Es cierto, todos fuimos soñadores entristecidos e indignados santamente por la lectura de “Las venas abiertas de América Latina”, esa prodigiosa obra de Eduardo Galeano en la cual se adjudican las penurias del subcontinente a la maldad intrínseca de los sajones y el norte insensible.
Todos creímos alguna vez en una patria enorme y común descrita en la guitarra de Atahualpa Yupanqui y hasta tuvimos el privilegio de ser amigos de Mercedes Sosa, pero de ahí a creernos a estas alturas la patraña de la patria común latinoamericana, hay una enorme distancia.
Todo esto viene como consecuencia de la catarata de quejas y comentarios dolidos y hasta dolientes de quienes miran en la venta de los archivos de Gabriel García Márquez (encabezados por el ingles (¡!) Gerald Martín, su biógrafo) a la universidad de Austin, especialmente al centro Harry Ransom, como una especie de traición a la imaginaria patria latinoamericana.
Sin ánimo de controversia es imposible fincar el mérito mayor de esa obra y las demás de GGM en la reivindicación latinoamericana. Es absolutamente estúpido confundir el abrumador brillo literario con el panfleto de la patria imaginaria cuyos límites van del Bravo a la Patagonia.
Por eso estas opiniones, así sean de tan docto biógrafo son francamente ridículas:
“…Habría que decir que el tema del archivo es enorme porque de alguna manera implica toda la historia, no solamente cultural sino política de América Latina (¿). Es algo complicadísimo”.
“Yo siempre he sido una especie de chauvinista latinoamericano (¿). Entonces, de alguna manera preferiría que estas cosas estuvieran en América Latina. Siempre”.
“Ahora, en el caso de Gabo es especialmente complicado, porque, primero, vivió más tiempo en México que en Colombia, y segundo que la misma Colombia es un país muy complicado y Gabo es parte de esas peleas regionalistas e históricas”.
Si no fuera por la evidente promoción de Martin para fomentar una discusión en la cual él mismo se convierta en protagonista para promover su especialidad en el tema y lanzar sus siguientes obras relacionadas con GGM, el pretexto de todos modos sería pueril. Y ridículo.
En ninguna parte de América Latina (si existiera como un todo) hay un centro de documentación especializado del tamaño y la calidad del centro Ransom. Ni en La Habana, ni en Bogotá, ni en México.
Esta ñoñez promovida por Martin y de la cual se hacen eco los defensores de la supuesta “patria común” no se dio cuando GGM; fue tratado del cáncer linfático en Estados Unidos, decisión científica gracias a la cual se quedó de lado la supuestamente infalible medicina cubana, por ejemplo.
Esta circunstancia nos debería llevar al análisis del “boom” (palabra inglesa) latinoamericano: muchos de sus escritores vivieron en Francia (Asturias) o pidieron ser sepultados en París (Fuentes) o se sometieron a las habilidades mercantiles de los catalanes durante el periodo barcelonés de casi todos (Vargas Llosa).
A fin de cuentas la familia de GGM sólo hizo lo conveniente para sus intereses: vender (no se sabe la cantidad) documentos, manuscritos, fotografías y papeles diversos a una institución capaz de adquirirlos, custodiarlos y preservarlos para el análisis académico e histórico.
Y de paso, por si hiciera falta, garantizar la comodidad financiera de todos los herederos en el justo disfrute de un legado.
Eso es todo.
rafael.cardona.sandoval@gmail.com