Ahora no tiene caso insistir en la profunda raíz de la fiesta de toros en México (la primera corrida en 1526 (c.a.); el milagro guadalupano en 1531).
Para analizar ese fenómeno en los tiempos actuales se debe hacer de lado la tradición para poner la mira nada más en el asunto del maltrato a los animales, el respeto a sus vidas y la innoble satisfacción de ignorar su sufrimiento y dolor para gozar de los efímeros instantes de plasticidad de las suertes de capa o muleta.
Todo es absolutamente relativo y subjetivo en la apreciación estética. Tampoco ahondemos en las posibilidades de muerte humana implícitas , en algunos casos, en la exposición riesgosa frente a bestias de fiereza notoria. Y de la crueldad y sufrimiento de los animales nada hay para agregar.
Veamos mejor cómo coinciden los intereses políticos en torno de la supresión de los toros, no solo en México, sino también en España. Los catalanes, en un afán de mostrar sus intenciones separatistas decidieron abolir los toros en su región, lo cual no le importaba a nadie. Su afición es escasa y cada vez menor. No es Andalucía.
En México por seguimiento imitativo se echaron abajo los permisos en Sonora, mientras en Aguascalientes se declaraba la fiesta expresión y patrimonio cultural (por tanto intocable), como sucede hasta en Perú y de manera disimulada en la ciudad de México.
Ahora la prohibición se da en Coahuila, para darle un retorcijón “post mortem” al maestro Fermín Espinosa (indudablemente una de las cumbres taurinas de México). Pero ese veto no parece tener mucha relación con la fiesta en sí misma sino con el pleito político entre los Moreira y Armando y José Luis Guadiana. Los Guadiana son industriales del carbón, con intereses en la ganadería y las empresas de toros. Han sido señalados indirectamente como lavadores del dinero del narcotráfico y la principal acusación provino del ex gobernador Humberto Moreira, abatido por el asesinato de su hijo.
En el 2012, la revista “Nexos” publicó esto cuyo contenido podría aclarar cuántos capotes hay detrás del burladero:
“…Los hermanos Guadiana Tijerina son empresarios de la región carbonífera del estado, y sobre todo José Luis es muy conocido como criador de toros de lidia y empresario taurino. Según abogados de Moreira, “entre los documentos que se presentarán a la autoridad como pruebas están grabaciones de gente cercana a los hermanos Guadiana que indican con claridad la relación de José Luis y Armando Guadiana Tijerina con grupos criminales…
“En la demanda, dijeron sus abogados, Moreira también detallará “la red de protección de personajes políticos que han tenido vínculos con el empresario minero, particularmente aquellos que han tenido una relación económica con él o que han sido apoyados con financiamiento para sus campañas políticas”
Sin embargo el palo esta dado y no parecen ser las maniobras jurídicas suficientes para impedir este nuevo triunfo del Partido Verde. El gobernador Moreira podría guardarse la ley aprobada en el bolsillo y darle largas a su promulgación; dejarle el paquete al nuevo gobierno y zafarse del caso por la vía de la omisión. Los empresarios podrán solicitar el amparo de la justicia y quizá lo obtengan por un tiempo.
Pero la realidad es muy simple: los toros están condenados a la extinción, no como especie, sino como espectáculo:
Los tiempos han cambiado y el “animalismo piadoso” se impone en todas partes del mundo.
BLANCHOT
Escribió el coronel francés Blanchot un libro (L’intervention francaise au Mexique) editado en París en 1911:
“… revoloteaban en torno al animal furioso como enervantes moscas , para empujarlo al paroxismo de la cólera y lanzarlo, al fin, ciego e inconsciente (¿?) sobre la muleta sangrienta del espada, donde se oculta traidoramente el arma mortífera. Todo esto me repugnaba.”
BELMONTE
“Torear –decía Juan Belmonte (Chávez Nogales)– es sentirse tocado por el aletazo de la divinidad.”
BERGAMIN
“El arte mágico y prodigioso de torear tiene también su música (por dentro y por fuera) y es eso lo mejor que tiene”: José Bergamín.
Hoy todas esas palabras comienzan a perder su sentido. O quizá lo perdieron hace mucho tiempo ya.