Quizá no tenga ninguna relación; posiblemente sean hechos fortuitos, pero la explosión de terror en Bélgica, a pocas horas de las conmemoraciones dolientes de la semana Santa en el mundo católico, es un elemento como al menos para ser tomado en cuenta.
Los extremistas del Estado Islámico se muestran de nuevo en la sede de la comunidad europea y como si se hablara del nuevo Waterloo, le meten un serio revés al imperio colectivo de la vieja Europa cuyos cimientos se mecen en el escándalo provocado por la barbarie tal si ellos jamás hubieran cometido atrocidad alguna.
Si bien Bélgica no intervino de manera tan franca en el Medio Oriente sus horrores se guardan en el corazón del esclavismo de cientos de miles de negros en África. Sólo la palabra Congo es suficiente para recordar los espantos de siglos de hombres y mujeres encadenados, vendidos, violados, mutilados, vueltos cosa, objeto, semoviente, botín y todo cuanto se quiera en agravio de la dignidad humana.
Pero a eso nunca se le llamó terrorismo, se le pusieron nombres píos, como colonización, evangelización, incorporación aculturación, civilización, en fin. Si la civilización consistiera –como decía Leopoldo–, en ponerle grilletes a un negro y subirlo a un barco y venderlo, nos debimos haber quedado en las cavernas.
Obviamente los pecados de antaño no justifican, ni como revancha o venganza (cuántas veces la venganza es peor para quien la comete a espaldas de su victimario) las acciones terroristas de hogaño ni son las víctimas de hoy herederas directas de aquellos negreros, y aunque lo fueran.
Pero el Estado Islámico ni siquiera opone esos pretextos para su matanza paulatina y feroz. Los mercenarios de la fe, si ese fuera su verdadero motivo, ni siquiera invocan el pasado. Matan porque es el único lenguaje real de sus torcidas mentes.
Y la masacre ocurre después de la captura, hace escasos días del hombre mas buscado de Europa, Salah Abdeslam quien estaba escondido en la capital belga, donde se movió entre varios distritos, hasta llegar a su punto de partida, Molenbeek, el lugar donde creció, y fue finalmemnte detenido (Y).
“Al día siguiente de los sangrientos ataques que dejaron 130 muertos en París, el 14 de noviembre, hacia las 14 horas (dice la Red) , dos cómplices dejan a Salah Abdeslam en Schaerbeek, una comuna del norte de Bruselas.
“Dos días después, siguiendo la pista de un informante, la policía belga allana el número 47 de la calle Delaunoy, en Molenbeek, para intentar atraparlo. A unos centenares de metros de la casa de la familia Abdeslam. En vano.
“Según el periódico belga La Dernière Heure, el fugitivo se ocultaba en el tercer piso de una casa situada en el 86 de la calle Henri Bergé, en Schaerbeek. Habría dejado el lugar el 4 de diciembre debido a una «movilización, importante ese día, de unidades especiales de la policía en el barrio», escribió el periódico.
Por eso esta información espeluzna a cualquiera:
“(El mundo) Bruselas se ha convertido en el epicentro del terrorismo yihadista.
“La detención del único autor vivo de los atentados de París la semana pasada, las explosiones en el aeropuerto de Bruselas, de las que por el momento se desconoce su origen, el barrio de Molenbeek, donde los terroristas se camuflan entre los vecinos han puesto a la capital belga en el centro de la diana de la lucha contra el terrorismo.
“Todas las miradas se posaron sobre la capital belga que desde el 13-N ha vivido marcada por la búsqueda de Salah Abdeslam y por la amenaza terrorista.
“Sus ciudadanos han intentado seguir con sus vidas después de varias alertas máximas, el cierre de colegios, las calles atrincheradas por soldados…
“Pero el miedo a ataques terroristas o a albergar a yihadistas entre sus vecinos estaba presente”.
Y así, con los explosivos guardados entre las maletas de aparentes turistas inofensivos, los terroristas hicieron volar las salas del aeropuerto y una parte de la estación del Metro de Maalbeek, a unos pasos de los edificios donde opera la comunidad de Europa.
“(Y)…El atentado en Maalbeek, estación ubicada en el barrio donde se encuentran la mayor parte de las sedes de las instituciones europeas, causó al menos 20 muertos y 106 heridos, aseguraron el alcalde de la ciudad, Yvan Mayeur, y la ministra belga de Sanidad, Maggie De Block.
“Entre los heridos habría unos 17 muy graves, 23 graves y 66 con lesiones leves, según el alcalde de Bruselas.
“En los ataques del aeropuerto de Zaventem fallecieron 14 personas y 94 resultaron heridas. El fiscal del tribunal de primera instancia de Bruselas confirmó que las explosiones en el aeropuerto de Zaventem se debieron a un atentado suicida.
“Las deflagraciones en el aeropuerto ocurrieron a las 8:15 de la mañana en la zona de mostradores de embarques de la zona de salidas, a las que siguió otra explosión en la estación de metro de Maelbeck, en el centro de la capital belga”.
Y ahora sólo queda ver cómo se cumple la amenaza de Bin Laden:
“Jamás volveréis a dormir en paz”.