Dos han sido los documentos más comentados en los días recientes en cuando a la vida nacional o mejor dicho, a las condiciones sociales de esa vida. El de Oxfam (Gerardo Esquivel, “El Colegio de México”) sobre la desigualdad y el de Coneval en torno de la pobreza, sus límites, su clasificación y el impacto de los programas sociales sobre ella.

Sobre el primero, cuya síntesis es presentada así por sus autores:

“Es necesario reconocer la magnitud de la desigualdad que caracteriza a México, un lastre que, desde hace tiempo, ha limitado el crecimiento económico del país y lo ha sumido en un círculo vicioso de pobreza. Actualmente se conocen las fórmulas para reducir la desigualdad en una economía; otros países lo han hecho en el pasado, y el informe apunta hacia alguna de estas soluciones”.

Del segundo hubo una serie de comentarios presidenciales poco atendidos, quizá por la excesiva atención de esos días al “despiojamiento” nacional, pero valdía la pena revisarlos:

“Déjenme compartir con ustedes un dato importante que CONEVAL recientemente diera a conocer, precisamente en la encuesta o en el levantamiento que hiciera el año pasado, 2014, y en el que recién ha dado a conocer los resultados del mismo”, dijo EPN:

“…es evidente que la política social no ha sido suficiente, sí para contener el incremento de la pobreza, sí para evitar que ésta creciera, pero hoy tenemos que focalizar mayores esfuerzos para reducir los niveles de pobreza… No basta la política social, no bastan estas acciones. Lo más importante, y ya lo señalaba, algo fundamental para realmente asegurar condiciones de mayor calidad para una sociedad es el dinamismo de nuestra economía…

“..Pero hay un dato dentro de éstos que dio a conocer CONEVAL importante. De 2012 a 2014 más de un millón 100 mil personas superaron la carencia por calidad y espacios de vivienda…

“…Y, también, nos dio a conocer un dato también sobresaliente e importante: Un millón 740 mil personas cuentan con seguridad social, es decir, anteriormente no tenían la protección, ni los beneficios de la seguridad social, el acceso a una jubilación, o a los derechos de una jubilación. El acceso a la atención médica que son fundamentalmente los servicios que otorga la seguridad social.”

La sola vigencia de esos datos ya permitiría afirmar algo presente en otros debates, si México es un país miserable o un país de clase media diseminada cada vez con mayor amplitud.

En ese sentido vale la pena comentar la idea del nuevo Infonavit manejado por Alejandro Murat quien atiende la posibilidad de extender la vivienda digna a la ciudad digna, como ha dicho recientemente.

“…desde el inicio, se llevó un diagnóstico que planteó transitar de un modelo de vivienda a un modelo de ciudad. Ciudad Próspera, lo llama ONU Habitat. Una ciudad que debe de tener competitividad, productividad, pero especialmente sustentabilidad y calidad de vida para sus habitantes”.

Si la tradición nos dice sobre los satisfactores necesarios, casa, comida y sustento, bien valdría la pena fijarse un poco en los avances y no tanto en las carencias. Obviamente aquellos no eliminan a éstas, pero éstas serían mayores sin los logros de aquello. Más allá de jun juego de palabras.

Ya dirán los académicos cuyos ocios se distraen en sistematizar e intelectualizar las mayores obviedades de la vida, si somos un país con una certeza de formación de clase media o estamos condenados a la pobreza eterna del Tercer Mundo o si este mundo de tercera no es sino una clase media tan media como para vivir junto a la miseria. Ya lo dirán.

Por lo pronto el presidente ha dicho algo cierto: la política social no alcanza. No, pero sin ella las cosas serían peores, mucho peores. Es el único elemento para contener la salvajada del extremo capitalismo de mercado.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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