Por eso ahora dan risa las acusaciones de Gustavo Madero, quien pretende tapar el sol con un dedo y atribuye los fracasos de su partido, en lo electoral y lo social; en la imagen y el mermado prestigio, a la “guerra de narrativas”, signifique esta expresión todo cuanto él se imagine, como si los medios fuéramos una nueva versión del cuadrilátero y él una presentación “similar” en la farmacia política del apellido Madero.

Me preguntan algunos lectores sobre eso del “Cuadrilátero” con el cual comparé  ayer la pataleta de Gustavo Madero en sus rabiosas imputaciones a la “narrativa” (categoría literaria) de los medios en la “fabricación” del desprestigio de Acción Nacional, circunstancia a la cual nadie ha contribuido tanto como el propio partido. No tiene caso insistir en la relatoría de sus episodios negros.

No es culpa de la prensa el devaneo nazi de algunos de sus miembros, ni los “castillitos” de Preciado, ni la impresentable comisión senatorial para la familia, ni sus bailongos de ficheras y “strippers” o los “coyotajes” de Juan Camilo o los pecados mayores de Fox y Calderón coronados con estelas luminosas u oceanográficas bibliotecas vacías. Es mucho, es demasiado. Aburren.

En el año 1912 un equipo de legisladores en franca oposición y hasta sabotaje parlamentario, formado por Querido Moheno, Nemesio García Naranjo, Francisco M. Olaguíbel y José María Lozano se hizo famoso por la agresiva vehemencia y (a pesar de todo) talento de sus miembros. Eran temibles y pugnaces, por eso se les conoció como “Cuadrilátero”. Y en el centro tenían como saco de arena a Don Panchito Madero a quien tundían de manera feroz. Sus integrantes, además, llegaron a negociar su respaldo para legitimar a Victoriano Huerta.

Eran otros tiempos y otros hombres. También era otro país.

Por eso ahora dan risa las acusaciones de Gustavo Madero, quien pretende tapar el sol con un dedo y atribuye los fracasos de su partido, en lo electoral y lo social; en la imagen y el mermado prestigio, a la “guerra de narrativas”, signifique esta expresión todo cuanto él se imagine, como si los medios fuéramos una nueva versión del cuadrilátero y él una presentación “similar” en la farmacia política del apellido Madero.

Pero si su alegato contra los medios (lo tomo de su página oficial) es insostenible, no lo es menos su intento de exculparse con el “corruptómetro”.

Vea usted:

“…quieren ubicar a nuestro partido con una imagen distorsionada, exacerbando fallas y generando una narrativa, una historia para desanimar a cualquier simpatizante nuestro… esta narrativa la sintetizo de la siguiente manera:

“…Tratan de decir engaños, con pedazos de verdad, (de) construir una historia perversa; que el PAN es tercera fuerza electoral (¿Y no fue así en 2012?), que el PAN es un partido dividido (¿Y no Cordero?), que 12 años de gobierno fueron un acto fallido en la historia de nuestro país y que no hubo logros (¿A poco?)… que el partido es un partido inundado en la corrupción (nomás mojadito…), que hay una desbandada de militantes, que no tenemos rumbo (¿a cuanto bajó su padrón?), que hemos estado a punto de perder el registro, que somos un partido mocho, fascista, conservador (nombre cómo va a ser)…”.

“…Déjenme darles un dato: El PRI aparece como el partido más corrupto en una proporción de cinco a uno contra el PAN, y eso es lo que tratan de revertir a través de esta guerra de narrativas…”.

¿Así, cómo?, Don Gustavo.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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