Hace muchos años, en otras páginas, este redactor escribía una columna llamada “El zoológico de cristal”. En parte era un homenaje al gran Tennessee Williams (no se llamaba Tennessee, sino Thomas Lainer) y en otro sentido un fácil aprovechamiento de la similitud entre la política y la zoología. Y no sólo en México, en todo el mundo.
A lo largo de la historia los dirigentes de masas, los líderes o los simplemente famosos, han usado a los animales como emblemas, sobrenombres o fuentes de inspiración. Desde Ricardo Corazón de León, hasta “El tigre de Santa Julia” sobran los ejemplos. Hay quien habla fervorosamente del “Cordero de Dios” y los pecados del mundo.
Con el paso de tiempo la columna se extendió hasta el espacio radiofónico y una tarde, José Cárdenas, ante la estridencia de un comentario dijo: ¡Esto no es un zoológico de cristal, es como un “cristalazo” en la Buenos Aires! Claro, lo acababan de asaltar. Y desde entonces las colaboraciones, allá y aquí, llevan ese sonoro nombre de vidrios astillados, aunque hablar del vidrio es cosa poco grata para este redactor quien prefiere la luminosidad de los cristales ya sean de Bohemia, Baccarat, Murano o de perdida Swarovsky.
Pero en fin, en los días recientes hemos visto la irrupción de asuntos de animalismo en el juego político.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente se cubre de gloria y nos demuestra su utilidad nacional y aun planetaria, pues en plena efervescencia de la prohibición del uso de animales para fines de exhibición o funciones de circo, le dicen al “Piojo” Herrera cómo ofende a la ley por exhibirse como pirata con un perico al hombro.
No importa si en Cancún, por ejemplo, se cargan los médanos del litoral para hacer edificios, si contaminan el agua con todos los vertederos industriales a lo largo y ancho del país; si tiran árboles a lo loco, si se erosionan los suelos (¿los sueños?) y se ensucia la Bahía de Santa Lucía; si se roban la arena de Cozumel para reponer la de las playas hoteleras; no le hace si en Acapulco se van sobre lagunas y manglares para hacer estropicios furibundos e irreparables como si hubiera pasado por ahí el tsunami de la corrupción hasta ahora (y hasta siempre) impune de toda impunidad.
No, la inútil Profepa se preocupa (o hace como si se ocupara) por un loro, como si ese asunto no fuera pura baba de perico con la cual el Señor Procurador Guillermo Haro Bélchez (siempre se les debe decir a quienes dicen procurar, “Señor Procurador”, suena más bonito para su mayestática condición) se aprovecha de la imagen del técnico nacional y se exhibe en toda la valentía de su defensa de la norma y el siempre oportuno artículo 62 de la Ley General de Vida Silvestre. Puro oportunismo del señor.
Pero la conducta del “Piojo” Herrera no tiene ninguna importancia. Ni el anuncio, ni el perico, ni la Profepa. Lo notable ahora es cómo en estos días aparecen otros asunto de animales para ejemplificar el comportamiento político. Bueno, hasta la deserción de los panistas en el Senado.
Obviamente desde aquella célebre defensa del peso “como un perro”, cuya pronunciación le puso nombre hasta a la colina del ex presidente José López Portillo, no habíamos visto una irrupción canina tan desafortunada como la del señor Roberto Gil (omito el apellido materno) quien además de haberle dado las gracias a Dios por la existencia de Felipe Calderón, prueba de su divina bondad, tiene otras cosas muy simpáticas. Siente maltrato perruno.
—¿Cómo? ¿Sale acaso a la calle y ladra? No me diga usted, ¿levanta la pierna mientras olisquea un árbol? No. Sucede simplemente esto. Y lo transcribo tal cual lo he leído para no incurrir en dislates interpretativos o defectos de comprensión. Así se ha publicado esta sentida queja. Lea usted, por favor:
MÉXICO, DF (Apro).- “¡Los panistas no podemos ser ni sentirnos como perros acosados!”, clama Roberto Gil Zuarth en medio del escándalo de Oceanografía, la empresa favorecida por los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, que él atribuye a un “embate” del gobierno de Enrique Peña Nieto para inmiscuirse en la vida interna del Partido Acción Nacional (PAN).
“Artífice del retiro de los senadores panistas de las negociaciones de las leyes secundarias de la reforma energética como respuesta a la acometida del Gobierno —”no podíamos poner la otra mejilla”—, el legislador asegura que se pretende también someter al PAN aprovechando su división interna.
“Esa división está siendo aprovechada por el Gobierno y por el PRI para la interlocución política —lo que no logra con uno lo logra con los otros, mantener dos mesas en paralelo siempre es más útil que hablar con un partido unificado—, pero también para hacer un ajuste de cuentas con el pasado y debilitar al PAN hacia el futuro.”
Ahora resulta, toda la corrupción de “Oceanografía” es una maniobra de Peña para llevar a los panistas una perrera.
No; de veras, cuando los hay, los hay…
Y este señor apoya a Cordero en su intento de presidir el Partido Acción Nacional. Pues lo dicho, cuando los hay, los hay y hasta se juntan…
elcristalazouno@hotmail.com