Lástima. Ya no tenemos a los guionistas de Rodolfo Guzmán, “El enmascarado de plata”, para requerirles una cinta didáctica cuyo título pudiera ser “Santo contra los enemigos de la urna” o “Momias y vampiros contra la papeleta”, pero a cambio de eso sí tenemos al muy imaginativo Gustavo Madero, presidente del PAN,  quien se lanza previsor de algunos contratiempos y reveses a defender desde ahora cualquier quebranto en las elecciones del próximo junio.

El enemigo electoral es el futbol. Un juego entre México y Brasil podría provocar mayor abstencionismo y si hay pocos votos casi tofos serán (supone) para otros y la merma en el número de votantes siempre actúa en contra de sus intereses.

Además, dicen quienes lo secundan en tan peregrina idea, como Horacio Duarte, el representante de Morena en el INE, la vieja frase sobre el color de la playera de los futbolistas seleccionados para patear el balón en el nombre de la patria y la convocatoria a ponerse “la verde”, no hacen sino ayudar al aliado del PRI pues la palabra Verde alude al partido del Tucán, etc, etc.

Cualquiera podría esbozar una sencilla sonrisa ante la dimensión de estas paranoicas inferencias, pero sin  llegar a tales linderos de burla o jocosidad se les podría recomendar a los señores de la política un poco más de seriedad, pues en este mundo hay millones de personas capaces de caminar y mascar chicle al mismo tiempo. La jornada electoral dura prácticamente todo un día, mientras el partido de futbol apenas un par de horas y el sufragio se puede realizar en cualquier momento de la fecha señalada.

Los pretextos y las quejas anticipadas no hacen sino un raro método de curación en salud, lo cual refleja, se quiera o no, un inicial reconocimiento de debilidad.

El presidente del PRI; César Camacho, les ha dicho no confundan la gimnasia con la magnesia ni la portería con la urna, son cosas distintas. La participación política no aumenta o disminuye sensiblemente por un partido de futbol. Quizá si fuera el mundial entero, sí, pero siempre se busca asociar una cosa con  la otra, pues se trata de llamar la atención, de probar cómo se tienen los ojos abiertos ante posibles eventualidades.

El futbol y la política, sin embargo, sí tienen relación y si los actuales opositores se fijaran bien en algunas cosas, ya deberían haber protestado por el uso excesivo de pegotes de propaganda para “El Güero” Velasco en las camisetas de los “Jaguares” de Chiapas.

“La selva es verde”, dice uno de esos bordados; “La selva es verde”, decía otro. Y ante eso ni siquiera se les ha ocurrido protestar. Prefieren hacerlo por los anuncios en el cine, los cuales son pitados con estrépito inconforme por todos los espectadores ansiosos de ver la película por la cual han pagado. Pero eso es asunto distinto.

Si uno quisiera ubicar la protesta por el juego contra Brasil como obstáculo para la evolución democrática mexicana, mejor podría analizar hasta donde los partidos quejosos deberían hacer algo para frenar el impulso de los grupos radicales empeñados en impedir las elecciones en algunos lugares, casi todos, del estado de Guerrero. Esos si son riesgos graves, serios, no “huevadas” de simple propaganda barata.

Nomás faltaba, “El piojo” convertido en freno democrático por jugar cuando hay elecciones.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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