La descomposición del tejido social en la mundialmente famosa Bahía de Acapulco, llegó a las escuelas del puerto en la figura de la extorsión y la amenaza a los maestros. El terror se instaló y más de 50 colegios suspendieron sus actividades debido a presiones de sujetos que exigen el pago de derecho de piso a los académicos y directivos.

Hay quienes aseguran, incluso, que la violencia es intramuros pues en algunas colonias las escuelas se han convertido en centros de reclusión para el crimen organizado y quien se atreva a evitarlo o denunciarlo (profesores la más de las veces) es amenazado o golpeado por los alumnos cooptados por la delincuencia. Ha trascendido que han muerto 6 maestros por esta causa.

Las colonias de Acapulco donde más se han presentado estos problemas en centros educativos, principalmente preescolar y primaria, son Colosio, Ciudad Renacimiento, Emiliano Zapata, Electricistas y La Sabana.

Lugares de alta peligrosidad e impenetrables para los cuerpos policiacos que la piensan más de dos veces para capturar a alguien o hacer rondines de vigilancia, ya que se han convertido en territorio bajo control del narco o del crimen organizado con una red de halconeo (espionaje) a su servicio, principalmente menores de edad.

José Luis González de la Vega, secretario de Educación Pública de Guerrero, ha reconocido que hay 14 focos rojos en donde se denunciaron robos y extorsión. Mientras que el gobernador, Héctor Astudillo, aceptó que “hay una psicosis (en padres y maestros) también sin poder atreverme a decir que no existe nada, creo que sí existe, pero ha crecido una psicosis ante el temor”.

Vaya manera tan simplista de definir la terrible realidad que viven sus gobernados y que él padece pues desde la campaña trabaja en el Puerto y no en Chilpancingo (capital del estado y sede del gobierno) por la “psicosis” que provocan las violentas manifestaciones de los maestros agrupados en la Ceteg y los grupúsculos que manipulan a los familiares de los 43 normalistas desaparecidos.

En Guerrero las cosas no están para minimizarse, así que antes de otro Ayotzinapa, el gobernador Astudillo, anunció que las 120 escuelas de la zona suburbana de Acapulco serán resguardadas por la policía estatal, la Policía Federal, el Ejército y la Marina. Consideró eso como “una acción necesaria, que no es grata, pero hay que hacerla”, debido a la preocupación de maestros y padres de familia, debido a que sujetos se han presentado en los centros escolares a pedir pago por “derecho de piso”.

Además, dijo que habrá rondines de los elementos del Ejército en las zonas específicas y se buscará ampliar el perímetro de vigilancia en otras instituciones educativas. Ojalá también se trabaje en programas de integración familiar y escolar que permitan restaurar el tejido social y se frene la ola de violencia que se vive en la entidad.

Al respecto el senador Armando Ríos Piter, detalló que Acapulco, se ubica como una de las ciudades más violentas del país, con un registro (de enero al 20 de octubre de 2015) de 718 ejecuciones, es decir, casi tres asesinatos por día. Cifra que provoca escalofríos e impacta en el aspecto económico como lo confirma el Instituto Mexicano para la Competitividad, (IMCO) que ubica al puerto en el último lugar del índice de competitividad de ciudades.

El perredista que buscó gobernar su entidad, presentó una propuesta para que el gobierno federal y el de Guerrero, informen al Senado de la República, sobre las estrategias y acciones que se implementan para recuperar el control de la entidad.

Ríos Piter sugiere una ruta de trabajo en tres etapas. Incluye participaciones en el Senado de la República de los tres niveles de gobierno, a integrantes del gabinete de desarrollo económico y social, con el fin de que den a conocer las acciones para detener la ola de violencia, así como orientar las estrategias complementarias para detonar la economía en las áreas más conflictivas.

Sin duda, sólo la suma de esfuerzos permitirá acabar con el vacío de poder que postró al estado y lo dejó como rehén de narcotraficantes, delincuentes y policías comunitarias.

La Bahía de Acapulco y su gente merecen recuperar su brillo, fama internacional y calidad de vida. Es el corazón económico de Guerrero, hoy está en terapia intensiva.

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