El poder Judicial en México es endogámico, autónomo, gozoso de su espejo y como diría Walt Whitman, proclive a cantarse a sí mismo.
Nadie interviene ni en sus decisiones ni en sus designaciones. Solamente ellos, los ministros de la Corte deciden por sí y para sí, sobre los relevos, sólo ellos conocen los resortes de sus decisiones y sólo entre una decena o docena de personas, se decide sobre la Suprema Corte, el Consejo de la Judicatura y el sendero nacional de la justicia.
Por eso vimos el viernes ese espectáculo entre lo solemne y lo grotesco: una formalidad monárquica, con la añeja indumentaria de los togados, lleno el saló de ujieres y un secretario tieso y estirado, contar papeles extraídos de una ensaladera de cristal (nunca más de vidrio) cuya función los convertía en cédulas, en los cuales cada quien escribía el nombre de su “gallo” hasta dejarlos trenzados en una pelea infinita de mastines de mandíbula trabada.
En el infinito proceso de modernización nacional, ya viene siendo tiempo de buscar otras formas de integración de tribunales y judicaturas. No es sólo el caso de la presidencia de la SCJN sino de todo el indefendible Poder Judicial en cuyas praderas nunca se pone una mano social. La sociedad no interviene en nada, excepto en pagar los altos sueldos y las prebendas de los aristócratas del Derecho.
Pero en fin, estamos en 2015 y hemos prometido cerrar la puerta a los fantasmas y malos espíritus. No seremos agoreros de la desdicha ni vamos a imitar a Marco Polo en la elección de malos viajes. No. Este año nos convoca a la calma, la tranquilidad. ¡Ah! y páselo muy bien, de perlas, de maravilla. Pero hay cosas…
Tras la muy lamentable muerte del ministro Valls, la votación para elegir al presidente (quien fue a la postre Luis Marìa Aguilar Morales) corría el riesgo de quedar entrampada en un empate, como finalmente ocurrió.
Cinco-cinco, cinco-cinco de la tercera a la trigésima segunda ocasión. Vaya hartazgo, vaya malos modos en la sala, vaya cerrazón, vaya trabazón. Dios mío cuánta terquedad, cuantos compromisos detrás del inamovible dedo invisible cuyo dictado llena el blanco papel.
Nunca lo sabremos.
Pero independientemente de esto, a fin de cuentas una cuestión anecdótica, deberíamos reflexionar en algo:
¿Por qué los representantes populares y por qué los representantes del pacto federal y por qué podemos elegir a algunas personas, presidentes municipales, concejales, jefes de delegación en el Distrito Federal y no podemos elegir a nuestros jueces?
¿ Por qué debe ser el grupo selecto de la propia Corte, quien decida los hechos de la Corte, sin la intervención posible de nadie más en este país. Como proceso democrático parece demasiado reducido. Es un proceso visible y transparente, tanto como la cristalina ensaladera ahí puesta en el la cual ( ya al final) la ministra Olga Sánchez Cordero, nada más aventaba su papel doblado y decía,:
–«Ya estuvo suave».
Porque además hubo una parte como de “kindergarden”. Como todos sabemos en la Corte los ministros se sientan en una mesa con forma de U, y en el centro preside quien tiene esa responsabilidad y a los lados están los ministros.
Y, en el centro de ese hueco se puso una mesa para los escrutadores y otra mesa para el secretario. Entonces era muy divertido ver cómo se bajaban de sus asientos a la mesa donde estaba ensaladera, este “Super Bowl” (como le llaman los adoradores de ese primitivo deporte de empujones y derribos al máximo trofeo) , y allí contaban dos escrutadores. Entonces un escrutador repetía lo dicho por el otro, y le pasaba la hoja asín escrutada al señor secretario, quien la iba acomodando en una mesa, en los casilleros reservados a cada uno de los ministros.
Pero llegó un momento después del interminable subir y bajar con la precaución de los faldones de las togas apresuradas (no fuera a ser y se cayera como reinita en pasarela), subían, y luego tenían que volver a bajar, ya de hartazgo gimnástico.
Y entonces la ministra Sánchez Cordero, con muy buen criterio, dijo
«yo le quiero pedir al señor presidente si nos permite ya quedarnos aquí, porque no tenemos que subir a dejar el papel, lo podemos echar aquí el papelito, para no estar en ese trajín de escaleras».
Parecía ese juego de las fiestas de los niños, en el cual van dando vueltas y van quitando una sillita, hasta dejar a alguien sin lugar:
Pero es más anécdota.
Y bueno, Luis María Aguilar Morales a partir de ahora es el presidente del máximo tribunal y del Consejo de la Judicatura. Y llama mucho la atención su primera oferta, su oferta de justicia.
Todos lo sabemos: el tribunal más alto del país solamente tiene como finalidad intransferible ser un tribunal de término. De término porque ahí se acaba cualquier discusión, su sentencia es la última posible. Ya no hay apelaciones posibles, ni recursos complementarios ni suplementarios.
Y guarda además la constitucionalidad de la vida nacional. Por eso es notable la referencia del nuevo presidente a únicamente a una parte de la Constitución. La contenida en el Artículo 1°, es cierto, sobre los Derechos Humanos. La supervisión, la vigilancia, la vigencia de los derechos humanos en este país.
Desde la Constitución del 57, se decía, la función primordial del Estado es la vigilancia de los derechos del hombre, y así empezaba la Constitución. No se habían hecho las reformas por las cuales ahora les da ese mismo grado de importancia a los derechos humanos en el texto fundamental de la vida jurídica de México.
Pero finalmente no todas las cosas en la Corte tienen relación con los Derechos Humanos. Por eso es muy notable destacar su oferta y su propuesta y su compromiso, hacia esta área, sobre todo en un momento político en el cual en el México del día de hoy en todos los foros y en todas las oportunidades, se está discutiendo un tema relacionado con DH o con son violaciones a los derechos humanos.
¿Cuál es la principal violación de los derechos humanos sobre la cual estamos discutiendo los mexicanos en estos días?
Bueno, pues la desaparición forzada de personas.
Ese es el asunto por el cual todos andamos ahora de cabeza, unos más y otros menos, pero ése es el asunto.
Y esta lectura del compromiso del presidente de la Corte sobre el cual él ofrece el trabajo de la Corte, nos pone sobre aviso de cuál va a ser el tono de su administración, el tono de su presidencia.
Sobre todo porque hace algunos años la Corte tenía facultades de investigación ahora transferidas a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. El tema jurídicamente adquiere entonces una importancia sumamente visible.
Lo estamos mirando, es el discurso inicial, es el arranque, es la tarjeta de presentación del nuevo presidente de la Corte. Y lo hace en un momento particularmente candente por asuntos de esa naturaleza.
“Especialmente quiero dirigirme a la ciudadanía, a nuestra sociedad, hacerle saber la reiteración de que este órgano supremo de la nación tiene como objetivo principal, como propósito continuo el respeto de los derechos humanos, evitar la arbitrariedad de cualquier autoridad a sus personas y a sus derechos.”
Ni más, ni menos.