No se trata de un simple hecho de cortesía o una forma educada de participar. Es la evidencia de un trabajo conjunto. Muy atrás quedaron los tiempos del celo y el recelo cuando había quien hasta soñara con su propio desfile.

¿Cuántas cosas dice una imagen?

Muchas, sin duda. Y no caerá esta columna en la pavada aquella de afirmar solemnemente: una imagen habla por mil palabras, pues para aplicar ese concepto no se usa una fotografía, ni un grabado, ni un símbolo, sino unas de las mil palabras supuestamente desplazadas por la vista.

Pero en las oficinas de la Secretaría de Marina, concretamente en la antesala del almirante Vidal Soberón, secretario de la Armada de México, cualquiera con capacidad de observación podrá mirar algo cuya frecuencia se repite en todas las capitanías y sectores navales: al centro, en tamaño mayor, el retrato oficial de Presidente de la República. A sus lados, las fotografías de los secretarios de las fuerzas armadas.

“Así debe ser —dice el almirante Soberón—, le servimos al mismo país, tenemos la misma finalidad y somos comandados por el mismo jefe.”

Y esa coordinación se hizo visible ayer en la descubierta del Desfile Conmemorativo de la Independencia nacional, abierto por los marinos.

¿Tiene esto alguna implicación más allá de una anécdota de alternancia en la enorme columna del desfile?

Indudablemente guarda relación con la eficacia derivada de la coordinación. No se trata de un simple hecho de cortesía o una forma educada de participar. Es la evidencia de un trabajo conjunto. Muy atrás quedaron los tiempos del celo y el recelo cuando había quien hasta soñara con su propio desfile. Y ya si en esta vida no nos saliera bien ni el desfile, bueno…

CARRERA

En el Senado de la República, Mario Delgado, debidamente aislado del conflicto por la ruta dorada del Metro (la ruina de hojalata, como le dicen otros), lleva una febril carrera contra el tiempo: entregar el proyecto de reforma política del DF antes del 25 de septiembre; o sea, dentro de una semana exacta.

“Ya hay un trabajo previo y todos conocen el proyecto, pero no está de más que se revise una vez más y discutamos las observaciones con la idea de reunirnos una vez más para aprobarlo el 24 de septiembre”.

Muy conocida es aquella conseja de hacer las cosas despacio, sobre todo si se tiene prisa, pero en el caso de la reforma política, al cual se referirá hoy en su informe el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, las cosas ya nos llegan tarde, muy tarde.

Como se recuerda, la más radical transformación en la ciudad de México fue su subdivisión en 16 delegaciones (ahora autónomas y con autoridades elegidas a pesar del nombre) en los tiempos de Luis Echeverría con el propósito de acercar la autoridad al ciudadano.

Por desgracia eso no ocurrió: el PRD acercó la corrupción al ciudadano y el experimento de las delegaciones fue un fracaso absoluto, cuna de mafias y coto de “tribus”.

El PRD y el PAN lograron democratizar algo en la ciudad: la deshonestidad desenfrenada. ¿Verdad, Leonel Luna P? ¿Verdad, Jorge Romero P?

A ver si ahora, mudadas en alcaldías, las subdivisiones territoriales logran de una vez por todas resolver problemas simples: seguridad, vialidad, agua potable, recolección de basura y algunos más.

rafael.cardona.sandoval@gmail.com

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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