Apostó y perdió, pero ahora no vive resignado. Vive tanto o más amargado de como todo mundo lo conoció antes de la Silla Maldita.

“Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones.

“Y de todas las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos.

“Lo miraron los enemigos, y se burlaron de su caída”.

Esta es la versión libre de los lamentos de Jeremías. Su sinceridad amarga y tristemente destilada ha sobrevivido a los siglos pues no hay nada —dice el Dante—  como evocar las horas felices cuando se está en la miseria y la soledad. Por si no te habías enterado.

Tal y como muchos lo hemos anticipado, el desaforado interés de Felipe Calderón por figurar y controlar, lo lleva a los terrenos de siempre: la auto exaltación de su figura, el ansia insaciable de prevalecer, de ser tomado en cuenta, de intervenir donde ya nadie lo llama, ni en la calle ni en su partido; la capacidad quejicosa del lamento y la eterna costumbre de trasladar las culpas y asumir las disculpas sin lograr acomodo para la idea más simple: cuando se ha llegado a la cima, no se puede buscar un peldaño más arriba.

La Presidencia es altura, pero también es meta final, término definitivo de cualquier aspiración como no sean la tranquilidad consigo mismo, la satisfacción por lo hecho y la resignación por lo inacabado, lo incumplido, lo pendiente.

Dijo una vez un presidente municipal en la hora de la despedida: “Aquí se hizo el cien por ciento de lo que se pudo”. Y se fue a su casa.

Felipe Calderón hizo cuanto pudo haya sido como haya sido. Y si el juicio general lo ha descrito como un infinito equivocado, cuya aportación histórica, fue mal combatir a la delincuencia la cual ante sus acciones irreflexivas multiplicó la violencia y la sangre en el país, no es culpa de nadie. Apostó y perdió, pero ahora no vive resignado. Vive tanto o más amargado de como todo mundo lo conoció antes de la Silla Maldita.

Y todavía con un agravante, acusar a la política de los costos de una negociación, cuando está probada la otra carestía, la de la falta de capacidad para negociar y abaratar las posiciones de los adversarios, útiles en los momentos de crisis.

Hoy el Jeremías de Las Águilas nos extiende las enormes parrafadas de su lamento. Incomprendido, chantajeado, falto de colaboración y para colmo, triste espectador en la muerte de sus dos secretarios de Gobernación de los cuales uno servía para poco (como no fueran los “coyotajes” desde los tiempos de Pemex) y el otro para menos, un hombre bueno y responsable, ubicado en la posición equivocada.

Pero dentro de  todo esto destaco la magnífica foto de la primera plana de El Universal donde se publicó la entrevista con la cual FCH busca llamar la atención y amenaza con seguir activo en la vida nacional. Firme el gesto, cerrado el puño, penetrante la miope mirada, pero a fin de cuentas, cruzado de brazos.

Así es él. Y no hay nada más por hacer.

elcristalazouno@hotmail.com

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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