Como si fuera una respuesta a los gustos musicales del Presidente de la República (un coro nacional para cantar “la vie en rose” como la Piaf) el líder de los diputados priístas en la Cámara de los Diputados, Francisco Rojas se pone la toga y asegura:
“En estos momentos que vive el país a nadie ayuda la fabricación de culpables ni de conflictos como forma de vida; el gobierno debe propiciar acuerdos, conciliar enfoques e intereses legítimos entre los agentes políticos y económicos, no descalificar y sembrar confusión que ensombrece el panorama nacional y obstruye el diálogo sereno y ordenado”.
Bien, pero cuando se construyen acuerdos ya vemos el resultado final. Y quien lo dude pues ahí cerquita tiene al diputado César Nava cuyo rosario de imprudencias generó uno de los más memorables herraderos de cuantos memoria haya en San Lázaro.
“Debemos reformar la economía con urgencia –dijo–, pero en la dirección adecuada, de ahí que sea preciso iniciar por los diagnósticos correctos, sin trampas ni ocultamientos que reflejen la realidad tal como es, para corregir, mejorar, cambiar lo que haga falta, pues si se actúa sobre una realidad ficticia, todo lo que se haga será contraproducente”
Según Rojas lo necesario en estos momentos es una reforma económica, más allá de una remodelación fiscal en la fachada del país.
“La sociedad y sus representantes políticos no podemos ver con indolencia a los millones de desempleados y subempleados, la pérdida acelerada del poder adquisitivo de la mayoría de la población, la caída drástica de la inversión nacional y extranjera, el deterioro profundo, en síntesis, de la economía nacional, vayamos por la reforma económica que requiere México.
En estas condiciones vemos cómo los diputados del PRI aplazan la promoción “lozaniana” de la Reforma Laboral y “gomezmontiana” de la nueva composición del Congreso y la reelección de alcaldes (podrían empezar con Mauricio Fernández Garza) y legisladores (como su líder en Baja California, Víctor González) entre otras linduras en el país de las maravillas.
NIETO
Hace muchos años, cuando ya ocupaba el trono de las artes plásticas en este país, Francisco Toledo me dijo: el mejor de todos nosotros era Rodolfo Nieto.
Hoy por primera vez se monta una exposición con casi todas las etapas de este pintor oaxaqueño desgraciadamente muerto en plena madurez y con una evolución pictórica cuyo cenit habría sido indescriptible pero de seguro altamente luminoso, quizá tan alto como el de Rufino Tamayo o el propio Toledo.
En esa exposición, ubicada en el Palacio de Iturbide, propiedad de City Group, la empresa americana dueña de Banamex, maravillan los oleos de amarillos febriles y rojos de incendio, pero también llama la atención el origen de los cuadros.
La mayoría, obviamente son de Marta Guillermoprieto, pero muchos de los mejores son de alguien a quien ya nos hemos referido en esta columna: Mauricio Fernández Garza quien es un hombre educado y de enorme gusto artístico.
Además, ya sabemos, en política juega siempre a pasarse de vivo. Es una especie de Jorge Vergara, con el debido respeto para ambos.
Mauricio Fernández es el manirroto cuya opulencia personal (dice) le permite pagar soplones contratados en el bajo mundo (como escribíamos los reporteros policíacos de antes) con un grave riesgo por el cual lo han tironeado de las orejas en Bucareli, lo cual es como ver llover detrás de la ventana.
A nadie le importa la opinión de la secretaría de Gobernación, al menos a nadie entre los panistas.
CULTURA Y PROPAGANDA
Edita la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal un folleto de alta calidad gráfica. Se llama “Chilanguía, la ciudad de la cultura”. Buen diseño, mejor papel; una cartelera suficientemente atractiva de las actividades de la urbe, sean éstas exposiciones, conciertos, libros o paseos culturales.
“Chilanguía” advierte: “queda prohibido su uso para fines partidistas o de carácter electoral.”
Los pliegos de la guía se entregan gratuitamente en las estaciones del Metro y otros puntos de concentración de personas en la ciudad y mientras anuncia con orgullo la designación del DF como “Capital Iberoamericana de la Cultura” o la actuación de Susana Harp y la Orquesta Típica en el Alcazar de Chapultepec, le queda espacio para presumir cómo el gobierno actuó rápida y oportunamente en las inundaciones de febrero en la delegación Venustiano Carranza (ahí brotó la piojosa pediculosis), donde además de todo (todo quiere decir lavar las aguas negras dentro de las casas e indemnizar con tres cheques a los damnificados), hubo tiempo para regalar libros y explicarles a los niños (sic) “el origen de los juegos populares como “La oca”; “Serpientes y escaleras” y la Lotería.
Así mientras los niños veían (en febrero) la inundación de la colonia Lienzo Charro, podían cantar: El pescado, La sirena, La Estrella, El piojo, La caquita…