Fin de semana con Rafael Cardona
Una vez más la horrorizada multitud atenta a los medios se conmueve (un ratito) por la tristeza elocuente de las cifras cuya certeza nos transporta al lenguaje de la realidad, a las palabras de antes, a la nunca superada condición de los miserables de este suelo cuya mejor definición ya se halla en el célebre título de Fanon: “Los condenados de la tierra”; los desheredados, los hijos del hambre, “Los de abajo”; “Los de hasta abajo…”; nosotros, los mexicanos, los siempre tristes, los eternamente derrotados por una historia sin aurora, tan pesada como una losa, como una lápida en la espalda de todos los Pípilas sin alhóndiga por incendiar, nada más con un peso enorme y horrible en las espaldas.
–¿Cuál peso?
–La pobreza. La miseria, la vida indigna, la imposibilidad de ser algo más allá de un pobre diablo sin futuro; sin acceso a los bienes de la cultura, sin alegría duradera, sin salud, sin hijos risueños, sin escuelas, sin alimento ni zapato; sin proteínas para el inútil cerebro.
Todas las cifras divulgadas en el curso de la semana anterior en torno de la desgracia de 50 millones de muertos de hambre, se resumen en una sola frase de Juan Rulfo:
“Es que somos muy pobres”, cuento certero cuyas primeras palabras nada dicen: “Aquí todo va de mal en peor”.
*****************
Por eso la intervención de Marcelo Ebrard, jefe del gobierno del DF en la inauguración del LIII Congreso Internacional de Americanistas en la Universidad Iberoamericana es notable. No sólo por su contundencia analítica sino por tratarse de la única respuesta de alguna autoridad (más allá de las futesas del secretario de Sedesol, Ernesto Cordero) ante este grave asunto.
Dijo Ebrard el pasado día 19 ante la indiferencia de los medios:
“El día 16 de julio se publicó por el Consejo Nacional de Evaluación de los Programas de Desarrollo Social, la más palmaria, contundente -yo diría aplastante evidencia- de que ustedes han tenido razón en poner en tela de juicio ese pensamiento único (la globalización neoliberal) y sus resultados devastadores para América Latina y para México.
“Dice este informe que 50 millones y medio de mexicanos a esta fecha viven en pobreza patrimonial, quítenle patrimonial que es absurdo con pobreza y déjenlo en pobreza.
“Es decir, 50 millones y medio de mexicanas y mexicanos no les alcanzó para alimentación, educación, salud. O sea, están por debajo de la línea de la pobreza que dentro de ese número, a 18 y medio millones de mexicanas y mexicanos ni siquiera les alcanzó para los alimentos, denominado por la terminología oficial como pobreza alimentaria.
“Dice el informe que en el ámbito rural, en el cual como ustedes saben vive la inmensa mayoría de los pueblos originarios de México, estos números son todavía peores, que más del 60 por ciento de esa población está en el denominado o denominada pobreza alimentaria. Es decir, no tienen para comer siquiera.
“Dice el informe que el 10 por ciento de población de México tiene el 39.3 por ciento del ingreso nacional y que el 10 por ciento más pobre de este país tenía el 1.6, pero ahora tiene el 1.4 del ingreso nacional y que el 90 por ciento de los más pobres de México no tiene ninguna, ninguna seguridad social, no son derechohabientes de los sistemas de salud.
“Esa es la realidad de México, del país al que ustedes llegan a celebrar este Congreso Americanista y por eso digo: enhorabuena que así sea, porque han tenido ustedes razón en lo que han señalado durante años.
En este sentido vale la pena recordar los textos de Felipe Calderón Hinojosa cuando en el año 2003 redactaba ufano:
“Los datos de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares) nos permiten decir, apoyados en instrumentos estadísticos confiables, que la pobreza más profunda se redujo en un 16 por ciento; que 3 millones 400 mil personas superaron el ingreso necesario para cubrir sus necesidades de alimentación”. Vaya.
“¿Cuál es la urgencia de nuestro país?, pregunta Ebrard. El cambio.
“Ustedes hablan de cambio, se plantean cambio y continuidad ¿Qué necesitamos?: un cambio de rumbo ¿En dónde estamos? en un desastre social indignante, contundente.
El paraíso prometido terminó en estos ciclos y todavía se preguntan ¿Por qué México no crece?, ¿por qué México es un país donde se propaga la desesperanza?, ¿por qué tenemos la inseguridad y la violencia que hay? Pues por esto.
“Esto es un fracaso desde mi punto de vista, contundente… Tenemos que cambiar y abandonar ese pensamiento único. Tenemos que reconsiderar urgentemente la globalización; tenemos que defender urgentemente nuestras culturas, nuestro origen y diseñar nuestro futuro propio. Tenemos que invertir en ciencia y tecnología, tenemos que hacer un esfuerzo titánico de salud, de educación y tenemos que modificar la distribución del ingreso, por más que se alarmen los que siempre se han alarmado con esa palabra.
“Y yo celebro y reconozco que sea en esta Universidad Iberoamericana, dirigida por la Compañía de Jesús, donde se esté planteando esto. Y debo reconocerlo porque ésta realidad no es compatible con la ética cristiana. No se puede sostener una ética cristiana y tolerar esta realidad en México”.
****************
Pero hay más en torno del Congreso. Al hablar de la coincidencia con los preparativos para el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, Ebrard jugó con la imaginación:
“¿Qué nos diría Miguel Hidalgo hoy con estas cifras de vergüenza? o ¿qué nos diría Morelos? o ¿qué nos dirían los revolucionarios que hicieron la Revolución Mexicana en 1910?
“¿Qué nos diría Hidalgo?, que en uno de sus primeros documentos decía:
“Que cese para lo sucesivo la contribución de tributos, respecto de las castas que lo pagaban y toda esa acción que a los indios se les exija”. Casi en 2010 lo que estamos viendo en este informe es que las comunidades étnicas de México, los pueblos originarios de este país viven en la más extrema, radical, indignante pobreza”.
Y no lo dice Ebrard pero sabemos cuáles serían las palabras de Morelos. Las dijo desde (1813) “Los sentimientos de la Nación”:
“Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia (visibles y dramáticas desde entonces) y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto…”
Pero si hoy preguntáramos cuáles son los sentimientos nacionales hallaríamos por una parte frustración y desencanto; derrotismo vicioso, enajenación, pobreza y un horizonte cuya distancia nunca llega más allá de ver si la nueva luz del nuevo día halla a millones con algo para mal comer y sobrevivir en la rusticidad silvestre de una vida sin humanidad alguna.
–¿Ha visto usted alguna luz en los ojos del pobre? Pero del pobre de solemnidad, del irredimible, del ajeno a la letra y al tenedor; del no soy nadie ni soy nada; es más no soy, nada, más estoy… En esas aguas sucias no se adivina nada. Absolutamente nada más allá de un encharcado sentimiento de odio.
Mucho odio concentrado, mucha pena, muchos agravios. Y cuando la luz se enciende, cuando hay un destello mínimo en el pasmo de las pupilas abandonadas, se enciende la chispa del rencor y la venganza.
–¿Cuánto tiempo más tardarán en alzarse, en rebelarse, se preguntan politólogos de buenas maneras y educados ensayos? Nadie lo sabe o nadie se quiere dar cuenta. Ya se han alzado.
Ellos desde su frustración se han inventado como “Zetas” o miembros de “La familia”; ellos existen por la injusticia, no nada más por la rentabilidad del negocio del narcotráfico, cuyas ganancias, por otra parte, nunca son para ellos. Los matones, sicarios, menudistas, vigías, choferes, ayudantes, sembradores, recolectores, “burros”; todos ellos no son nada, son material desechable, son carne de cañón, son soldados de un ejército irregular de zarrapastrosos calculado en medio millón de “afiliados”. Solo basta ver las fotografías de los cadáveres. “Narcolumpen”.
A final de cuentas cuando nos enteramos por las recientes entrevistas de los integrantes michoacanos de la droga de cuánto se les paga a quienes las mafias reclutan (dos mil pesos a la semana y un arma de fuego) nos damos cuenta de cómo ponen en peligro la vida por una paga miserable.
Casi como el joven Marco Antonio Nazareth quien dejó el mundo a puñetazos por miserables mil dólares de bolsa, de los cuales su “manejador” le iba a esquilmar el 33 por ciento…
***************
Alguien tuvo la delicadeza de abrir el archivo de Carlos Castillo Peraza y extraer de su polvorienta carpeta una carta donde exhibe a Felipe Calderón como un hombre taimado, desconfiado en exceso (y por consecuencia ralo de afectos); incapaz de hacer un equipo; dudoso de sus subordinados por envidia o inseguridad en sí mismo, vaya usted a saber.
Pero la carta de Castillo, presentada como si fuera una bula papal o una encíclica pontificia, sirve nada más para denostar de esa manera al Presidente en medio de la lucha impía en la cual se han trenzado foxistas, espinistas, creelistas y felipistas aquellos en contra y estos en favor de la nueva designación en el gabinete, el señor César Nava cuya vida reciente es un subibaja.
Y digo gabinete con toda sinceridad y certeza: Felipe Calderón le ha dado a la presidencia del Partido Acción Nacional una condición de secretaría de Estado: la de Acción Electoral o Asuntos Electorales, como se quiera.
Por eso fulminó a Germán Martínez quien no tuvo otra culpa (lo infatuado y pedante era visto internamente como mérito) más allá de acatar instrucciones y si acaso exagerar en el deporte favorito del equipo calderonista: la lambisconería, la sobreactuación para congraciarse con el jefe, como tantas veces hemos visto.
A fin de cuentas la carta de Castillo no contiene valores políticos; es una tardía lección de conducta salpicada de anécdotas en el mejor estilo de la “autoayuda”, disciplina favorita de los filósofos panistas.
“Me preocupó sobremanera –dice el filósofo yucateco–, un par de expresiones utilizadas por ti durante nuestra más reciente conversación en tu oficina provisional. La primera fue: “Si no me meto, no me hacen caso”; la segunda: “No he encontrado mi alter ego”. Creo que las realidades que expresan esas dos frases tuyas están emparentadas…
“Nadie se sentirá tu “otro yo” si le revisas todo, si le sospechas todo, si le desconfías, si acabas haciendo las cosas tú. Así nunca encontrarás todos los alter ego que hoy necesita un presidente del PAN. Y te ahogará el trabajo. Y sabrás todo, pero no presidirás. Y tendrás a tu gente en el temor, en la disciplina pero no en el entusiasmo ni en la creatividad. Y tendrás que meterte en todo para que te hagan caso, porque tú no les haces caso a tus subalternos, y ellos saben que no cuentan, que tienen que esperar a que tú decidas, que les vas a cambiar las órdenes sobre la marcha, que no los consideras responsables.
“Tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra. Si te dejas llevar por ése, entonces no te asustes de no contar ni con tu sombra: ella misma se dará cuenta que es sombra, pero que no es tuya; será sombra para sí, no contigo, no tuya…”
¿Le conviene la confianza indiscriminada a un político profesional? Le conviene tanto como a un torero “perderle la cara” al Miura.
Yo no se nada del poder, pero recuerdo algunas cosas.
Por ejemplo: “la frialdad es la más grande cualidad de un hombre destinado a gobernar”; “se gobierna mejor a los hombres por sus vicios que por sus virtudes; “la más insoportable de las tiranías es la tiranía de los subalternos.”
Cualquier le habría dicho al autor de esas reflexiones, debes aprender a confiar en los demás, pero Napoleón Bonaparte no escuchaba consejos de esa naturaleza. Y cuando confió en Fouché…
Si el gran defecto de Calderón fuera su desconfianza como pretenden divulgar quienes usan esa carta en estas fechas de elección interna para dosminuir su intervención en el PAN, estaríamos frente a un hombre casi sin problemas mayores. Hay otras cosas a las cuales, por desgracia, Castillo Peraza no se refirió en esa carta paternalista en cuyas líneas los hombres son perros de trineo:
“Dile al perro de adelante de cada uno de los trineos de tu flotilla que él es el único que ve un horizonte distinto. Tú tendrás así la mirada de todos los horizontes; no tendrás que verle las patas a todos, ni las correas a todos: serás el Can Mayor, vigía de todos los horizontes y patrón de todos los trineos. Presidirás: estarás sentado arriba.
“Desde allí, vigila y exige con suavidad; carga sobre ti los errores de ellos. Acertarás con ellos. El riesgo es que todas las fallas se te carguen a ti. La oportunidad es que los aciertos serán todos tuyos. Pero con este proceder, lograrás que tus subalternos serán tuyos contigo: no envidiarán tus medallas porque las sabrán de ellos; no te cargarán sus tropiezos porque los sabrán suyos”.
¡Bendito sea Dios!
–0–
25DEJULIO09OVACIONES
FIN DE SEMANA CON RAFAEL CARDONA
La pobreza, el patriarca y el trineo
Una vez más la horrorizada multitud atenta a los medios se conmueve (un ratito) por la tristeza elocuente de las cifras cuya certeza nos transporta al lenguaje de la realidad, a las palabras de antes, a la nunca superada condición de los miserables de este suelo cuya mejor definición ya se halla en el célebre título de Fanon: “Los condenados de la tierra”; los desheredados, los hijos del hambre, “Los de abajo”; “Los de hasta abajo…”; nosotros, los mexicanos, los siempre tristes, los eternamente derrotados por una historia sin aurora, tan pesada como una losa, como una lápida en la espalda de todos los Pípilas sin alhóndiga por incendiar, nada más con un peso enorme y horrible en las espaldas.
–¿Cuál peso?
–La pobreza. La miseria, la vida indigna, la imposibilidad de ser algo más allá de un pobre diablo sin futuro; sin acceso a los bienes de la cultura, sin alegría duradera, sin salud, sin hijos risueños, sin escuelas, sin alimento ni zapato; sin proteínas para el inútil cerebro.
Todas las cifras divulgadas en el curso de la semana anterior en torno de la desgracia de 50 millones de muertos de hambre, se resumen en una sola frase de Juan Rulfo:
“Es que somos muy pobres”, cuento certero cuyas primeras palabras nada dicen: “Aquí todo va de mal en peor”.
*****************
Por eso la intervención de Marcelo Ebrard, jefe del gobierno del DF en la inauguración del LIII Congreso Internacional de Americanistas en la Universidad Iberoamericana es notable. No sólo por su contundencia analítica sino por tratarse de la única respuesta de alguna autoridad (más allá de las futesas del secretario de Sedesol, Ernesto Cordero) ante este grave asunto.
Dijo Ebrard el pasado día 19 ante la indiferencia de los medios:
“El día 16 de julio se publicó por el Consejo Nacional de Evaluación de los Programas de Desarrollo Social, la más palmaria, contundente -yo diría aplastante evidencia- de que ustedes han tenido razón en poner en tela de juicio ese pensamiento único (la globalización neoliberal) y sus resultados devastadores para América Latina y para México.
“Dice este informe que 50 millones y medio de mexicanos a esta fecha viven en pobreza patrimonial, quítenle patrimonial que es absurdo con pobreza y déjenlo en pobreza.
“Es decir, 50 millones y medio de mexicanas y mexicanos no les alcanzó para alimentación, educación, salud. O sea, están por debajo de la línea de la pobreza que dentro de ese número, a 18 y medio millones de mexicanas y mexicanos ni siquiera les alcanzó para los alimentos, denominado por la terminología oficial como pobreza alimentaria.
“Dice el informe que en el ámbito rural, en el cual como ustedes saben vive la inmensa mayoría de los pueblos originarios de México, estos números son todavía peores, que más del 60 por ciento de esa población está en el denominado o denominada pobreza alimentaria. Es decir, no tienen para comer siquiera.
“Dice el informe que el 10 por ciento de población de México tiene el 39.3 por ciento del ingreso nacional y que el 10 por ciento más pobre de este país tenía el 1.6, pero ahora tiene el 1.4 del ingreso nacional y que el 90 por ciento de los más pobres de México no tiene ninguna, ninguna seguridad social, no son derechohabientes de los sistemas de salud.
“Esa es la realidad de México, del país al que ustedes llegan a celebrar este Congreso Americanista y por eso digo: enhorabuena que así sea, porque han tenido ustedes razón en lo que han señalado durante años.
En este sentido vale la pena recordar los textos de Felipe Calderón Hinojosa cuando en el año 2003 redactaba ufano:
“Los datos de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares) nos permiten decir, apoyados en instrumentos estadísticos confiables, que la pobreza más profunda se redujo en un 16 por ciento; que 3 millones 400 mil personas superaron el ingreso necesario para cubrir sus necesidades de alimentación”. Vaya.
“¿Cuál es la urgencia de nuestro país?, pregunta Ebrard. El cambio.
“Ustedes hablan de cambio, se plantean cambio y continuidad ¿Qué necesitamos?: un cambio de rumbo ¿En dónde estamos? en un desastre social indignante, contundente.
El paraíso prometido terminó en estos ciclos y todavía se preguntan ¿Por qué México no crece?, ¿por qué México es un país donde se propaga la desesperanza?, ¿por qué tenemos la inseguridad y la violencia que hay? Pues por esto.
“Esto es un fracaso desde mi punto de vista, contundente… Tenemos que cambiar y abandonar ese pensamiento único. Tenemos que reconsiderar urgentemente la globalización; tenemos que defender urgentemente nuestras culturas, nuestro origen y diseñar nuestro futuro propio. Tenemos que invertir en ciencia y tecnología, tenemos que hacer un esfuerzo titánico de salud, de educación y tenemos que modificar la distribución del ingreso, por más que se alarmen los que siempre se han alarmado con esa palabra.
“Y yo celebro y reconozco que sea en esta Universidad Iberoamericana, dirigida por la Compañía de Jesús, donde se esté planteando esto. Y debo reconocerlo porque ésta realidad no es compatible con la ética cristiana. No se puede sostener una ética cristiana y tolerar esta realidad en México”.
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Pero hay más en torno del Congreso. Al hablar de la coincidencia con los preparativos para el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, Ebrard jugó con la imaginación:
“¿Qué nos diría Miguel Hidalgo hoy con estas cifras de vergüenza? o ¿qué nos diría Morelos? o ¿qué nos dirían los revolucionarios que hicieron la Revolución Mexicana en 1910?
“¿Qué nos diría Hidalgo?, que en uno de sus primeros documentos decía:
“Que cese para lo sucesivo la contribución de tributos, respecto de las castas que lo pagaban y toda esa acción que a los indios se les exija”. Casi en 2010 lo que estamos viendo en este informe es que las comunidades étnicas de México, los pueblos originarios de este país viven en la más extrema, radical, indignante pobreza”.
Y no lo dice Ebrard pero sabemos cuáles serían las palabras de Morelos. Las dijo desde (1813) “Los sentimientos de la Nación”:
“Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia (visibles y dramáticas desde entonces) y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto…”
Pero si hoy preguntáramos cuáles son los sentimientos nacionales hallaríamos por una parte frustración y desencanto; derrotismo vicioso, enajenación, pobreza y un horizonte cuya distancia nunca llega más allá de ver si la nueva luz del nuevo día halla a millones con algo para mal comer y sobrevivir en la rusticidad silvestre de una vida sin humanidad alguna.
–¿Ha visto usted alguna luz en los ojos del pobre? Pero del pobre de solemnidad, del irredimible, del ajeno a la letra y al tenedor; del no soy nadie ni soy nada; es más no soy, nada, más estoy… En esas aguas sucias no se adivina nada. Absolutamente nada más allá de un encharcado sentimiento de odio.
Mucho odio concentrado, mucha pena, muchos agravios. Y cuando la luz se enciende, cuando hay un destello mínimo en el pasmo de las pupilas abandonadas, se enciende la chispa del rencor y la venganza.
–¿Cuánto tiempo más tardarán en alzarse, en rebelarse, se preguntan politólogos de buenas maneras y educados ensayos? Nadie lo sabe o nadie se quiere dar cuenta. Ya se han alzado.
Ellos desde su frustración se han inventado como “Zetas” o miembros de “La familia”; ellos existen por la injusticia, no nada más por la rentabilidad del negocio del narcotráfico, cuyas ganancias, por otra parte, nunca son para ellos. Los matones, sicarios, menudistas, vigías, choferes, ayudantes, sembradores, recolectores, “burros”; todos ellos no son nada, son material desechable, son carne de cañón, son soldados de un ejército irregular de zarrapastrosos calculado en medio millón de “afiliados”. Solo basta ver las fotografías de los cadáveres. “Narcolumpen”.
A final de cuentas cuando nos enteramos por las recientes entrevistas de los integrantes michoacanos de la droga de cuánto se les paga a quienes las mafias reclutan (dos mil pesos a la semana y un arma de fuego) nos damos cuenta de cómo ponen en peligro la vida por una paga miserable.
Casi como el joven Marco Antonio Nazareth quien dejó el mundo a puñetazos por miserables mil dólares de bolsa, de los cuales su “manejador” le iba a esquilmar el 33 por ciento…
***************
Alguien tuvo la delicadeza de abrir el archivo de Carlos Castillo Peraza y extraer de su polvorienta carpeta una carta donde exhibe a Felipe Calderón como un hombre taimado, desconfiado en exceso (y por consecuencia ralo de afectos); incapaz de hacer un equipo; dudoso de sus subordinados por envidia o inseguridad en sí mismo, vaya usted a saber.
Pero la carta de Castillo, presentada como si fuera una bula papal o una encíclica pontificia, sirve nada más para denostar de esa manera al Presidente en medio de la lucha impía en la cual se han trenzado foxistas, espinistas, creelistas y felipistas aquellos en contra y estos en favor de la nueva designación en el gabinete, el señor César Nava cuya vida reciente es un subibaja.
Y digo gabinete con toda sinceridad y certeza: Felipe Calderón le ha dado a la presidencia del Partido Acción Nacional una condición de secretaría de Estado: la de Acción Electoral o Asuntos Electorales, como se quiera.
Por eso fulminó a Germán Martínez quien no tuvo otra culpa (lo infatuado y pedante era visto internamente como mérito) más allá de acatar instrucciones y si acaso exagerar en el deporte favorito del equipo calderonista: la lambisconería, la sobreactuación para congraciarse con el jefe, como tantas veces hemos visto.
A fin de cuentas la carta de Castillo no contiene valores políticos; es una tardía lección de conducta salpicada de anécdotas en el mejor estilo de la “autoayuda”, disciplina favorita de los filósofos panistas.
“Me preocupó sobremanera –dice el filósofo yucateco–, un par de expresiones utilizadas por ti durante nuestra más reciente conversación en tu oficina provisional. La primera fue: “Si no me meto, no me hacen caso”; la segunda: “No he encontrado mi alter ego”. Creo que las realidades que expresan esas dos frases tuyas están emparentadas…
“Nadie se sentirá tu “otro yo” si le revisas todo, si le sospechas todo, si le desconfías, si acabas haciendo las cosas tú. Así nunca encontrarás todos los alter ego que hoy necesita un presidente del PAN. Y te ahogará el trabajo. Y sabrás todo, pero no presidirás. Y tendrás a tu gente en el temor, en la disciplina pero no en el entusiasmo ni en la creatividad. Y tendrás que meterte en todo para que te hagan caso, porque tú no les haces caso a tus subalternos, y ellos saben que no cuentan, que tienen que esperar a que tú decidas, que les vas a cambiar las órdenes sobre la marcha, que no los consideras responsables.
“Tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra. Si te dejas llevar por ése, entonces no te asustes de no contar ni con tu sombra: ella misma se dará cuenta que es sombra, pero que no es tuya; será sombra para sí, no contigo, no tuya…”
¿Le conviene la confianza indiscriminada a un político profesional? Le conviene tanto como a un torero “perderle la cara” al Miura.
Yo no se nada del poder, pero recuerdo algunas cosas.
Por ejemplo: “la frialdad es la más grande cualidad de un hombre destinado a gobernar”; “se gobierna mejor a los hombres por sus vicios que por sus virtudes; “la más insoportable de las tiranías es la tiranía de los subalternos.”
Cualquier le habría dicho al autor de esas reflexiones, debes aprender a confiar en los demás, pero Napoleón Bonaparte no escuchaba consejos de esa naturaleza. Y cuando confió en Fouché…
Si el gran defecto de Calderón fuera su desconfianza como pretenden divulgar quienes usan esa carta en estas fechas de elección interna para dosminuir su intervención en el PAN, estaríamos frente a un hombre casi sin problemas mayores. Hay otras cosas a las cuales, por desgracia, Castillo Peraza no se refirió en esa carta paternalista en cuyas líneas los hombres son perros de trineo:
“Dile al perro de adelante de cada uno de los trineos de tu flotilla que él es el único que ve un horizonte distinto. Tú tendrás así la mirada de todos los horizontes; no tendrás que verle las patas a todos, ni las correas a todos: serás el Can Mayor, vigía de todos los horizontes y patrón de todos los trineos. Presidirás: estarás sentado arriba.
“Desde allí, vigila y exige con suavidad; carga sobre ti los errores de ellos. Acertarás con ellos. El riesgo es que todas las fallas se te carguen a ti. La oportunidad es que los aciertos serán todos tuyos. Pero con este proceder, lograrás que tus subalternos serán tuyos contigo: no envidiarán tus medallas porque las sabrán de ellos; no te cargarán sus tropiezos porque los sabrán suyos”.
¡Bendito sea Dios!