Las muertes, casi simultáneas de Günter Grass y Eduardo Galeano, tan distintos quizá en apariencia, nos obliga a algunas reflexiones sobre sus obras y sus personas.

Decía Grass, el incómodo eterno:

«…Deberíamos sentirnos muy estimulados por generar la controversia, porque los grandes autores escupen de buena gana y con premeditación en la sopa de los poderosos, entonces ese es también el riesgo de la profesión elegida, pagar las consecuencias por  escupir la sopa del poderoso y serruchar el trono del poder, se caiga o no se caiga…”

Y comentaba -pero no hablando sólo de él, sino hasta de  Galeano sin conocerlo entonces:

«El disfavor de los potentados obligó a Sócrates a apurar hasta las heces su copa de veneno, empujó a Ovidio al exilio, forzó a Séneca a abrirse las venas»-

Años  después en Uruguay un escritor de izquierda escribió «Las venas abiertas de América Latina».

Entonces aquí encontramos ya un punto de coincidencia.

–¿Cuál?

La inconformidad en  la búsqueda.

Eduardo Galeano buscaba la utopía.

–«Fíjense ustedes que la utopía está en el horizonte y si está en el horizonte nunca la voy a alcanzar, porque si camino diez pasos la utopía se va a alejar diez pasos, si camino 20 pasos la utopía se va a colocar 20 pasos más allá, o sea, que yo sé que jamás nunca la alcanzaré, ¿para qué sirve? Para eso, para caminar».

Entonces dice Günter Gras en su relación entre el poder y la creación:

«Sin embargo, el peor delito de los autores críticos y yo diría autores pensantes, es no hacer causa común con el vencedor en turno, su peor crimen, ante el poder,  es hacer causa común con el perdedor en turno, con los perdedores de los procesos históricos.

¿Para qué nos sirve leer a esta gente?

Nos sirve para entender. Todo lo leído  y todo lo creado  en el mundo tienen una finalidad y no es únicamente el deleite estético de una buena prosa o de una poesía conmovedora hasta el fondo del corazón; se trata de usar la literatura y la lectura y la reflexión de los mejor dotados en función de nuestro propio entendimiento del mundo,  reflexionar como si nosotros también fuéramos superdotados. No podemos pensar como genios, pero sí podemos aprender el pensamiento de los genios.

Grass:

–«A los 15 me puse el uniforme, a los 16 aprendí a tener miedo, a los 17 fui hecho prisionero de guerra americano, a los 18 estaba libre y me dedicaba al estraperlo (contrabando fraudulento) y finalmente, aprendí la profesión de cantero y escultor; me ejercité en academias artísticas, escribía y dibujaba, dibujaba y escribía versos a pie ligero…”. Se hartó de crear.

¿Y Galeano se hartó?

Se hartó, sin dejar de hacerlo, de predicar en el desierto, de enseñarnos cómo el peor ladrón de bancos es el dueño del banco pues nos roba a todos; Galeano nos enseñó cosas valiosas de América Latina y una de ellas es conocer nuestra historia y también tomar mate, y también cantar y también ver un partido de futbol y también estar siempre del lado de los perdedores porque solamente se alcanzará la victoria cuando los perdedores dejen de perder.

JUAREZ

Si las cosas siguen como van no sería extraño ver el derrumbe del PAN en Benito Juárez. Jorge Romero cometió  errores y trastupijes casi del tamaño de su vanidad.

Bueno, no tanto. Sería imposible.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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