En la pantalla se miraba el «cuarto de guerra» del gobierno de Estados Unidos.

Los implacables marinos especiales habían localizado al enemigo más importante de ese país –Osama Bin Laden–, y en una acción militar transmitida en vivo, se aprestaban a prenderlo. Todavía no había certeza sobre la ejecución extrajudicial (para usar el lenguaje de los Derechos Humanos), realizada en términos como no se hubiera hecho siquiera con el Anticristo. Matarlo y desaparecer hasta su cadáver.

Escandalizada la secretaria del Departamento de Estado, Hillary Clinton, se mordía un nudillo. El demócrata Obama sonreía satisfecho. Tan importante como esa captura y ese homicidio, iba a ser la consecuencia: sería reelegido, los americanos, satisfechos con la memoria de John Wayne, aplaudirían esas acciones punitivas. Y así ocurrió:

Nadie soñó siquiera con solicitar la intervención de una Comisión Interamericana o Intergaláctica de los Derechos Humanos. Eso es para los países subordinados, no para ellos quienes viven entre Abu Grahib y Guantánamo.

Todo esto se debe pensar antes de analizar lo siguiente:

El tema de los derechos humanos será posiblemente el tema dominante en la historia de este sexenio por encima de cualquier otra consideración.

De pronto estamos viendo cómo el mundo se voltea a mirarnos y la parte del mundo más importante para nosotros, por razones obvias y no requieren demasiada explicación,  es la opinión de los Estados Unidos.

Y hoy la opinión de ese país, es muy parecida entre  Trump y el  gobierno demócrata de Obama, porque el precandidato del peluquín zanahoria,  nos dice violadores y unos delincuentes…  unos apestados a quienes se les debe  poner una pared enorme para evitar el cruce de sus pasos y la contaminación de la pureza del sueño y del suelo americanos.

Pero en el lado de los demócratas la señora Clinton, quien conoce mucho de derechos humanos, porque ha visto la violación de los derechos humanos en su país y por su gobierno, pues también recomienda (o exige) al Gobierno de México el endurecimiento de sus controles frente a la tortura cuya sevicia asfixiante la horrorizó.

Ella vio a la famosa mujer de la bolsa de plástico y se espantó. Yo no sé si se estremeció  tanto como con una visita a  Guantánamo; tampoco sé si su horror es del tamaño del prendimiento y la posterior ejecución de  Bin Laden fuera de su país, transmitido por los “sails”  en directo y por satélite desde las cámaras de sus cascos.

–¿Habrá sentido algo por el cadáver desaparecido de Bin Laden desaparecido como si lo hubieran atrapado en Iguala?  No se supo nada, excepto su disposición en  el mar como hacían los argentinos durante la larga Guerra Sucia de las dictaduras militares de allá, de la zona austral.

Pero bueno, a Hilary le asustan mucho y le conmueven mucho los hechos  en México, y así debe ser, porque para eso ellos mandan, porque para eso ellos no están en los “Panama Papers”, porque para eso ellos son los jueces y nunca están en el banquillo de los acusados.

Pero es evidente: por encima de Abu Ghraib o por encima de Guantánamo, lo ocurrido en México es muy peligroso, es muy grave, y las consecuencias futuras van a ser sumamente costosas para el Gobierno nacional; no solamente para el actual, para quien venga, este va a seguir siendo el tema dominante.

Los dos temas del futuro de México van a ser los derivados de nuestra quiebra petrolera y los derivados de nuestra quiebra de los derechos humanos.

Todos los órganos internacionales: la ONU, la OEA; todos, van a encontrar y van a seguir visitando esta parcela en donde de manera ubérrima crecen los espinosos cactus de las violaciones a los derechos humanos, y aquí vendrán a recoger sus tunas, como si fueran nopales.

Pero nunca veremos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos revisando lo que pasa en Estados Unidos, en sus cárceles o en la cárcel de Guantánamo, eso no lo veremos jamás.

Pero nunca veremos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos revisando sucesos en Estados Unidos (policías disparando por la espalda a jóvenes negros, por ejemplo); nadie revisará sus cárceles federales o  la prisión de Guantánamo.

Eso no lo conoceremos jamás.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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