La insistencia en dudar sobre cualquier verdad, expresada de manera abrumadora en todo lo relacionado con las versiones del gobierno es una verdadera tradición nacional cuya plena vigencia nos debería llevar a algunas reflexiones, ya sea en cuanto a la “verdad histórica” sobre Iguala o en torno de la seriedad del Sistema Nacional Anticorrupción.
¿Cuando y con cual motivo tenemos certeza de algo?
Pues la misma certeza con la cual negamos.
¿Quién certifica la verdad en este país? ¿La verdad existe por sí misma o la verdad necesita la confirmación alguien, en estos casos, de quién?
Por lo visto en el caso de Iguala, la confirmación de la Procuraduría General de la República no sirvió, o le sirvió solamente a algunos. El caso es que hoy, ni está el procurador que investigó esa verdad histórica, ni esa verdad histórica se ha convertido en la verdad aceptada.
No vamos a parafrasear aquí títulos de teatro, de «la verdad sospechosa», que hasta Juan Ruiz de Alarcón también era de Guerrero, pero no, no tiene sentido que no entendamos desde el principio que estamos viviendo en el atropello de cualquier estructura lógica de las cosas.
Le pedimos al gobierno explicaciones sobre los hechos, pero cuando nos lo dice no le creemos. Ni un miligramo. Entonces, la serpiente se muerde la cola. Si empezamos a exigirle al Gobierno una responsabilidad, cuyo cumplimiento nos lleva a la negación, a decir no, bueno entonces ¿quién nos va a decir lo ocurrido?
¿Nos lo van a decir los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?, mentira, esos no nos van a decir nada, van a venir aquí a decir sus dudas en cuanto a las investigaciones y pedirán unas nuevas y más amplias.
¿Vamos a creer en unos argentinos que saben identificar huesos y que hablan con los cadáveres?
Tampoco, porque tampoco han hecho nada.
¿A quién le vamos a creer? ¿Dónde está la verdad en este país? ¿Dónde está la credibilidad? ¿Dónde está la credulidad? ¿Dónde está el escepticismo?
Ahí caben también los argumentos para explicar porque lo ocurrido en Tanhuato, el operativo en Tanhuato, Michoacán, ha generado tal clase de incertidumbre y tal clase de dudas, de sospechas.
Ha generado incertidumbre porque quienes no tienen certeza de los dichos del Gobierno, son afines, o iguales, o militan en la misma causa de quienes niegan todo lo demás, lo de Iguala y cualquier otra cosa
En Tlatlaya la investigación de los propios militares, tiene a gente en la cárcel. Se supone que ya hay culpables, se supone. En el caso de Iguala hay más de 100 detenidos, pero tampoco se les cree. Y en el caso de Chilapa vamos a ver como evoluciona y vamos a ver lo de ahora, de la frontera de Jalisco y de Michoacán.
Pero ese es el problema de los mexicanos. No sabemos donde está la verdad, excepto cuando lo verdad es la nuestra, sólo cuando lo decimos. La verdad está en mí; yo soy la verdad y la vida.
Yo, sólo yo los demás no.
CUBA
De visita para extender convenios de asistencia médica con el gobierno de Cuba, Miguel Ángel Mancera, jefe de Gobierno del DF, espera paciente a entrevistarse con Raúl Castro y de paso saludar al legendario comandante Fidel.
Mancera regresa de La Habana mañana.
UBER
El asunto de Uber ya se volvió una papa caliente. Ahora ha caído en manos de Manuel Granados, el líder de la Asamblea Legislativa del DF.
Pero el problema no es sólo de aquí, el problema es metropolitano y la cacería de “ciber-taxistas”, como han anunciado las agrupaciones de taxistas del estado de México, es un riesgo de alta explosividad.
Que la ciudadanía no creamos en los gobiernos se lo han ganado a pulso a través del tiempo. Lo de uber, los taxistas no son autoridad y tendrían que competir a base de servicio y calidad, si eso hicieran Seguramente no se requería alguna otra alternativa.