Quizá la imagen del 2015 haya sido en el lenguaje planetario del dolor, sin lugar a dudas, la del niño sirio Aylan Kurdi, ahogado en las aguas del Mediterráneo y abandonado en la playa con su ropa de estreno cubierta de sal, arena y el oleaje indiferente de la muerte.
Pero nadie sabe si la juventud de este 2016 nos deje a la larga, como emblema triste de nuestros días (podría haber cosas aún peores), otra imagen del desvalimiento infantil, de la triste condición de una niñez tronchada y extinguida por las manos de la más contundente maldad imaginable, como un triste recordatorio de los siempre presentes días de matar a los inocentes y luego imaginar un seis de enero de regalos y símbolos de rendición ante los ojos de la infancia.
Pero la imagen de Chiapas, el cuerpo inerte, en el monte, de la niña Michel León Díaz, de cinco años de edad, nos va a acompañar por siempre, casi tanto como en otras latitudes queda para la colección de las imágenes la llorosa expresión de Barack Obama indignado, también, por la muerte de otros chicos, no en las muchas guerras promovidas por su belicoso país, sino por quienes mueren en las calles de la “Beautiful America” debido al desmesurado armamentismo doméstico respaldado por el Partido Republicano, la Segunda Enmienda y la siempre acatada “Ley del revólver”.
Pero en México no ha sido la costumbre de armarse hasta los dientes para defender la propiedad privada y el solar de la familia el entorno del atroz asesinato; no, ha sido la delincuencia vil, la sevicia contra una niña secuestrada el once de diciembre y encontrada muerta días después. Los raptores y asesinos, hermanos de una regidora del Partido Verde, Marina García, quien de inmediato pide justicia y despliega el pergamino con su renuncia.
“(APRO)… La fiscalía de distrito informó que el 11 de diciembre, a las 10:00 horas, la víctima fue raptada por los presuntos delincuentes cuando se encontraba en una escuela primaria ubicada en la cabecera municipal.
“Los maestros, alumnos y personas que se encontraban en las inmediaciones del plantel declararon ante el MP que fueron tres hombres quienes se llevaron a la niña a bordo de una camioneta negra Explorer, sin placas de circulación y con los vidrios polarizados.
“Más tarde los captores exigieron a la familia un rescate de 8.5 millones pesos.
“Elementos de la SSP estatal y habitantes de la comunidad, ubicada a unos ocho kilómetros de la cabecera municipal, hallaron la camioneta en un camino de extravío pero no a la menor.
“Días después Michel fue encontrada muerta en la entrada de una cueva ubicada en las inmediaciones del poblado llamado Volantón.
“El 24 de diciembre, la PGJE detuvo a los hermanos Bricio y José Lubín García García, hermanos de la regidora del PVEM, así como sus presuntos cómplices: Kevin Omar Aguilar Ramírez, Luis Gerardo Abarca García y Gilberto García Aguilar”.
Así se escribió el despacho de prensa. Mañana nadie lo recordará. Caerá este caso en los archivos del olvido y pronto sabremos de más casos horrendos. Niños cuya impúber condición no obsta para convertirse en asesinos de sus compañeros de escuela; menores con el juego del secuestro entre las manos o tratantes de personas cuyo mejor botín de pederastas y enfermos para quienes la frescura de la carne infantil es trofeo y deleite.
Alguien dijo una vez, la cultura de un pueblo se mide de fácil manera: basta ver cómo se trata en ese lugar am los niños, a los ancianos y a los animales. Aquí ninguna de las tres pruebas se resuelve satisfactoriamente.
Los años primeros, cuando todo se forma y mucho de su acontecer nos modela o deforma, no es el idílico espacio de la sorpresa y la aventura. Es el tiempo del riesgo, es la ferocidad de la vida con un zarpazo por anticipado, es el tiempo del dolor callejero, del inhalante a temprano tiempo, de la prostitución prematura, del dolor perdurable.
La niñez siempre está desvalida, pero supuestamente para eso existe el núcleo protector de la familia. Pero ese capullo no siempre protege. A veces está construido con alambre de púas, con abuso, con dolor y con pena.