Cada ideología crea y evoca sus propios mitos, sus fórmulas verbales, sus advocaciones. Durante años el sistema mexicano se sostuvo en la invocación del pensamiento revolucionario aun cuando jamás hubo quien definiera las cara características de ese pensamiento.
A fin de cuentas lo único revolucionario de la Revolución fue una difusa herencia constitucional. No fue ese movimiento social u problema de ideología sino de lucha por el poder, de facciones, de caudillos finalmente agrupados en torno de un partido político. Pero todo se hacía en nombre del “nacionalismo revolucionario”. Y no siempre fue ni lo uno ni lo otro.
Como contrapeso de esas distorsiones surgieron corrientes internas y fracturas, escisiones. La más significativa de ellas fue sin duda la consagración del “populismo”. Si antes todo se justificaba en el nombre de la Revolución y su herencia, el populismo lo explica todo en el nombre del pueblo.
¿Cuál pueblo? El pueblo, así nomás. Tautología infinita e inabarcable en la cual todo cabe y nada se contiene. El pleno vacío.
El sábado el partido “heredero” de aquella revolución celebró un consejo importante. De ahí se definirá su nueva dirección y con eso la posibilidad de prolongar el regreso del PRI de la alternancia a la casa presidencial o el fracaso de un sexenio capaz de continuar su permanencia.
Por eso fue importante el discurso del presidente Enrique Peña en su condición de militante del Partido Revolucionario Institucional, pero de entre las muchas cosas interesantes de esa pieza, llama la atención el ataque frontal al populismo. Y en este país esa corriente tiene nombres y apellidos: Andrés Manuel López Obrador, cuyo partido “Morena” ha sido más exitoso de lo inicialmente pensado.
Dice Peña:
“…Hoy la sombra del populismo y la demagogia amenaza a las sociedades democráticas del mundo. En varias naciones estás surgiendo opciones políticas que en su ambición de poder prometen soluciones mágicas, que en realidad terminan por empobrecer a las familias y restringir la libertades ciudadanas.
“Las consecuencias de esta nueva ola populista son graves; sus costos se advierten ya en la experiencia que viven otras naciones.
“Diversos países que se consideraban democracias consolidadas, porque tenían una sociedad civil fuerte, medios de comunicación independientes, e instituciones sólidas, hoy han dejado de serlo a causa de liderazgos irresponsables.
“La historia nos ha enseñado que la condición de una sociedad democrática, libre y plural, perdura mientras quienes encabecen sus instituciones tengan vocación democrática.
“Las decisiones populistas, demagógicas e irresponsables, destruyen en sólo unos días lo que llevó décadas de esfuerzo institucional construir.
“México tiene que estar consciente de estos riesgos”.
Como advertencia o análisis de los hechos de Grecia, por ejemplo, nos resultaría muy forzado. Aludir a Alexis Tsipras cuando se elogia la obra de Plutarco Elías Calles parece al menos una distorsión.
La pregunta es si para las próximas elecciones presidenciales el enemigo está realmente en Morena y se alinean los cañones en su cintra o si el verdadero riesgo estriba en la adecuada conducción del propio PRI.
La disyuntiva ahora es simple: ¿puede el sistema ganar las elecciones desde el gobierno; es decir, impulsar la voluntad del electoral gracias a una obra consolidada y acertada desde la administración pública o lo podría hacer sólo por la potencia de un partido alineado con ese gobierno?
La segunda opción, al parecer, es la única viable.
SOLANA
“Fortalecer la eficiencia y la honestad de la Administración Pública Mexicana es una clave “sine qua non” para que el país pueda realmente mejorar más, con más rapidez”, señaló Fernando Solana Morales, al recibir el grado de Doctor Honoris Causa por parte del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) en reconocimiento a su destacada contribución a la Administración Pública de México.
El merecido homenaje se realizó tras un periodo de quebrantos en la salud de Solana quien durante la recepción del doctorado comentó con una cierta ironía:
“…desafortunadamente ha habido momentos en los cuales los que llegan a la Administración Pública a altos niveles no tienen idea de lo que están haciendo, no conocen el país y se confunden con mucha facilidad…”