibilidad para comprender el asunto. ¿No se daba cuenta el jefe delegacional de cómo un Oscar convierte en invulnerable a un mexicano, al menos ante los ojos de una sociedad impresionable frente al glamour de Hollywood?
Aun cuando en el fondo Monreal tiene razón, un poco de diplomacia hubiera evitado el altercado. En estas cosas la autoridad, tan tolerante en otros casos (como por ejemplo con James Bond)
Pero sea cual sea el desenlace de este pequeño sainete, lo podemos advierte en esta publicación de ayer:
“Se registró un altercado entre el equipo de producción cinematográfica de Alfonso Cuarón y personal de la delegación Cuauhtémoc que seguía instrucciones del delegado, Ricardo Monreal.
“El jefe delegacional aseguró que se presentó en la colonia Tabacalera, debido a que vecinos le expresaron inconformidad porque habían tomado 20 calles.
“En un video publicado en Youtube, se observa cómo Ricardo Monreal, grita que él es el delegado y que no existe permiso para cerrar las calles, «no se pueden apartar lugares, quítenme todo y sino revóquenlo hoy mismo».
“Personal de la delegación comenzó a retirar los conos que apartaban los lugares. El equipo de producción dijo haber recibido agresiones y faltas de respeto.
“Ricardo Monreal pidió que le entregaran el permiso expedido por la delegación. El equipo de producción argumentó que lo tenían, pero de la Comisión de Filmaciones del Gobierno de la Ciudad de México.
«No pueden llegar e instalar todas las calles, separar todas las calles. No pueden hacerlo tienen que tener su permiso de la delegación o no vamos a dejarlos estacionar no puede, aunque sea la Dirección de Filmación, llegar y apoderarse de todos los espacios», afirmó Monreal.
“Según versiones en redes sociales, la producción de Alfonso Cuarón habría presentado una denuncia por robo; la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de la Ciudad de México respondió que el equipo de filmación en ningún momento fue víctima de asalto”.
Tanta eficacia en el retiro de los conos para apartar los lugares de estacionamiento contrasta con la cotidiana actividad de franeleros y vecinos de esa misma delegación quienes hacen del huacal, la cubeta, la botella de agua o cualquier otro objeto, el método de “agandallamiento” no de 20 calles; de todas las calles de la delegación por no decir de la ciudad entera.
Hoy Monreal sufre los “oscarazos” de quien es se siente agredidos por la trifulca con los técnicos y trabajadores de la película de Cuarón y de paso le echa una piedra más al costal de sus problemas para el año venidero, cuando por estas fechas deberá saber si logra o no una prometida candidatura al gobierno de la Ciudad de México impulsado por el Movimiento de Renovación Nacional; es decir, Andrés Manuel López Obrador.
Pero mientras tanto Monreal tiene u problema más.
Quizá esto le ayude a resolverlo:
“El jede delegacional ofrece una disculpa por los excesos cometidos –decía una nota emitida horas más tarde–, si en el ejercicio de la función pública se cometen errores, lo responsable es asumirlos”-
Total todo se ha resuelto. El equipo de Cuarón ya no ocupará veinte calles.
Ahora ocupará 40.
Pero a fin de cuentas todo esto forma parte de un problema muy añejo: las relaciones entre los creadores y la cultura. Las “vacas sagradas” no pueden vivir sin el Estado y éste las necesita para legitimar algunas cosas y ofrece un rostro amable.
Cuando esto se rompe, suceden estas cosas.