¿Le sirve de algo a quien ha decidido abandonar patria, suelo, familia y casa, un permiso de 72 horas a cuyo vencimiento regresará a la temida condición de indocumentado indeseable?
Con motivo del endurecimiento de la restrictiva política migratoria de los Estados Unidos y ante el drama constante y creciente de los niños solitarios, cuyo incierto destino se expresa en el éxodo inclemente sin certeza ni custodia por México, para llegar —si lo logran— al país donde teóricamente los esperan la felicidad y la familia rota, el gobierno nacional ha decidido intervenir para hacer menos dramático ese tránsito.
Se trata, indudablemente, de una buena intención (se crea la Coordinación para la Atención Integral de la Migración en la Frontera Sur), sana, humanitaria (como se abusa ahora en decir), pero a todas luces insuficiente.
Hace muy poco supimos de la entrevista entre el presidente Otto Pérez Molina, de Guatemala, y el Ejecutivo mexicano, Enrique Peña Nieto, de la cual se derivó el anuncio de un programa para atender la frontera del sur, cosa plausible, pero quizá, también, escasa.
En esa misma reunión se dijo sobre un “visado laboral” de setenta y dos horas para la estancia protegida en nuestro territorio. La Presidencia lo anunció en estos términos:
“El presidente Peña Nieto subrayó que ‘para alentar el acceso formal a nuestro país, se facilitará la obtención de la Tarjeta de Visitante Regional para guatemaltecos y beliceños.
“Además de ser gratuita, ahora su trámite será más sencillo y en mayor número de módulos; su portador podrá ingresar hasta por 72 horas a los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Tabasco”.
Evidentemente se trata de un paliativo notable, pero no por eso deja de ser simplemente lo primero. ¿Le sirve de algo a quien ha decidido abandonar patria, suelo, familia y casa, un permiso de 72 horas a cuyo vencimiento regresará a la temida condición de indocumentado indeseable?
Por desgracia no parece una solución, cuando más (y es de reconocerse) un reconocimiento distintivo: migrar no es un delito.
No se resolverá así el problema (ni de ninguna otra forma; los migrantes corren perseguidos por el hambre), pero al menos sí se debe reconocer el trato digno, así sea por pocas horas.
Al menos en el trato a los menores migrantes, se da también un cambio en la orientación: “en el Programa Frontera Sur se considera la puesta en operación de cinco Centros de Atención Integral al Tránsito Fronterizo, ‘para que en cada uno de ellos se tenga un espacio adecuado para la atención de migrantes menores no acompañados, en tanto se concreta su proceso de repatriación’”.
Es un cambio sensible; de la orientación punitiva, al trato comprensivo, como dijo Pérez Molina: “en lugar de estar poniendo muros, obstáculos y dificultades, lo que hace (el programa) es tener una visión de unión”; una visión de desarrollo, humanitaria y de estrechar la cooperación y el comercio entre ambos pueblos”.
CATALÍTICO
Muchos se preguntan si el programa de respaldo para dotar de convertidores catalíticos cuya operación reduzca las emisiones de motores en autos viejos no habría sido mejor si se hubiera anunciado antes del endurecimiento sabatino de la restricción circulatoria.
Pero antes o después, ahí está una respuesta del gobierno de la ciudad, abrumado por la escandalera del Hoy No Circula (y mañana tampoco, dicen).
rafael.cardona.sandoval@gmail.com