La maniobra no (por obvia) deja de ser eficaz.
Los padres de los estudiantes muertos en Iguala embisten el proceso electoral a sabiendas de la inutilidad de sus esfuerzos, pero seguros de lograr por las vías de hecho todo cuanto por derecho no habrán de conseguir.
–¿Hay alguna relación entre el delito de desaparición forzada –—bandera para exigir la presentación en plena vida de los desaparecidos–, y las elecciones estatales en Guerrero?
Ninguna. O mejor dicho, no la había en el terreno lógico, pero ahora se ha llevado al máximo escenario del terreno político tanto como para ameritar la intervención del Instituto Nacional Electoral cuya respuesta casi académica, no satisface a quienes, en la gritería, de hecho ni la necesitan.
Los “Ayotzinapos”, cuyo activismo los lleva simultáneamente a la Casa Blanca y el INE no buscan –al menos no sus patronos políticos— nada más allá del permanente desplazamiento institucional. Su más reciente ocurrencia, respaldada por la caricatura del gobierno guerrerense de Ortega, de convertir a los “Rojos” en agentes de investigación para dar con el (ya sabido) paradero de sus hijos, es una prueba de lo anterior.
Pero, Lorenzo Córdova, en un exceso de prudencia o de buena educación, les escribe una carta cuyo contenido conmueve, a veces por su candor y en otras líneas por su poco rigor.
Veamos:
“Sin elecciones estaríamos sujetos a la arbitrariedad del más fuerte (Ah) y a los riesgos de que el acceso a los cargos de gobierno se resolviera recurriendo a la violencia política (Ah,ah)… el INE no tiene atribuciones para decidir el sistema electoral de Guerrero, ni de ninguna otra entidad federativa, pues no puede asumir una representación popular con la que no cuenta (Ah,ah,ah), ni vulnerar la soberanía de las entidades para decidir asuntos de tal relevancia…
“…La violencia de ninguna manera contribuye a tener un país más justo y libre (¿?)”.
Si las primeras líneas del discurso cordovista son pedagógicamente innecesarias, las finales son estrepitosamente torpes: ¿cómo se les habla de la inutilidad constructiva de la violencia a quienes protestan por el secuestro y desaparición (y asesinato) de 43 personas en un hecho de los más violentos de la sísmica historia de Guerrero, donde los hechos telúricos se suceden como los roces de las piedras rasantes en la superficie del agua (patitos)
Pero las peticiones de las madres y padres de normalistas son apenas el preludio de las acciones de quienes usan este movimiento para la usurpación. El discurso oficial en torno de la instalación de casillas y consecución del proceso electoral guerrerense ha ido de la diatriba a la amenaza y ahora a la explicación.
Ya se ha dicho, si ser requiere se harán las elecciones bajo la presencia de la fuerza pública. Y es de risa: no pueden impedir el bloqueo de una carretera y quieren tomar pueblos enteros para instalar mesas de votación y urnas en llamas. A ver cuándo lo vemos.
CAIDA
Cuando Humberto Benítez Treviño fue separado de su cargo en la Procuraduría del Consumidor, ya varios secretarios de Estado, incluido el de la Función Pública lo habían exonerado. En el caso de David Korenfeld, el recientemente incorporado Virgilio Andrade, secretario de la Sepufu, estaba hundido en “unaafanosainvestigaciónafondoycontodoelrigordelaley” para determinar un hecho ante el cual el propio interesado había dictado sentencia: es algo inexcusable. Punto.
A fin de cuentas e cansaron de buscarle tres pies al morrongo. Y no hay gatos, ni helicópteros de tres patas.