La proliferación de frases felices o torpes, según el caso, estimuladas en su circulación masiva por las redes sociales (“un filósofo en cada hijo te dio”), nos ha dotado a todos de un recetario de torpezas siempre a la mano.
Quizá la consagración de la idiotez sea esa por la cual se estima o desestima la actividad crítica con el famoso vaso medio lleno o medio vacío. Nadie nos ha dicho nunca el contenido del vaso. Optimistas contra pesimistas, como si esa fuera la verdadera disyuntiva de la inteligencia.
Alguien mal leyó en un almanaque aquello de no estar de acuerdo pero defender el derecho del otro a opinar y con base en la frase se pontifica con otro argumento tan mendaz como los anteriores: yo respeto tu idea pero no la comparto.
–Sería mejor decir como Camilo José Cela: ¡no me venga con puñetas!
En ese sentido, en el de la corrección política caemos con frecuencia en el campo de la mentira política. Hay varios ejemplos. Uno de ellos, para comenzar, es el de las manifestaciones en la ciudad de México.
–¿Las marchas son un problema?
Pues depende quién las haga.
En esta ciudad cada año, en promedio, se realizan 700 peregrinaciones a la Basílica de Guadalupe. Jamás nadie se ha quejado de ellas, ni siquiera los vecinos de las colonias cercanas quienes solidarios les ofrecen a los romeros, algo de pan, una taza de café o una torta de jamón preparada por la señora de la casa la noche del 11 de diciembre.
Nadie levanta los ojos al cielo y pide compasión cuando la ciudad se convierte en dominio de los “bicitecos”. Cada semana cierran Reforma y otras avenidas en otras delegaciones y todo mundo está feliz por el “Paseo ciclista”. Tampoco hay quejas por la carrera maratónica. Al contrario, la gente sale a la calle a aplaudir a los corredores. Como otros salen a fisgar a los homosexuales el día de su orgullo marchoso.
Cuando la capital ser desquicia con una visita papal, poco frecuente por fortuna, no hay ni una sola persona en contra de los cierres de calles y avenidas, esté por ahí el Pontífice o se haya ido horas antes. Y ni hablar de cuando los soldados marchan gallardos y altivos el 16 de septiembre y sus caballos llenan de boñiga la avenida 20 de noviembre.
Pero la idea central, de esto es la utilización de frases para no resolver los problemas. El de las marchas y los derechos y el respeto y bla,bla,bla.
Mejor nos haría a todos si alguien nos dice: las manifestaciones en esta ciudad son un mal crónico. Ni se van a regular, ni se van a prohibir, ni va a pasar nada de nada.
Exactamente igual con otros fenómenos crónicos e incurables como el comercio callejero (ambulante fijo o semifijo); la no utilización de la fuerza pública, la tolerancia (y aprovechamiento) de la prostitución en la vía pública; la mala calidad del transporte, los abusos de constructores; la corrupción en la (no) planificación urbana, el desastre de la ecología (no solo de la calidad del aire) y la tolerancia al robo ya sea de tepiteños o integrantes de la Asamblea de Barrios, tan de moda en días recientes.
Esos problemas no se van a resolver nunca.
–¿Por qué?
–Porque son la forma de vida de millones de personas. Son acciones de los ciudadanos y no se pueden resolver si no se cambia de ciudadanos.
Así lo explica el delegado de Cuauhtémoc, Ricardo Monreal –entre la queja y la impotencia–, en cuanto a las invasiones urbanas de la Asamblea de Barrios, como si no existiera la ley de Extinción de Dominio.
“…Muchos de ellos (edificios) están intestados, otros tienen conflictos de carácter civil, y muchos otros son de propiedad incierta o que no se encuentran (sus dueños) , pero estoy seguro, que estos más de setecientos inmuebles padecen de injusticia por parte de sus ocupantes”, explicó.
“El delegado de Cuauhtémoc consideró que existe toda una red de corrupción, integrada por partidos y líderes políticos de alto nivel, que permite a la Asamblea de Barrios apoderarse de los inmuebles.
“¿Quién les informa del estado jurídico en el que se encuentran? ¿Quién les da datos del Registro Público de la Propiedad, que el bien inmueble está solo, en conflicto o intestado? ¿Qué es lo que pasa? Son las mafias tan bien armadas que tienen despachos de abogados, de consultores, despachos de arquitectos”.
¡Ah bueno! Ahora resulta: todos lo sabíamos desde hace años. Monreal se entera ahora, apenas ahora. Andaría en Zacatecas.
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